Articulos

Mi Dios es Padre Eterno

Todo lo eterno le corresponde a Dios. Nadie, sino únicamente Él, puede tener relación con lo eterno. Sólo Él puede ofrecer vida eterna, por ser Dios es camino eterno, roca eterna, hogar eterno; ningún escritor dejó ni dejará palabra eterna, ni hombre ser testimonio eterno u ofrecer salvación eterna, gozo eterno, tampoco haber signado un pacto eterno. Nuestro Dios es el Padre eterno porque todo en Él lleva el sello de la perpetuidad, de lo perenne, de lo imperecedero. La Palabra no se cansa de decírnoslo, de recordárnoslo y nosotros lo ignoramos.

Lo eterno en el Padre no se restringe sólo a su paternidad, sino a hacernos comprender que todo lo que para Él es eterno, si hijos somos de Él por la fe en Jesucristo, también lo es para nosotros. Quien tiene al Padre, es también heredero de lo eterno. Quien tiene al Hijo también tiene a Dios. Jesús dijo “El Padre y yo somos uno”. (Jn 10.30). Miren que hermosa promesa: “Ya no será el sol tu luz durante el día, ni con su resplandor te alumbrará la luna, porque el Señor será tu luz eterna; tu Dios será tu gloria” (Is 60.19.)

En mis primeros años de cristianismo meditaba mucho sobre la vida eterna. Me parecía increíble que sólo por el beneficio de la fe, fuera tan laureado por Cristo después de tanto pecado cometido. Me parecía demasiado simple. En mi mente las cosas debían ser más complejas, yo debía hacer más que tener fe en Él para gozar de una nueva vida. Caí, como suele suceder, en el legalismo de hacer cosas para merecer mi salvación. Hasta que me encontré con el apóstol Pedro y me detuve a leer y releer un par de versículos que hasta hoy continúan siendo mis anhelos como cristiano: “…esfuércense por añadir a su fe, virtud; a su virtud, entendimiento; al entendimiento, dominio propio; al dominio propio, constancia; a la constancia, devoción a Dios; a la devoción a Dios, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. (2 P 1.5-7).

Estos atributos hacen un retrato perfecto de Cristo, el Emmanuel eterno, el Dios eterno. Si valoráramos más lo eterno de la salvación, nos esforzáramos más por imitarlo, conocerlo más, amarlo (seguirlo) más. A Él, por su relación paternal y fraternal con el pueblo redimido, que es la iglesia del Dios viviente, le coronó Dios como Rey de Reyes y Señor de Señores, soberano eterno. Reitero lo que dice Jesús: “El Padre y yo somos uno”. (Jn 10.30).De aquí se infiere su relación paternal con los hijos de Dios.

La luz que resplandece se hizo cuerpo en Emmanuel (Is 9.2), una luz eterna como su evangelio, regalo disponible para todo el que anda en tinieblas: “… el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para que conozcamos al Dios verdadero. Y estamos con el Verdadero, con su Hijo Jesucristo. Éste es el Dios verdadero y la vida eterna. (1 Jn 5.20). Le recomiendo que lea otra vez este revelador versículo.

Realmente debiéramos vivir en el gozo del Señor. Sólo el pensar que somos una diminuta partícula de eternidad en la inmensidad del universo creado por Dios, es motivo de asombro y también de gratitud. Recuerda que pronto es Navidad. Ofrece y comparte el mejor regalo, que es Cristo, el Dios eterno, la luz que resplandeció en el mundo y nos buscó un espació en su eternidad.

¡Dios te bendiga!

Lectura sugerida: Salmo 76

Fuente:
Faustino de Jesús Zamora Vargas

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Botón volver arriba