
A veces, en la vida nos encontramos con obstáculos que parecen insuperables. Nos esforzamos, luchamos y aun así sentimos que no avanzamos. Es en esos momentos cuando la desesperanza toca la puerta y la tentación de rendirse se hace presente. Sin embargo, la clave no siempre está en desistir, sino en cambiar la manera en que vemos las cosas y el camino que estamos tomando.
La Palabra de Dios nos enseña que «muchos son los pensamientos en el corazón del hombre; más el consejo de Jehová permanecerá» (Proverbios 19:21). Esto nos recuerda que, aunque tengamos nuestros propios planes, es fundamental alinearnos con la voluntad de Dios, pues Él conoce el mejor camino para nuestras vidas.
A veces, el problema no es la falta de esfuerzo, sino la dirección en la que lo estamos poniendo. Es posible que estemos invirtiendo nuestras fuerzas en algo que no es el propósito que Dios tiene para nosotros. En lugar de rendirnos, debemos detenernos y preguntarle al Señor: ¿Estoy en el camino correcto? ¿Debo cambiar mi enfoque?
Pedro, cuando caminó sobre las aguas hacia Jesús, comenzó a hundirse no porque la tormenta fuera más fuerte, sino porque apartó su mirada del Señor y se enfocó en el viento y las olas (Mateo 14:28-31). La enseñanza aquí es clara: no importa cuán fuerte sea la tormenta, si mantenemos nuestros ojos en Jesús, Él nos sostendrá.
Si sientes que ya no puedes más, antes de rendirte, cambia tu enfoque. En lugar de ver el problema, mira a Dios. En lugar de enfocarte en tus debilidades, recuerda su fortaleza. En lugar de quedarte en la frustración, permite que el Espíritu Santo te guíe hacia nuevas oportunidades.
No te rindas, solo cambia tu enfoque. Dios tiene un propósito para ti y, si permaneces en Su dirección, verás Su gloria en tu vida. NO TE RINDAS, SOLO CAMBIA TU ENFOQUE
A veces, en la vida nos encontramos con obstáculos que parecen insuperables. Nos esforzamos, luchamos y aun así sentimos que no avanzamos. Es en esos momentos cuando la desesperanza toca la puerta y la tentación de rendirse se hace presente. Sin embargo, la clave no siempre está en desistir, sino en cambiar la manera en que vemos las cosas y el camino que estamos tomando.
La Palabra de Dios nos enseña que «muchos son los pensamientos en el corazón del hombre; más el consejo de Jehová permanecerá» (Proverbios 19:21). Esto nos recuerda que, aunque tengamos nuestros propios planes, es fundamental alinearnos con la voluntad de Dios, pues Él conoce el mejor camino para nuestras vidas.
A veces, el problema no es la falta de esfuerzo, sino la dirección en la que lo estamos poniendo. Es posible que estemos invirtiendo nuestras fuerzas en algo que no es el propósito que Dios tiene para nosotros. En lugar de rendirnos, debemos detenernos y preguntarle al Señor: ¿Estoy en el camino correcto? ¿Debo cambiar mi enfoque?
Pedro, cuando caminó sobre las aguas hacia Jesús, comenzó a hundirse no porque la tormenta fuera más fuerte, sino porque apartó su mirada del Señor y se enfocó en el viento y las olas (Mateo 14:28-31). La enseñanza aquí es clara: no importa cuán fuerte sea la tormenta, si mantenemos nuestros ojos en Jesús, Él nos sostendrá.