Mientras el Señor tenía trabajo para Pablo en Corinto, la furia de la turba fue contenida. Los judíos se oponían y blasfemaban; pero no podían detener la predicación del Evangelio ni la conversión de los oyentes. Dios tiene poder sobre las mentes más violentas. Dios hace que la ira del hombre le alabe cuando irrumpe, pero manifiesta aún más Su bondad cuando la reprime; y puede reprimirla. «A la grandeza de tu brazo enmudezcan como una piedra; hasta que haya pasado tu pueblo, oh Jehová, hasta que haya pasado este pueblo que tú rescataste.»
Por tanto, no sientan ningún miedo del hombre si saben que están cumpliendo con su deber. Prosigan con firmeza, como Jesús lo habría hecho, y quienes se oponen serán como una caña cascada y como un pábilo que humea. Muchas veces los hombres han tenido motivo para tener miedo, porque ellos mismos estaban temerosos; pero una valiente fe en Dios aparta el miedo como son apartadas las telarañas en el sendero de un gigante. Nadie puede hacernos daño a menos que el Señor lo permita. El que hace que el demonio huya ante una palabra, puede en verdad controlar a los agentes del demonio. Tal vez ya estén más temerosos de ti de lo que tú estás de ellos. Por tanto, sigue adelante, y donde esperabas encontrar enemigos, encontrarás amigos.
Fuente:
Charles Spurgeon | La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Roman