Es evidente que en nuestro transitar por esta vida, vamos a atravesar por todo un sin número de experiencias, unas agradables, y sin ningún vestigio de pesimismo las desagradables siempre excederán en su cuantía a las que se pueden denominar como “buenas”.
Según mi manera de ver los acontecimientos que se mueven alrededor de nuestra vida, de todos estos los que resultan más lacerantes, dolorosos y frustrantes son aquellos que tienen que ver con la traición, el relativismo y la marginación.
La manera común de enfrentar estos acontecimientos en el mundo, es vengándose de aquellos que nos hacen mal pero es un hecho comprobado que la venganza se convierte en un mal que nos corroe el alma. Los cristianos no somos inmunes a este flagelo y seremos traicionados.
Para otros lo que hacemos será malo, pero lo de ellos será bueno aun cuando sean los mismos hechos, lo que es conocido como relativismo y en otras ocasiones seremos marginados de tal manera, que nos parecerá estar en un desierto aun cuando nos hallemos rodeados de personas, por la sencilla razón de que solo seremos importantes para ellos mientras les podamos ser útiles.
El odio y la venganza
El odio ni la venganza podrán ser las armas que utilicemos para pagar a los que nos hacen mal.
Si quizás necesitas un ejemplo te hablaré de un rey que se despojó de su gloria, para llenarnos de su gracia A lo suyo vino y los suyos no le recibieron y como si fuera poco, echaron suertes sobre sus ropas, le pusieron una corona de espina, lo exhibieron como un delincuente y para colmo de males lo crucificaron. ¿Sabes que dijo desde la cruz? “Padre perdónalos” que no saben lo que hacen”
¿Has pasado por esa experiencia de Jesús? No necesito conocerte para saber que nunca has pasado por esto. Por tanto no tienes motivos ninguno para la venganza, pues Dios te perdonó aun cuando no había en ti ningún atractivo para hacerlo.
Los cristianos, por tanto, no solo deben abstenerse de la venganza, sino que deben devolver bien por mal (Romanos 12:19). El juicio divino hace las veces de la venganza (Lucas 18:7), si bien se dilata a veces hasta el último día.
El odio y la venganza Versículo para hoy:
“…No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor…” (Lucas 18:19)
Que los sufrimientos que las incomprensiones de este mundo te hagan pasar, no te hagan olvidar del gran amor de Nuestro Señor y Salvador y puedas vivir con la esperanza puesta en que Él no olvida lo que le hacen a sus hijos.