
No te sucederá ningún mal, ni plaga se acercará a tu morada. Pues Él dará órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te guarden en todos tus caminos.” Salmos 91-10-1-16-
En un mundo marcado por la incertidumbre, el miedo y los peligros visibles e invisibles, la Palabra de Dios se levanta como un refugio seguro para el corazón temeroso. Este pasaje del Salmo 91 no es solo una promesa, sino una declaración de cobertura activa y constante. Dios no ignora los peligros que nos rodean, pero Él afirma que ni el mal tocará nuestra vida ni la plaga cruzará el umbral de nuestro hogar.
Qué consuelo saber que los ángeles del Señor han recibido órdenes específicas: cuidarnos, protegernos, guardar nuestros pasos. No es una protección simbólica, es real, concreta y poderosa. Aun cuando no los vemos, ellos están trabajando. Y no lo hacen por mérito nuestro, sino porque Dios ha decidido amparar a los que habitan bajo Su abrigo (v.1).
Pero esta promesa también conlleva una responsabilidad: permanecer en obediencia, caminar por los caminos del Señor, y no exponer nuestra casa a aquello que abre la puerta al enemigo. Una morada segura no es solo la que tiene rejas en las ventanas, sino la que está santificada con oración, fe y obediencia.
Hoy, más que nunca, necesitamos declarar este Salmo sobre nuestros hogares. No como un amuleto repetido, sino como una confesión viva de confianza en el poder del Altísimo.
Mi Oración
Señor, gracias por prometer que ni el mal ni la plaga llegarán a mi casa. Hoy me aferro a Tu palabra, y bajo Tu cobertura declaró protección sobre mi hogar, mi familia y cada paso que damos. Envía a Tus ángeles, como has prometido, para que guarden nuestros caminos. Que mi morada sea una extensión de Tu presencia, y que el temor no tenga lugar donde Tú reinas. En el nombre de Jesús, amén