La palabra del testimonio (I)
Los capítulos 1 y 2 de Génesis nos narran el principio y la creación del mundo existente. ¿Cómo lo hizo Dios? Por medio de la palabra. Una palabra es la expresión de una idea o concepto que se concibe en nuestro interior y se hace visible en lo exterior. El verbo, según los filólogos, es el centro de toda expresión completa de una idea, que es la oración, y expresa acción, es la palabra conjugada.
Dios se mostró como el Creador y Hacedor, exhibiendo todo su poder por medio de la palabra. La manera de Dios hacer que las cosas fueran fue mediante el poder de la palabra.
En el primer libro de la Biblia, el de Génesis, se nos relata la creación como el resultado de que “Dijo Dios”, “Llamó Dios”, “Los bendijo Dios”, “Y vio Dios”,…; expresiones todas que marcan el obrar y accionar hacedor de Dios. El último libro, el de Apocalipsis, dice:” Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Por lo cual alégrense, cielos, y los que moran en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a ustedes con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo.” (Apocalipsis 12:10-12) En el verso 10 dice oí una gran voz en el cielo, que decía. Hay palabra declarada en los cielos: ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y se ha establecido la autoridad de su Enviado, el Salvador, su Cristo.
Dice que el acusador ha sido lanzado fuera. El que acusa, el enemigo, el diablo, ¿cómo acusa? Declarando una palabra en contra nuestra delante de nuestro Dios día y noche, todo el tiempo y en todo tiempo. Jesús nos dio el poder para vencer a Satanás mediante su obra redentora de la cruz. La sangre derramada por Jesús puso el sello sobre la cabeza del diablo para aplastarlo y destruir toda obra suya.
Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte. Somos vencedores porque Jesucristo venció por nosotros. El principal enemigo nuestro que El destruyó fue la muerte. Ya la muerte no tiene poder sobre él. La venció una vez para siempre al resucitar.
Hay una palabra de vida establecida para todo aquel que recibe a Jesús y confiesa su nombre. “Tampoco queremos, hermanos, que ignoren acerca de los que duermen, para que no se entristezcan como los otros que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. Por lo cual les decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.” (I Tesalonicenses 4:13-15)
La palabra del testimonio. La manera de hablar de Dios es por el testimonio. Jesús dijo a los fariseos que si no creían por lo que les decía, al menos creyeran por lo que hacía, porque las obras que hacia daban testimonio de que era el Cristo, el Enviado de Dios para salvación. El es testigo fiel de la existencia de Dios y vino a dar testimonio a la verdad, para que nosotros también hablemos por la palabra del testimonio. Pero la palabra tiene dos vertientes para lo cual puede ser usada:
1) Para bendecir:” Y los bendijo Dios…” (Génesis 1:22); o para sembrar malicia o maldad, duda e incredulidad, para envenenar el alma:“Pero la serpiente era astuta (…) la cual dijo a la mujer: Con que Dios les ha dicho: No coman de todo árbol del huerto? (…) No morirán, sino que sabe Dios que el día que coman de él, serán abiertos sus ojos, y serán como Dios, sabiendo el bien y el mal” (Génesis 3:1-4)
2) Para declarar bondad y maldad, bendición y maldición:
” ¡Generación de víboras! ¿Cómo pueden hablar lo bueno, siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas. Mas yo les digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio.” (Mateo 12:34-36)
“Y mandó Moisés al pueblo en aquel día, diciendo: Cuando hayas pasado el Jordán, éstos estarán sobre el monte Gerizim para bendecir al pueblo: Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín. Y éstos estarán sobre el monte Ebal para pronunciar la maldición: Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí.” (Deuteronomio 27:11-13)
En la Biblia, hay diferentes formas en que la palabra puede ser usada:
1) Como clamor de justicia:”Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra.” (Gen. 4:10)
2) Para declarar en el corazón y bajo palabra de juramento:” (…) y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. Sino acuérdate del Señor tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.” (Deuteronomio 8:17-18)
3) Para declarar sanidad:“Y Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré. Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará.” (Mateo 8:7-8) “Pero clamaron al Señor en su angustia, y los libró de sus aflicciones. Envió su palabra, y los sanó, y los libró de su ruina.” (Salmos 107:19-20)
4) Para blasfemar:“A cualquiera que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo ni en el venidero.” (Mateo 12:32)
5) Para confesión de fe:“Les digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios.” (Lucas 12:8-9)
“Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.» (Romanos 10:8-10)
6) Para declarar guerra y paz.
