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Malas decisiones y eventos inesperados

En la historia de la viuda y el aceite, es importante ver varios aspectos para poder internalizar la enseñanza y sacarle verdadero provecho.  La primera, cuando esta mujer explica la situación, lo primero que se nos dice es que su esposo fue un siervo de Dios, alguien bueno.  Siempre preguntamos por qué pasan cosas malas a gente buena; Pero es que ser cristiano no te exime de malas decisiones.  Aquel hombre fue siervo de un profeta, pero se endeudó, tomó malas decisiones, y si tú tomas malas decisiones, tienes malos resultados.  Tu fe no es una pastilla en contra de la irresponsabilidad.  No llames proceso a las consecuencias de tus malas decisiones.  Dios no te está procesando.  Lo hiciste mal.  No es proceso, sino consecuencia de malas decisiones.  Puedes orar todo lo que tú quieras, pero si tomas malas decisiones, de nada te sirve.  Puedes diezmar, pero si el 90% lo malgastas, de nada te sirve.

Este hombre servía a Dios, y tomó malas decisiones.  Pero asumamos que no fueron malas decisiones, sino que las tomó sabiamente.  Lo segundo de lo que tú no estás exento es de eventos inesperados.  Este hombre pudo haber tomado una deuda que él pudiera pagar, pero no contaba con que fuese a morir.  Entonces, una buena decisión se convierte en mala, por un momento inesperado.  Y los creyentes no estamos exentos ni de malas decisiones ni de eventos inesperados.  Tú coges un préstamo a 30 años, contando con tu trabajo, pero ¿y si cierran la compañía?  Después te preguntas por qué pasan cosas malas a gente buena, pero es que ninguno estamos exento de malas decisiones ni de eventos inesperados.  Lo que no puedes es perder la fe en medio de todas esas cosas.

Fuente:
Pastor Otoniel Font  

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