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Los mansos están hechos para gobernar

De ninguna manera el mensaje de las bienaventuranzas debe ser tomado como que vas a hacerte pobre de espíritu para ser bienaventurado.  No es: hazte pobre para que seas bienaventurado.  La bienaventuranza no tiene nada que ver con el hacer, sino con el ser.

Las bienaventuranzas son lo mismo que hizo Moisés, pero en un contexto diferente.  Cuando Moisés da los diez mandamientos, los da desde el hacer: no hagas, para recibir esto.  Desde el hacer, porque eso era la ley.  Cuando una persona se arrepiente, ya no tiene que trabajar desde el hacer, sino desde el ser.  No haces para ser bendecido, sino que, porque te arrepentiste, eres bienaventurado, tienes una posición espiritual de bienaventurado, y por lo tanto, esta es la manera en que lo demuestro.  El bienaventurado es pobre de espíritu.

No toda pobreza es bendecida.  La Biblia está llena de montón de versos bíblicos que te demuestran que la pobreza, en ciertos aspectos, es causa de la vagancia, de la maldición, de las malas decisiones de la vida de una persona.  Así que, no toda pobreza es bendecida.  Pero el bendecido es pobre de espíritu, y ya hemos explicado lo que eso representa.

La palabra nos habla de un llanto de nuestro interior y de cómo seremos consolados.  Cuando una persona es bendecida, cuando tiene una posición que reconoce lo que Dios ha hecho en su vida, desde esa posición, vemos la condición del mundo a nuestro alrededor, y no nos queda más remedio que sentir en nuestro interior, el dolor de poder ver que tú ves lo que otros no ven, y que por lo tanto, no experimentan lo que tú experimentas.  Y el llanto que recibes es la tristeza de no poder quizás tú hacer por otro lo que Dios ha hecho por ti porque ellos necesitan tener la misma experiencia que tú tienes.

Sé manso, ecuánime, gente con el poder y la autoridad que Dios nos ha dado, sujetada y controlada.  Que tú seas la diferencia en el mundo, que no tiene ningún tipo de control de sus emociones; y que tú puedas vivir con esa capacidad de caminar en un mundo lleno de caos, de provocación, y ser como madera mojada, que no la prenden fácilmente.  Que, en ese sentido, cuando llegue la provocación a tu vida, de un lado a otro, puedas tener la capacidad de mantener tu espíritu en mansedumbre, sabiendo quién eres, en quién has creído, confiando en el Dios al que sirves, y sabiendo que, pudiendo hacer cosas, tú decides no hacerlas porque no es lo correcto en ese momento.  No seas emocional.  Vivamos como cristianos que podamos sentarnos y hablar, dejar las emociones a un lado, que no nos provoquen fácilmente por cualquier cosa, que no salgamos respondiendo con altanería porque alguien dijo cualquier cosa; ahí es que perdemos.  Por eso es que el Señor dice: bienaventurados los mansos de espíritu porque ellos recibirán la tierra por heredad.  En otras palabras, lo que otros quieren conquistar, los mansos lo heredamos, a los mansos se les entrega, a los mansos se les da.  Porque a la gente que es mansa se les da la capacidad y la oportunidad para gobernar porque tú no puedes poner una persona emocional en el poder porque, con ese poder, puede destruir cualquier cosa.

