El día malo es un buen momento para tú pedirle a Dios que te revele su futuro para tu vida. En medio de dificultades, lo que puede iluminar tu vida es recibir la revelación de Dios de su dirección y su plan para ti. Cuando, en vez de buscar esta revelación de Dios, comienzas a reaccionar sin su dirección, lo que haces es perder energía, dinero, relaciones. Tú no puedes permitir que los días malos te provoquen tomar decisiones que te hagan perder las cosas que Dios ha ido construyendo en tu vida para revelar eventualmente tu futuro. El día malo es el momento en que tú necesitas saber dónde Dios quiere que tú estés, lo que Él quiere que tú hagas, lo que Él quiere para tu vida.
Abraham se encontró un día en ese momento crucial. Ya Dios le había dicho que sería padre de mucha gente. Pasaron años, hubo situaciones familiares, y en medio de todo eso Dios le dice que le va a bendecir, a lo que Abraham responde: ¿Cómo dices que me vas a dar todo eso, y todavía no me has dado un hijo? Abraham lo que estaba buscando era que Dios le revelara el plan que Él tenía para su vida. Y Dios envío un hombre que le dijera lo que Él haría. No te rindas en medio del día malo; aprende a buscar de Dios. Busca lo que Él tiene para ti, busca qué hay detrás de todo lo que estás viviendo. Que no sean tus ideas, que no sea una buena idea la que te mueva en medio de tu crisis, que no sea una emoción; muévete exclusivamente por la revelación de Dios, por su dirección para tu vida. En medio de tu día malo, tú verás las revelaciones más grandes de Dios para tu vida, y cuando todo parezca cerrarse, el camino se va a abrir delante de ti.
En medio de tus días malos, tu actitud no puede ser dirigida por tu dificultad, sino que tu acto de fe tiene que revelar lo que tú estás esperando que ocurra. Si, en tiempo de sequía, pidieras a Dios que llueva, pero no te preparas con un paraguas, entonces no tienes fe. Dices tener fe, pero los planes que estás haciendo no van conforme a la fe que profesas, sino al fracaso que ves venir por la dificultad que estás viviendo. Toma decisiones que demuestren que tu fe está activada, pequeñas decisiones que demuestren una actitud de que le estás dando una orden a toda tu vida de que se prepare para lo más grande que viene para ti.
“38 Eliseo volvió a Gilgal cuando había una grande hambre en la tierra. Y los hijos de los profetas estaban con él, por lo que dijo a su criado: Pon una olla grande, y haz potaje para los hijos de los profetas.” 2 Reyes 4:38
En un tiempo de hambre, tiempo de grande dificultad, lo primero que Eliseo mandó a hacer fue comer; mandó a preparar una olla grande. Ninguno de aquellos profetas estaría sujeto a las circunstancias que se estaban viviendo; prepararon la olla para celebrar que, en medio del hambre, ellos tendrían comida. Eliseo no se movería por las circunstancias; sus acciones demostraron la fe que él tenía de lo que Dios podía hacer.
Tú no tienes que hacer cosas muy dramáticas, pero si estás creyéndole a Dios que vas a tener un nuevo automóvil, comienza a limpiar tu garaje; prepara espacio para lo que Dios te va a dar. Toma acciones que le den la orden a tu mente de que tú no te vas a sujetar al día malo que estás viviendo, que tú no vas a tomar decisiones basadas en las dificultades que estás atravesando, sino en las cosas que Dios ha dicho para tu vida. Son estos pequeños detalles los que manifiestan tu fe.