Cuando hablamos del diezmar, muchos tienen preguntas; una de ellas, si Dios cuida de alguien que no diezma. La respuesta es que sí; Dios cuida de sus hijos, el que diezma y el que no. Si nosotros, siendo malos, sabemos dar buenas dádivas a nuestros hijos, cuánto más nuestro Padre que está en los cielos. El que piensa que Dios no cuida del que no diezma, se está haciendo a sí mismo mejor que Dios. Tú no le das de comer a tus hijos por como ellos se comporten. Tú siempre cuidarás de ellos, se comporten como se comporten; son tus hijos. Y tú no eres mejor que Dios. Si tú haces eso, ¿cuánto más Dios?
Así que Dios cuida de una persona que no diezme y ofrende; pero tú no debes querer vivir siempre del cuidado de Dios, sino de la bendición de Dios. En tu casa siempre habrá comida para tus hijos, pero aquel que quiera que tú inviertas en algo adicional, tiene que comportase, seguir las reglas de la casa; haciendo esto, ahora extiendes más que el cuidado; ahora tiene acceso a las riquezas. Los padres lo que piden es una cosa: Obediencia. Si obedecen, tus hijos entran en un nivel de relación diferente contigo, donde tú puedes invertir en otra dimensión.
Hay 2 maneras de vivir conectado con Dios a nivel financiero: Vivir de la misericordia, o vivir de la bendición. Decide vivir en bendición. Dios cuida de ti con misericordia por mucho tiempo. El milagro de más larga duración en la Biblia, fue el maná que los israelitas tuvieron por 40 años en el desierto. Jesús multiplicó los panes y los peces, en 2 ocasiones y en 2 lugares diferentes, pero fue un milagro de 1 día; lo multiplicó, comieron y volvieron a su casa. Le dio una pesca milagrosa a Pedro en 2 ocasiones; pero, después de ahí, Pedro tenía que seguir pescando por sí solo. Así que el milagro de mayor duración fue maná por el día y codornices por la tarde. El pueblo vivía de la misericordia de Dios, pero eso no era lo mejor que Dios tenía para ellos. Porque el que vive de la misericordia, no vive de lo mejor que Dios tiene para su vida.
El gobierno quiere que tú dependas de ellos; y las supuestas ayudas que te dan, son dirigidas a eso; no a que te independices, sino a que dependas, porque de eso depende tu voto hacia ellos. Pero tú tienes que saber que esté quién esté en al mando, a ti Dios te va a prosperar comoquiera. Tú tienes que vivir desconectado de ese sistema del mundo, y conectado al sistema de Dios. Tu dependencia debe estar en Dios. La ayuda que el gobierno ofrece no es la mejor; pagas contribuciones para que ofrezcan educación, pero tienes que optar por educación privada para tus hijos porque el sistema de educación del gobierno es deficiente. Si no hay opción, es mejor que nada; muchos de nosotros nos formamos en el sistema público; pero el punto es que tú sabes que eso no es lo mejor.
La dependencia de la misericordia de Dios no es lo óptimo. Y el plan de Dios para tus finanzas es que tú vivas en lo óptimo. El maná está bien, pero no para 40 años. Si tú lo necesitas por 40 años, Dios te lo da por 40 años, pero Dios quiere que tú entres en la tierra prometida porque es lo óptimo que Él tiene para ti.
En Deuteronomio 11:8-32, Dios describe la tierra prometida, tierra que fluye leche y miel, y todas sus bendiciones. En estos versos, Dios les dice: Yo te doy esta tierra, y enséñale a tus hijos que esta es una tierra de bendición; tenlo de frente, háblalo, dilo, que yo cuido de esta tierra, que no tienes que vivir en el desierto, en el pasado, en maldición, o de la misericordia, sino aprende a vivir de la bendición. Cuando tú diezmas, uno de los beneficios más grandes es el acceso a la bendición de Dios, no a la misericordia de Dios. Cuando tú vives en el plan de las finanzas de Dios, caminas en su bendición, no de la misericordia.
“11 Al otro día de la pascua comieron del fruto de la tierra, los panes sin levadura, y en el mismo día espigas nuevas tostadas. 12 Y el maná cesó el día siguiente, desde que comenzaron a comer del fruto de la tierra; y los hijos de Israel nunca más tuvieron maná, sino que comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año.” Josué 5:11-12
Si el maná hubiera sido lo mejor, Dios se los hubiera dado por toda la vida. Pero, después de 40 años, cuando el pueblo entra a la tierra prometida, lo primero que Dios hace es cesar el maná. El maná no era el plan óptimo de Dios; cuando el pueblo entra en la tierra prometida, Dios le tiene provisión para 1 año; les tiene comida, bendición, prosperidad, abundancia. Si el maná hubiera sido lo mejor, Dios se lo hubiera seguido dando.
Hay 2 planes financieros. Dios cuida de ti, aunque tú no diezmes; pero, si tú no diezmas, tienes que saber que vas a comer maná. Dios cuida de ti; Él te ama, de la misma manera que amaba al pueblo de Israel; pero el maná no es lo mejor, no es el plan de Dios para ti; Él quiere que tú comiences a vivir en su bendición, de manera que te vuelvas su socio en todo. Porque lo óptimo no es vivir de lo que recibes de Dios; lo óptimo es producir junto a Él. Eso era lo que pasaba en la tierra; el pueblo sembraba, y Dios enviaba su lluvia; esa combinación traía multiplicación. El pueblo no podía hacer que lluvia cayera, pero sí podía sembrar; lo hacían, y Dios enviaba lluvia, temprana y tardía. Cuando tú tienes a Dios cuidando tu tierra, cuidando por lo que tú haces, por tu negocio, todo lo que tú haces, promete producir al ciento por uno. Es la combinación de Dios y tú.
Dios va a cuidar de ti, pero hay algo más óptimo para tu vida. Un día el maná se tiene que acabar para que entres en la tierra donde eres tú trabajando con Dios y produciendo un fruto óptimo de todo lo que tú haces y de todo lo que tú eres. Es ahí donde tienes que entrar, y eso es parte del sistema de los diezmos; cuando tú obedeces a Dios en toda área de tu vida, te haces socio de Dios en la tierra prometida. La tierra prometida no es una tierra de dependencia, sino que es la tierra donde Dios y tú trabajan en conjunto para hacerla producir. Mientras tanto, tienes que mirar al cielo, a ver qué cae del cielo. Pero ese no es el plan óptimo de Dios.
Escoge hoy si vives de misericordia, o vives de bendición; si de milagros, o de bendición.