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Los becerros de oro y el Cordero de Dios

Dios nos invita constantemente a evaluar la dirección que estamos tomando en la vida y con ello, y la oración necesaria, (como para recordar nuestra identidad) a redireccionar los pasos para no alejarnos de Él. Somos propicios a fundir becerros de oro y atribuirles poderes que sólo Dios posee. El Dios amante y misericordioso anhela una devoción total. En este sentido Dios es totalitario para nuestro bien, omnipotente, no tiene rival. Él nos dio libertad con Cristo y en ocasiones parecemos esclavos, como si aún no hubiéramos sido liberados del Egipto espiritual. Faraón nos persigue y Dios continúa abriendo las aguas; cruzamos en seco el mar de las pruebas (de Dios) y tentaciones y atribuimos el milagro a las habilidades de nuestros pies al correr para salvarnos de la destrucción. O tal vez al becerro de oro.

Busque el becerro de oro que ha fundido para buscar dirección en su vida, y desmenúcelo como hizo Moisés. Hágalo polvo (Éxodo 32.10) y dele la gloria a Dios. Mira bien a tu alrededor, porque Faraón intentará perseguirte una vez más, no para herirte, sino para embriagarte con sus promesas de ganancia fácil si construyes altares a tu becerro de oro. El cristiano que se sienta perseguido, tiene la oportunidad de gloriarse en el Señor. Y en verdad, todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús, serán perseguidos. (2 Timoteo 3.12).

Jesús es camino y dirección (no hay otros), pero Faraón todavía tiene esperanzas de someternos con un plan que parece atractivo, ingenuo y hasta legítimo para los hijos de Dios: fundir un becerro de oro para depender de él y no de Dios; adorarlo, anhelarlo, entronizarlo como si fuera el verdadero sustentador.

‘Mía es la plata y Mío es el oro,’ declara el SEÑOR de los ejércitos. Hageo 2:8

Este juego puede ser fatal para los que dicen amar a Dios y buscan en la lotería o en la “bolita” (así le dicen en mi país) la solución inmediata ante la “tardanza” del cumplimiento de Dios de su promesa de proveer para las necesidades de sus hijos. Muchos cristianos, lamentablemente, han hecho del juego de azar su becerro de oro. Advertencia: los juegos de azar, te alejarán inevitablemente de Dios. Si decides obedecer a tus emociones, te perderás de ver la gloria de Dios.

Otros podrían buscar su becerro dorado en prácticas que aborrece el único Dios verdadero. Dios advirtió a su pueblo a través de Moisés: “No sea hallado en ti…quien practique adivinación, ni hechicería, o que sea agorero, o hechicero, o encantador, o adivino, o espiritista, ni quien consulte a los muertos” (Dt 18.10-11). En el mundo que llamamos evangélico, se han desarrollado subculturas erradas y fraudulentas con “profetas” cuyas revelaciones apuntan únicamente a sus propias pasiones carnales y en nada honran a la eterna palabra de Dios. Sobre estos Faraones del siglo XXI, la iglesia del Dios viviente debe alertar. Se han erigido como becerros de oro para un pueblo humilde que llega a los pies de Cristo con la inevitable carga de tradiciones centenarias y confusiones teológicas propias de la piedad popular.

Amados hermanos y hermanas, Jesús es el cordero de Dios (Juan 1.36) que quita el pecado del mundo. No es el becerro de oro. Evalúate constantemente delante de Dios. No será tiempo perdido. Todavía puedes, con la ayuda de Dios, corregir el rumbo. Hay que estar atento a los faraones que nos asedian con sus carros y sus caballos y poner nuestra confianza en Jesús. El salmista lo dijo: “Algunos confían en carros y otros en caballos, pero nosotros en el nombre del Señor nuestro Dios confiaremos” (Sal 20.7). Huye de la tentación de fundirte becerros de oro (buscar en tus afanes, lo que sólo pueden encontrar en Dios) para vivir una vida abundante. O becerro de oro o Cordero proveedor. Dios no juega a la lotería. Él es dueño del oro y la plata (Hageo 2.8) y sabe de qué tenemos necesidad.

Muchos vendrán en Mi nombre diciendo: ‘Yo soy el Cristo,’ y engañarán a muchos. Marcus 13:6

 

¡Dios te bendiga!

Fuente:
Faustino de Jesús Zamora Vargas

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