Basado en (Marcos 8.34) Jesús dijo: “Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame”. En este contexto, el maestro Jesús nos enseña que el llamado al servicio del amor del evangelio, la misericordia, la justicia, la fe, la compasión y la esperanza, tienen un consagrado sacerdocio de abnegación para poder servir a los demás como representante de Cristo, no a cambio de ser servido como negocio o ser el predominio central en sus propósitos.
Negarse a sí mismo en la visión de Jesús, nos habla de despojarnos de toda grandeza de altivez, nos habla de despojarnos de toda manipulación social que busque alcanzar más notoriedad que el mismo Cristo en la vida de los demás.
No nos habla de unirnos única y exclusivamente al propósito de Dios para su exaltación, su adoración y alabanza en espíritu y verdad, dando la gloria y honra en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. La palabra de Dios nos enseña que debemos menguar cada día para que la persona de Jesús crezca en nuestras vidas. (Juan 3:30). “Es necesario que Él crezca, pero que yo mengüe”.
En el reino de Jesucristo no cabe la soberbia, arrogancia y prepotencia, esos términos son sustituidos por el amor, la paz y la sabiduría con que Él quiere que sea guiado su pueblo.
Hoy en día todos necesitamos menguar, agradar más y más a Dios. Es necesario que Él crezca pero que nosotros mengüemos. En el capítulo Juan comenzó a morir sus aspiraciones y eso le permitió experimentar una alegría que lo sació completamente y le permitió que Cristo creciera en Él.
Necesitamos menguar, necesitamos morir nosotros mismos y permitir que la imagen de Jesús crezca en nuestras vidas, para no seguir haciendo lo que antes hacíamos. 1era de Juan 1:9: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad”.
Es esa la fidelidad que el Señor quiere que guardemos para con Él, que no desmayemos en nuestro afán de buscar la sanidad del pecado, que limpiemos nuestras almas, nuestros corazones y las orientemos al bien común.
Nuestra norma de vida como comunicadores y adoradores, como hijos y verdaderos irrealistas por la fe en Cristo están basados en la Biblia, para que como pueblos tengamos la verdadera gracia de Dios y seamos verdaderamente libres. Cito: (Juan 8:32) “Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libre.
Esta es una alabanza que expresa un deseo de imitar a Jesús. ¡El Señor Jesús debe ser nuestro modelo de vida! ¡Aleluya!