Cuando hablamos de manso, la mejor manera de explicarlo es como un animal que tenemos bajo control, domesticado.  Es como el perrito que tú lo tienes y es manso.  Sabes que tiene todos los bríos y la fuerza y que a la orden que tú le des puede salir corriendo y hacer lo que sea, pero tú lo tienes domesticado y lo tienes manso, lo tienes bajo control.  En una serie de televisión, en una ocasión, estaba el presidente de una nación con su doctor, quien recibió una carta para activarlo para pelear, ya que estaba en el ejército.  El presidente le dice que no tiene que irse, que él podía hacerle una carta para que pudiera quedarse.  Pero el soldado le dijo que era su deber ir a pelear; y no aceptó la dispensa del presidente.  Así que, se monta en el avión, y ese avión lo destruyen.  Y al presidente le dio coraje porque aquel joven, junto a otros, había muerto de forma cruel.  Se mete en el Situation Room, y lo que tiene ganas es de apretar un botón y explotar aquella ciudad.  Y cuando llega allí, dice: ¿qué tenemos que hacer?  Y el general le dice: explotemos esta antena y aquella otra, y destruyamos diez carros.  Y el presidente se pone furioso, pero su amigo lo saca aparte, y le dice: tú puedes hacer lo que te da la gana, pero serás juzgado no por el poder que hiciste o que liberaste, sino por cómo tú uses el poder proporcionalmente, por cómo tú midas el poder que vas a usar.  Y el presidente tuvo que entrar una vez más, y decir: explota las antenas y los carros.  Pero tuvo que poner la ira bajo control porque el hecho de que tú tengas el poder para hacer lo que te dé la gana, lo que quieras, no te da el derecho de usarlo de esa forma.  Y, lamentablemente, a veces, a los cristianos se nos olvida eso.

Tú no le puedes dar tanta autoridad, tanto poder, a una persona que no va a saber manejarlo.  Entonces, ¿cuál sería el balance?  Porque tampoco puedes tener a alguien que no esté dispuesto a usar el poder cuando necesite usarlo, que no sepa usar el poder cuando necesita usarlo; en otras palabras, ser manso no quiere decir ser demasiado blando, sino saber el poder que tienes y saber usarlo en el momento que tienes que usarlo, sin usarlo más allá de lo que debes usarlo.  Es saber cuál es tu autoridad y hasta dónde puedes llegar.  Pero eso no todo el mundo lo entiende.

La mansedumbre es un fruto del espíritu, viene del interior del hombre, de esa condición de relación del hombre con Dios, donde nuestra confianza realmente está puesta en la persona del Espíritu Santo.  La mansedumbre se manifiesta en dos direcciones: en tu trato hacia los demás, y hacia la persona de Dios.

Mansedumbre es no salir con malascrianzas a otros y que no te saquen de tus casillas, pero es también tu reacción a lo que Dios está haciendo en tu vida.

María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que había tomado; porque él había tomado mujer cusita. Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó Jehová. Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra.”  Números 12:1-3

Cusita quiere decir que era una mujer morena, por lo que, aparentemente, María y Aarón eran racistas, tenían problema con eso.  ¡Qué empeño el de la gente en meterse en lo que no le importa!  A Moisés le gustaba aquella mujer.  Pero siempre van a buscar de qué hablar acerca del líder; no quieren la posición de liderato porque no quieren tomar decisiones difíciles, pero hablan de lo que los líderes hacen, cualquier cosa la critican.

Moisés fue un hombre manso, más que todos.  Eventualmente, su frustración llegó a un grado que le llevó a golpear la peña, y la mansedumbre se le fue y no heredó la tierra prometida.  El temperamento de coraje con la tierra lo llevó al punto de golpear la peña y no pudo heredar la tierra, aunque él debía haber heredado la tierra, pero hasta ese punto, era conocido como el hombre más manso porque lo criticaban, hablaban mal de él, y el hombre se quedaba tranquilo, en una actitud de que Dios resuelva, que Dios los juzgue.  ¿Cómo tú puedes ser manso, como Moisés?  Fácil; sabiendo que el problema que tienen los mansos no es que los oyen otros, sino que Dios mismo los oye.  Y cuando Dios oye el chisme, Dios es el que responde.  Cuando vemos lo que hizo Dios en los próximos versos, fue terrible; a María le dio lepra, y no fue Moisés quien lo hizo.  Nunca tomes la venganza en tu mano.  Toda acción tiene una reacción en esta vida, y si tú te vengas, tú recibes el ciento por uno de tus acciones.  El único que puede recibir para atrás y soportar el resultado de una venganza es Dios; por eso es que Él dice: la venganza es mía, yo soy quien vengo tu justicia y hago justicia sobre tu vida.  Así que, lo triste no es que otros oigan el chiste; lo triste es que Dios lo oye, y Él siempre se encargará de hacer justicia delante de los hombres, y hará justicia en tu vida, y te dará a ti la respuesta que tú estás esperando.

Fuente:
pastor Otoniel Font | Puerto Rico

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