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Más que una Oración: Enseñando a Nuestros Hijos a Vivir en Fe y Arrepentimiento

Si eres madre o padre cristiano, seguramente una de tus más grandes cargas es la salvación de tus hijos. Queremos verlos seguros en los brazos de Jesús. Sin embargo, más allá de un momento puntual de “oración de salvación”, lo que realmente necesitan es aprender a vivir una vida marcada por la fe y el arrepentimiento.

La importancia del inicio
Como padres, deseamos que nuestros hijos confíen en Cristo y que un día puedan decir: “Jesús es mi Salvador”. Y sí, la Biblia afirma: «Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo» (Ro 10:13).

Pero la conversión no es solo una oración, ni un evento aislado en el tiempo: es el inicio de una carrera que se corre toda la vida.

Más que un comienzo, un estilo de vida
Jesús dijo: «Arrepiéntanse» (Mt 4:17). Martín Lutero lo resumió bien: toda la vida del creyente debe ser una vida de arrepentimiento.

La fe y el arrepentimiento no son pasos iniciales que dejamos atrás, sino el latido constante de un cristiano. Día tras día, reconocemos nuestra necesidad de perdón y confiamos en Cristo para recibir nueva gracia.

Cómo guiar a tus hijos en el camino
En vez de enfocarnos en que nuestros hijos repitan una oración para “asegurar” su salvación, podemos enseñarles a caminar en fe y arrepentimiento en lo cotidiano:

  • Cuando desobedecen, ayúdales a reconocer que han pecado contra Dios.
  • Oren juntos, pidiendo perdón y un corazón dispuesto a obedecer.
  • Muéstrales que Jesús vino para salvarnos y transformarnos, no solo para darnos una entrada al cielo.

De esta forma, los estamos guiando no solo a un momento, sino a un estilo de vida cristiano.

La meta final
No sabemos cuándo exactamente nuestros hijos cruzarán la línea de salida de la fe, pero sí podemos acompañarlos en la carrera. No se trata de que recuerden un día o una fecha específica, sino de que aprendan a vivir cada día confiando en Cristo.

La labor de los padres es sembrar la verdad y el amor de Dios en sus corazones, mientras oramos para que el Espíritu Santo produzca fruto. Así, nuestros hijos no solo aprenderán cómo comenzar, sino cómo perseverar hasta el fina.

Fuente:
Adaptado de Champ Thornton

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