“13 Y no trajo David el arca a su casa en la ciudad de David, sino que la llevó a casa de Obed-edom geteo. 14 Y el arca de Dios estuvo con la familia de Obed-edom, en su casa, tres meses; y bendijo Jehová la casa de Obed-edom, y todo lo que tenía.” 1 Crónicas 13:13-14
Cuando vemos la historia de Obed-edom, vemos a una familia totalmente transformada en un instante. En cuestión de tres meses, todo cambio. En otros versos bíblicos, vemos la descripción de los hijos de Obed-edom; se nos describen como gobernantes, gente valiente y fuerte, sacerdotes. Simplemente porque un día aceptaron y recibieron el arca del pacto en su casa y la presencia de Dios que estaba allí cambió a toda su familia. Ese es el poder de la presencia de Dios.
David se da cuenta que nadie le había hecho caso al arca del pacto, lugar donde Dios habitaba, y decide traerla a Jerusalem. David, en su pasión, comete un error; en su emoción, no buscó cómo hacerlo correctamente, y la puso en un carruaje, donde bueyes tiraban de ella. Mientras van de camino, el arca comienza a tropezar; se iba a caer, y un hombre llamado Uza –con una buena intención – puso sus manos, tratando de protegerla, y muere. Uza significa fuerza. En esa porción histórica se nos presentan dos cosas muy importantes:
- La presencia de Dios nunca fue puesta en un arca para ser cargada por animales. Los animales no eran los responsables de llevar la gloria de Dios. El arca del pacto tenía que ser cargada por hombres, sobre hombros de sacerdotes; porque la presencia y la gloria de Dios, los únicos que tenemos derecho a llevarla, somos nosotros; imperfectos, pero somos el vehículo que Dios escogió para llevar su presencia.
- El problema de Uza no es que tan solo está tratando de proteger el arca del pacto que ya viene mal –porque viene con bueyes – sino que la trata de sostener por sí solo. No hay tal cosa como que un hombre pueda cargar toda la gloria de Dios. Hay quien pregunta por qué tantas iglesias; y la respuesta es que un hombre no puede cargar toda la gloria de Dios. Nadie tiene la exclusividad del Evangelio; la gloria de Dios es demasiado pesada para que uno solo la cargue. Tiene que haber un grupo de hombres que –sobre sus hombros – carguen la gloria de Dios. Mientras más hombres y mujeres preparados tengamos para cargar la gloria de Dios, más tendremos de su presencia. Tú tienes que tomar un poco del peso de la gloria de Dios; tú eres responsable de llevar una parte. Cuando en un ministerio, una sola persona trata de cargar por sí sola, por sus fuerzas, toda la presencia de Dios, termina muerta. No se puede, con fuerza humana, cargar toda la presencia de Dios.
A David le da miedo, y decide no llevar el arca del pacto a Jerusalén, sino que la deja a mitad de camino, en casa de Obed-edom. Y Obed-edom recibe el arca del pacto, que acababa de matar a Uza. ¿Aceptarías tú un regalo así en tu casa?
Tres meses le tomó a David investigar cómo tenía que llevar el arca, y eventualmente la trajo de casa de Obed-edom, y la puso donde tenía que estar; pero, por esos tres meses, Obed-edom y toda su familia, recibieron el beneficio de lo que es la presencia de Dios.
Hemos estado hablando de ómo tú provocas que tu familia reciba salvación; pero no tan solo queremos familias salvas, sino también sanas, bendecidas. Y lo único que sana la vida de una persona, es un contacto con la presencia de Dios. Como Él no cambia, todo lo que está a su alrededor, tiene que cambiar, para ajustarse a Él. Como Él va a permanecer siendo quien es Él, todo lo que está a su alrededor, tiene que cambiar; y tiene que haber alguien en cada hogar, en cada casa, que pueda provocar que el arca del pacto entre, que llegue; alguien que tenga la actitud correcta que provoque que la presencia de Dios entre en el hogar, y las vidas sean totalmente transformadas.
3 cosas podemos aprender de Obed-edom:
- No le tuvo miedo a aquella experiencia. Lo que mató a otro, a él y a su casa les trajo vida y bendición. Uno de los problemas que tenemos hoy es que hay quienes no han sabido manejar su vida cristiana y les ha hechado la culpa su fracaso a su vida cristiana, y tenemos personas allá afuera que dicen que no se meten en la iglesia por esos ejemplos. Porque la verdad es que el arca puede matar a unos, si no la saben manejar. Pero lo que mata a unos, a otros les da vida, si saben cómo manejarlo.
Te vas a encontrar con personas que su experiencia en la casa del Señor les causó muerte. Vas a tener personas que no quieren servir a Dios, tener su presencia en sus casas, porque la experiencia que han oído de otros es que esto mata, que carga. Pero es que no han aprendido a manejarlo. Si entras a la vida con Dios y lo haces de manera errónea, echándote todo el peso encima, no vas a sobrevivir. Tú no eres Dios, por lo que no te corresponde llevarte la carga de todos. Cada uno tiene que creer en el Dios al que tú le crees. Tu fe no tiene por qué cargar a nadie. Si tú cargas a alguien, lo haces en tus propias fuerzas. Pero tú solo no puedes llevar la carga del ministerio, de las cosas de Dios. Por eso hay que trabajar en equipo; porque la gloria de Dios se lleva entre muchos.
Puedes estar seguro que, si lo haces de la manera correcta, tú y tu casa serán bendecidos. Lo que a otro le trajo muerte, a ti te va a traer bendición. Así que, tienes que quitarte el temor de encima.