En Juan 4, vemos el encuentro de Jesús con la mujer samaritana. Luego que ella realizara quien él era, se ganó toda una ciudad. Una mujer que no se amaba a sí misma, logró lo que ni los discípulos habían logrado. Para desatar la grandeza de Dios en tu vida, no hace falta siquiera tener tanta buena autoestima; porque es que no se trata de ti. Nunca se ha tratado de ti. Se trata de que tú conozcas quien es él, el don que él tiene, y te atrevas a pedir. Si cumples con esos 3 requisitos, él te da.
Hay quienes siempre tratan de conocerse a sí mismos, mejorar su autoestima, saber quiénes son, pensar mejor de sí mismos. Pero tú, piensa en el don que Dios tiene para darte, y atrévete a pedirle, a pesar de quien tú eres y de lo que piensas de ti porque, mientras tú tratas de cambiar lo que tú piensas de ti, pasa demasiado tiempo y nunca te vas a sentir cómodo ante Dios porque todo lo que vas a recibir de Él, y la grandeza que Él ha puesto en ti, nunca la vas a merecer. Siempre vas a encontrar un defecto, un problema, una dificultad. No es que no debas sentirte bien contigo mismo, pero sentirte bien contigo mismo va a ser un trabajo de toda la vida. Si esperas a sentirte bien contigo mismo para obtener todo lo que Dios quiere hacer contigo, muchas veces no lo vas a lograr. El amor de Dios que tú debes entender no es el amor por ti mismo, sino quien es Él, lo que Él tiene para ti, y que te atrevas a pedirlo, a pesar de tu condición y de quien tú eres.
Esta mujer vio a Jesús bajo prejuicios: “Tú y yo no podemos hablar.” Era una mujer a la defensiva; ante una simple petición, puso todas sus defensas. Y Jesús le dijo: Mujer, si tú supieras quien te habla, quien yo soy y lo que tengo para darte, tú me pedirías a mí. Tu potencial se libera en tu vida cuando tú entiendes que nunca se ha tratado de ti, siempre se ha tratado de quien es Él, del don que Él tiene, y de que tú te atrevas a pedir. Tú te lo mereces, no por ti, sino por quien es Él, porque Él lo tiene para ti, y porque simplemente, cuando no crees que es para ti, te atreves a pedirlo, y como te atreves a pedirlo, Él es capaz de dártelo. Pídele algo a Dios hoy; Él te lo va a dar.
Mientras no entiendes esto, te quedas atado por tus prejuicios, y no puedes liberar tu máximo potencial. Comienzas la relación con Jesús con prejuicios y no abierto a recibir la libertad que deberías recibir.
“Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.” 1 Corintios 1:18-21
No hay universidad que tenga sabiduría que pueda salvar. Eres salvo por la locura de la predicación. Y parece locura pedir para recibir, dar para recibir; pero eso es poder de Dios.
“ Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.” 1 Corintios 1:26-29
Si Dios te escogió, tú no eres el más noble, ni el más sabio, ni el más poderoso, pero eres escogido. Para desatar el potencial que hay en tu vida, no puedes caer en la dinámica del mundo. No puedes pensar que llenándote de grandes logros, es que vas a desatar tu máximo potencial; no es tratando de alcanzar prestigio ante la gente. Cuando tú tratas de quedar bien con todo el mundo, no quedas bien con nadie. No te midas por los estándares del mundo. Dios siempre ha escogido lo que nadie quiere, lo que nadie desea, al último en la fila. Tú no necesitas cambiar tu imagen, tu percepción de ti mismo; si lo hicieras, podrías convertirte en alguien no apto para que Dios te escoja porque ahora estarías dependiendo de lo que tú crees que eres y no de lo que Él quiere hacer contigo.
No es que no estudies o que no pienses bien de ti, sino que por encima de lo que el mundo diga y de lo que tú mismo pienses, entiendas que hay un llamado de Dios para tu vida, algo más grande para ti de lo que tú estás viviendo. Sobrepasa esos pensamientos que te han limitado toda tu vida, y atrévete a creerle a Dios por algo más grande, a pesar que no seas el más poderoso o el más inteligente, y que, para el mundo, seas lo más vil; porque cuando Dios te mira, Él te mira con un potencial gigantesco para hacer algo para su gloria y que la gente tenga que decir: Solo Dios pudo haber hecho eso con esa persona.