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Madurez en el uso de los dones

Un grave error que puede cometer un líder espiritual es reprimir la enseñanza acerca de los dones espirituales, o enseñarle a su congregación que los dones no son para nuestro tiempo. Esto les roba el mayor recurso que Dios ha provisto para la efectividad y vitalidad de su pueblo.

Se requiere urgentemente, sin embargo, que el pueblo de Dios rescate el uso bíblico, balanceado, de los dones, y que los saque de los extremos tanto del fanatismo como de la negación en que los hemos sumido en la actualidad.

Se requiere como nunca líderes espirituales con un entendimiento y una experiencia maduros de los dones y misterios del Espíritu. Necesitamos urgentemente pastores y maestros capaces de introducir a los creyentes en el sano empleo de toda la armadura de Dios. Ese conocimiento les permitirá permanecer firmes contra las acechanzas del diablo, y ejecutar efectivamente las tareas que Dios les ha asignado.

Tristemente, hay mucho abuso con respecto al empleo de los dones en un gran sector del pueblo de Dios en todo el mundo. Hay que admitir que mucho de lo que hoy pasa por profecía, guerra espiritual y ministerio apostólico está lejos de serlo.

Es preciso insistir que estamos desesperadamente necesitados de corrección verdaderamente apostólica con respecto al uso bíblico de los dones. En 2 Crónicas 18 se nos muestra cómo el don de la profecía puede ser totalmente abusado y distorcionado. Si algo aprendemos de ese pasaje, es que hay dones proféticos verdaderos y dones proféticos falsos. Sedequías, quien se construye unos cuernos de hierro para animar a Acab a ir a la guerra contra Ramot de Galaad, es la esencia misma del falso profeta, auto engañado con la idea de que posee un verdadero don, pero, en realidad, sujeto tristemente al engaño diabólico.

Necesitamos sana instrucción que enseñe el balance adecuado entre los dones y el Fruto del Espíritu Santo, y que establezca un marco bíblico complejo y matizado para el sano funcionamiento de los dones en el pueblo de Dios. Eso fue lo que motivó al apóstol Pablo a escribir los capítulos 13 y 14 de 1 Corintios, por ejemplo.

Los dones no son un fin en sí mismos. Necesitan un marco de amor y sabiduría para funcionar como es debido. No nos dejemos deslumbrar por los dones, convirtiéndonos en siervos de ellos. Sujetémoslos a los demás principios de la Escritura. Y sujetémoslos al entendimiento de Dios dentro de nosotros. El mover de Dios se da dentro de un marco de orden y disciplina. Después de todo, como aclara el apóstol Pablo, «los espíritus de los profetas están sujetos a los profetas» (1 Corintios 14:32).

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