Voz del Tabernáculo

Mantener una amistad con Dios requiere una entrega diaria y un compromiso constante de vivir de acuerdo a Su voluntad

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La amistad con el mundo, caracterizada por sus valores y deseos opuestos a los de Dios, puede convertirse en una barrera que nos separa de la comunión con Él. El mundo, con su constante énfasis en el materialismo, el hedonismo y el egoísmo, a menudo nos desvía de los caminos de rectitud y justicia que Dios desea para nosotros. Al priorizar las cosas del mundo sobre las enseñanzas divinas, podemos encontrar que nuestra relación con Dios se debilita.

Es crucial recordar que ser amigos del mundo no solo implica adaptarse a sus valores, sino también conformarse a sus prácticas y filosofías. Este tipo de amistad puede llevarnos a justificar comportamientos que son contrarios a los principios bíblicos y, en última instancia, alejarnos de la verdad.

Para mantenernos en comunión con Dios, es esencial cultivar una vida espiritual sólida basada en la oración, el estudio de las Escrituras y la comunidad con otros creyentes. Al hacerlo, fortalecemos nuestra fe y nos capacitamos para resistir las tentaciones del mundo. Debemos esforzarnos por ser luz en medio de la oscuridad, recordando que aunque estamos en el mundo, no somos del mundo.

Mantener una amistad con Dios requiere una entrega diaria y un compromiso constante de vivir de acuerdo a Su voluntad, dejando de lado las influencias mundanas que pueden desviar nuestro enfoque y propósito. De esta manera, podemos experimentar una comunión más profunda y significativa con nuestro Creador.

 

Margarita García

Margarita García

Directora del Tabernáculo Prensa de Dios

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