Dios no es un ser que improvisa. Él tiene un plan diseñado desde antes de la creación del mundo, y ese plan incluye cada detalle de nuestras vidas. A menudo, en medio de las pruebas y los desafíos, nos es difícil ver cómo se desplegará ese plan. Sin embargo, nuestro trabajo no es entender cada paso que Dios dará, sino confiar en que Él lo hará. Como hijos de Dios, nuestra tarea es creer, caminar bajo la fe, y mantener la calma, aun cuando las circunstancias parecen duras y adversas. Dios, por Su parte, es quien dispone los tiempos, abre las puertas y derriba las murallas que nos impiden avanzar.
Cuando enfrentamos momentos en que todo parece oscuro y la respuesta de Dios parece lejana, es cuando más debemos aferrarnos a la fe. Dios conoce nuestro mañana, aunque hoy no vemos nada claro. Él es fiel a Sus promesas y, si Él ha dicho que lo hará, así será. No estamos llamados a resolver las situaciones por nuestras propias fuerzas, sino a descansar en la certeza de que Dios está obrando, incluso cuando no lo podemos ver.
Llamado a Creerle a Dios:
Hoy te invito a dar un paso más en tu fe. A pesar de las circunstancias que enfrentes, a pesar de lo que tus ojos vean o no vean, decide creerle a Dios. Él te está retando a confiar plenamente en Su palabra. Recuerda que tu trabajo es creer y mantener la calma, mientras que el trabajo de Dios es hacer lo imposible. Él abrirá las puertas, romperá las murallas, y dispondrá los tiempos a Su favor.
Haz de la fe en Dios tu ancla y sostén. No permitas que las dudas o el miedo debiliten tu confianza en Él. Alégrate en la espera, sabiendo que Dios siempre cumple Su palabra. Cree en Su plan, aunque no lo entiendas completamente, y confía en que Su poder hará que todo sea conforme a Su voluntad perfecta.
Confía en Dios, porque Él nunca falla.