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No apaguéis el Espíritu Santo

Recordamos que el Apóstol Pablo en esta carta reconoce a la iglesia de Tesalónica y la pone de ejemplo por su conducta. La semana pasada Pablo nos recuerda nuestra relación con Dios y nos decía que siempre debemos estar gozosos, orar sin cesar y que demos gracias a Dios por todo y por todos, porque es la voluntad de Dios para nuestras vidas. Tomando en cuenta eso, y siguiendo con sus recomendaciones e imperativos, en los versículos de hoy Pablo nos dice que no apaguemos el Espíritu, que no menospreciemos las profecías, más bien debemos examinarlo todo cuidadosamente para retener lo bueno, y que nos abstengamos de toda forma de mal.

El combustible del Espíritu es la Palabra de Dios, por lo que Pablo dice que no apaguemos el Espíritu alejándonos de la lectura y estudio de la Palabra. Debemos mantenernos cerca de Dios a través del estudio de Su Palabra, para que ella nos aleje de los deseos de la carne, que nos hace preocuparnos solo por las cosas terrenales. El pecado y la desobediencia producen pérdida de gozo, se entristece el Espíritu, apagamos voluntariamente el Espíritu. Hay dos aspectos que debemos cuidar y por los que pagamos el Espíritu, que son la falta de fe y la ira. Entonces debemos cultivar la fe a través del estudio de las Escrituras y cuidarnos de la ira. En estos versículos, la palabra profecía se refiere a las prédicas, que son consideradas palabra o mensajes proféticos. Debemos poner atención a las prédicas por simple que nos parezcan, entender la interpretación y la aplicación de la Escrituras en nuestras vidas. Debemos escudriñar las Escrituras para conocer profundamente el carácter santo de Dios. Igualmente probarlo todo y retener solo lo bueno, para no pecar y hacer el esfuerzo de alejarnos de todo lo pecaminoso, porque el que no se refrena de las apariencias del pecado y no evita las tentaciones, no se mantendrá por mucho tiempo sin pecar. Para esto necesitamos discernimiento, que es un don dado por Dios que nos ayuda a separar lo bueno de lo malo. A medida que estudio la Palabra y medito sobre ella aumenta mi llenura del Espíritu y por ende mi sabiduría y/o discernimiento.

La falta de discernimiento produce esclavitud del pecado, me hace cautivo de mis propios patrones de conducta. Estas cosas debo aplicarlas en nuestras vidas a través de aumentar mi vida de oración, que produce gozo, aumentar el estudio de la Palabra, no tomar decisiones en base a un solo versículo, debemos revisar más profundamente las Escrituras para ver lo que dice Dios de ese tema. No llegar a conclusiones en momentos de ira, cultivar la humildad, vivir en la Palabra y por la Palabra, es decir en obediencia.

Fuente:
Pastor Miguel Nuñez

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