Voz del Tabernáculo

Lucas 1-37 – La Fe que Rompe los Imposibles

La peor pérdida en la vida no es la de lo material, ni siquiera la pérdida física de un ser querido. La peor pérdida es la pérdida de la fe. Cuando dejamos de creer, cuando permitimos que la duda nos robe la certeza de que Dios es soberano, todo lo demás se derrumba: la confianza, la esperanza, el propósito. Sin fe, la vida pierde su sentido, y nuestros caminos parecen no tener dirección.

Ayer fui testigo de cómo la fe puede cambiarlo todo. Nos encontrábamos en un hospital, esperando los resultados de unos exámenes médicos que ya habían sido realizados en tres ocasiones, todos con el mismo diagnóstico: un cáncer terminal. La noticia pesaba sobre nosotros como una sentencia inamovible. Sin embargo, en ese momento de incertidumbre, llegó una palabra de fe. No fue un discurso elaborado ni una oración compleja, sino una oración sencilla, pero llena del poder de Dios. Fue como una semilla que cayó en tierra fértil.

Más tarde, cuando ya era de noche y todo parecía indicar que la persona sería internada, recibí una llamada. Al otro lado de la línea, una voz conmovida me dijo: «Quiero hacer la oración de fe, porque sé que esa oscuridad en las placas no volverá a salir». En ese instante, comprendí una vez más que nosotros solo somos instrumentos en las manos de Dios. No es nuestra elocuencia ni nuestro esfuerzo lo que cambia la realidad, sino el poder de Dios manifestado en un corazón dispuesto a creer.

La fe no es solo un sentimiento de esperanza, sino una convicción que transforma. Jesús dijo en Marcos 11:22-24 que si tenemos fe y no dudamos en nuestro corazón, podremos decirle a un monte que se mueva, y así será. La fe nos conecta con lo sobrenatural, nos lleva a ver más allá de los diagnósticos, de las circunstancias y de lo que nuestros ojos naturales perciben.

Este testimonio no es solo una historia de sanidad, sino un recordatorio de que la fe es nuestra mayor arma en la batalla espiritual. Dios sigue haciendo milagros hoy, pero nos toca a nosotros creer. Como dice Lucas 1-37: «Porque nada hay imposible para Dios».

Si hoy sientes que tu fe ha menguado, vuelve a la fuente. Dios sigue obrando, sigue hablando, sigue sanando. No permitas que el enemigo robe lo más valioso que tienes. La fe es la llave que abre la puerta a lo imposible. ¡Cree, porque Dios es fiel! Gracia y Paz.

Margarita García

Margarita García

Directora del Tabernáculo Prensa de Dios

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