Por medio de la palabra, decidimos lo que atraemos a nuestras vidas. Las palabras que pronunciamos llegan primero a nuestros oídos. Es el más cercano de todos los receptores de sonido, cuando emitimos la palabra. El impacto de las palabras (hablada o escrita) nos afecta a nosotros mismos primeramente. Si continuamente declaramos palabras negativas, nos quejamos continuamente, murmuramos, criticamos, emitimos juicio sobre los demás, es una semilla agria o salada que es sembrada y no dará frutos buenos.
Un fruto bueno es agradable al paladar. Los higos dulces, las uvas frescas, las fresas jugosas hacen delicioso y sabroso el alimento que comemos. Si el fruto es amargo, dará mala sensación al gusto. Así son las palabras que salen de nuestra boca. Son un reflejo del fruto que hay en nuestro interior. Lo negativo, destructivo y poco edificante, nos conducen a muerte. Los pensamientos de bien, las palabras positivas, las declaraciones de bendición son una semilla de vida.
Tú decides lo que comes. Tus palabras son alimento del alma. Hay que aprender a escoger comida con cuidado. Piensa antes de hablar, piensa en lo que hablas. Hablar palabras edificantes no hace daño. Proclamar palabras negativas no te hará cambiar la realidad. Tu realidad no varía porque la declares. Más si declaras lo que anhelas o deseas, y lo haces frente a Dios, abres las ventanas de los cielos al poder de la vid verdadera. En él está la vida y tú escoges la Palabra de vida o la letra muerta.
El poder de la vida y la muerte (II)
Cuando Jesús fue tentado, dice en Lucas y Mateo 4, que la respuesta de El al diablo fue: Escrito está. Las Escrituras dan testimonio de Jesús. Él dijo a los judíos, según Juan 5:39-40: ”Escudriñen las Escrituras; porque a ustedes les parece que en ellas tienen la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no quieren venir a mí para que tengan vida.”
El poder de la vida y la muerte está en el Verbo encarnado, Jesucristo hombre. Sus palabras son espíritu y son vida. Por la fe en su nombre, al confesarle con nuestra boca como Señor y Salvador, tenemos salvación. Hay poder de vida y de muerte en nuestra lengua. Proverbios 18:20-21 dice:”Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre; se saciará del producto de sus labios. La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos.” Si alimentas tu vientre con lengua mentirosa, serás aborrecido por Dios. Si das testimonio falso, te tragaras tus propias mentiras. Si usas tu lengua para lo indebido, para matar reputaciones, declarar juicio sobre los demás, para maldecir y no para bendecir, te saciaras de destrucción y oprobio.
Lo que siembras, cosechas. Una semilla de vida levanta un árbol de vida. Proverbios 15:4 dice: «La lengua apacible es árbol de vida; más la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu.” Y en 12:14 dice:”El hombre será saciado de bien del fruto de su boca; y le será pagado según la obra de sus manos.” Y también dice: ”Del fruto de su boca el hombre comerá el bien; mas el alma de los prevaricadores hallará el mal.” (13:2)
Comes tus palabras. Ellas te indigestaran si no son aceptables a tu alma o si tu cuerpo las rechaza. Te servirán de alimento si contienen ingredientes buenos, nutrientes de calidad. No subestimes el poder de la palabra. El silencio es una expresión de la fe. Salmos 37:7 dice:” Guarda silencio y espera en el Señor”. Tu palabra puede ser usada para impactar a otros. Si cambiamos nuestras palabras, podemos cambiar nuestras vidas. Escoge lo que bendice: destila agua dulce de tus labios, no amarga ni agria ni salada.
El apóstol Santiago, Cap. 3:1-12, nos hace una descripción de las características de la lengua: “Hermanos míos, no se hagan maestros muchos de ustedes, sabiendo que recibiremos mayor condenación. Porque todos ofendemos muchas veces. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo. He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo. Miren también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. De una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser ¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga? Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce.”
1) Porque todos ofendemos muchas veces. La lengua es ofensora.
2) La lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. Es altanera.
3) He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego. Es llama expansiva.
4) Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. Es un mundo de iniquidad y de maldad.
5) La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo. Es contaminante.
6) Inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Inflama el curso de la existencia para llevarnos al infierno. Ella misma es inflamada por el infierno.
7) Pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado. Es indomable. Un mal que no puede ser refrenado.
8) Llena de veneno mortal. Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que están hechos a la semejanza de Dios. Está llena veneno mortífero. Con ella, bendecimos a Dios, y maldecimos a los hombres hechos a su semejanza.
El poder de la vida y la muerte está en el poder de tu lengua. Si confiesas tus pecados, Dios es fiel y justo para perdonar. Si le dices a la montaña que se mueva, él lo haces con fe, la montaña se moverá. No hay montaña tan alta que no pueda ser removida. Alza tus ojos hacia los montes, tu socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra. ( Ver Salmos 121:1-2)
No eches basura a tu vientre. Escoges lo que dices. Lo que dices, recibes.