“¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis”. 1 Corintios 9:24
Hace algunos meses junto a mi esposa Yamita decidimos comprar un juego que nos ayudaría a hacer ejercicios, se trata de un juego en donde realizas ejercicios cardiovasculares y calcula las calorías que necesitas quemar. Durante 30 días tienes que realizar los ejercicios que ahí te muestra, te colocas un aparato en la pierna y otro en la mano y con un censor de movimientos que esta sobre la pantalla del televisor se te evalúa si estas o no haciendo correctamente los ejercicios, sino lo haces correctamente, entonces no pasas de ahí, hasta que lo realices correctamente, son aproximadamente 15 ejercicios diferentes diarios en lo cual puedes tardarte de 20 a 40 minutos en realizar.
Al principio los dos comenzamos a realizarlos, era muy divertido a la vez que nos ayudaba a desestrezarnos y mantenernos en forma. Es así como cada día nos veíamos corriendo en el mismo lugar, realizando otros ejercicios como, estiramientos, tenis, patinaje, boxeo, atletismo, basketball, etc.
Los primeros días eran emocionantes, y sentíamos como el ejercicio esta desoxidando nuestros huesos, era muy divertido pero también sudábamos mucho y a la vez quemábamos calorías.
Pero un día de esos no tuve ganas de hacer los ejercicios correspondientes a ese día, lo postergue para el día siguiente. Cuando llego el día siguiente, tampoco me dieron ganas de hacerlo, porque no quería sudar, así que lo postergue para el día siguiente. Así lo fui postergando y ahora 3 meses después o más, aun sigo postergándolo.
Lo que quiero decir con esto es que cuando nosotros paramos de hacer algo, cuesta nuevamente coger el ritmo, o ¿No te ha pasado a ti? Yo no necesito mucho ejercicio ya que Dios me doto de un cuerpo que aunque coma y coma no subo de peso. Pero era una buena rutina para mantener mi cuerpo sano a través del ejercicio, pero me cuesta un mundo coger el ritmo nuevamente.
Es como el fútbol, no lo practico desde hace varios meses, me hace falta jugar de vez en cuando, pero no tengo el tiempo que necesitaría para ello, pero cuando vuelva a jugar, se que el día siguiente del juego, no aguantare mis piernas, porque no están acostumbradas a correr desde hace un tiempo.
Eso suele pasar también en la vida espiritual, luego que tu llevas un ritmo estable en tu vida espiritual, estas orando, estás leyendo la Palabra, estas congregándote regularmente, estar sirviendo y haciendo todo correctamente como se tiene que hacer. Cuando dejas ese ritmo por cuatros o cinco días, o una o dos semanas, entonces para volver a tomar el ritmo que llevabas, te será un poco más difícil, no digamos si perdiste el ritmo hace un mes, dos, tres o más meses.
Por esa razón es necesario no confiarnos, es necesario no acomodarnos a aquello que luego nos puede causar problemas espirituales, yo me puedo dar el lujo de no hacer ejercicio, pero también se que es necesario para mantener sano el templo y morada del Espíritu Santo, pero ¿Qué de la vida espiritual?, ¿Me puedo dar el lujo de estar postergando la santidad?, ¿De estar postergando la integridad?, ¿De estar postergando el tiempo de oración o de lectura de su Palabra?
¡Claro que NO! En la vida espiritual todo es de vida o muerte, si tu dejas de alimentarte y fortalecerte espiritualmente, estarás vulnerable a los ataques del enemigo, que en cualquier momento pueden matarte espiritualmente.
Quizá los últimos días o semanas, has dejado el ritmo que habías llevado, ese ritmo que te estaba dando victorias, tras victorias, ese ritmo que te hacía sentir seguro en El, pero que por situaciones de la vida o por un simple fatiga espiritual o acomodo espiritual, has estado postergando las cosas espirituales que bien te hacen para tu vida. Por esa razón últimamente quizá te has sentido diferente, sin fuerzas y débil antes las situaciones que se te presentan.
Es momento de analizar que ritmo estoy llevando en mi vida espiritual.
No es tiempo de estar postergando las cosas espirituales, es momento de coger el ritmo espiritual que Dios quiere que mantenga, los tiempos no son buenos y los que corren en la pistas de atletismo hacia la meta, no se detienen a medio camino, sino que corren y corren por llegar a la meta.
Corramos de tal forma que el ritmo espiritual se mantenga en nuestra vida.