
Nosotros, los cristianos, no caminamos al ritmo del mundo, sino al paso firme del Espíritu. Estamos llamados a marchar con la bandera del Reino de Dios en alto, no como símbolo de superioridad, sino como señal de esperanza viva. En medio de tiempos de confusión y cambio, levantamos bien alto la verdad que no cambia: la Palabra de Dios.
Hoy más que nunca, es tiempo de abrazar nuevos modelos de vida, no basados en ideologías pasajeras, sino en los principios eternos que Dios ha establecido. Ser luz implica avanzar con convicción, viviendo con integridad, compasión y propósito.
Que este día nos encuentre firmes, con la mirada en Cristo y el corazón dispuesto a reflejar su amor. ¡Sigamos marchando con la bandera de la fe en alto, proclamando que nuestro Rey vive y reina!
«Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.»1 Corintios 15:57