Las palabras del Señor parecen ser, a primera vista, un poco contradictorias. Por un lado, afirma que el mundo ha rechazado a sus discípulos, precisamente porque pertenecen a otro reino enteramente diferente. Las diferencias en los estilos de vida, en los valores y en los compromisos, se conjugan para poner en evidencia las faltas de los que están identificados con este presente siglo malo. El resultado es, para los que están en Cristo, conflicto y persecución.
En la siguiente frase, sin embargo, Jesús le pide al Padre exactamente lo opuesto de lo que hubiéramos pedido nosotros: que no los quite del mundo. Digo que es lo opuesto a lo que, instintivamente, haríamos nosotros, porque creemos siempre que lo mejor que le puede ocurrir al otro, si está dentro de nuestras posibilidades hacerlo, es que le evitemos pasar un momento de dificultad. Cristo aclara en su oración que los discípulos, no son del mundo. Por esta razón no pretende en ningún momento que se sientan cómodos en este entorno. A pesar de esto, muchos hijos del Señor están dedicados a buscar la manera de pasarlo lo más bien posible en la tierra, mientras caminan hacia la eternidad Jesús ora diciendo: «No ruego que lo, quites del mundo, sino que los guardes del mal». ¡Dios te bendiga!
#Juan17:14-17.