Para vivir una vida llena del Espíritu Santo no tenemos que ser perfectos. Una de las cosas que mucha gente no entiende es que los hijos de Dios no somos perfectos, que Dios escoge vasijas de barro, escoge gente imperfecta para llevar a cabo Su Obra.
El hecho de que tengamos la unción de Dios sobre nosotros, esto no es como una fórmula mágica que resuelve todos los problemas y que evita todos los errores, y que de momento nos convierte en personas perfectas que no estamos expuestos a las tentaciones y a los pecados que cualquier otro ser humano.
Mucha gente erróneamente rechaza la vida pentecostal y el ambiente pentecostal porque ciertamente ven en nosotros, los pentecostales, tantos errores, tantas imperfecciones que de hecho tenemos y en algún momento quizá vamos a hablar por qué muchas veces en el mundo que se identifica con el Espíritu Santo y los dones del Espíritu, hay a veces tantos errores, tantas imperfecciones que llevan a muchos que nos están mirando desde afuera a rechazar esa unción que sí existe, y se mueve, y se manifiesta en el ámbito pentecostal.
Porque hay mucha gente que cree que si una persona está llena del Espíritu Santo y tiene el poder de Dios con él o con ella, que entonces no debe cometer graves errores y debe ser una persona que se mueva siempre correctamente, y es un error. El Espíritu Santo y Su Presencia en nuestras vidas no garantiza la perfección. Lo que hagamos con esa fuerza del Espíritu Santo en nosotros, la manera en que administremos y manejemos el poder de Dios en nuestras vidas va a determinar a qué nivel de perfección y de éxito nosotros vivamos la vida cristiana.
Entonces el Espíritu del SEÑOR vendrá sobre ti con gran poder, profetizarás con ellos y serás cambiado en otro hombre.
1 Samuel 10:6
Saúl a pesar de tener el Espíritu Santo dentro de él, no se sometió a ese Espíritu, no dejó que el Espíritu Santo lo fuera formando, lo fuera trabajando y por eso cometió grandes errores. Una de las cosas que nosotros tenemos que entender es que cuando recibimos el Poder del Espíritu Santo tenemos que someter nuestra vida continuamente, tenemos que cada día pedirle a ese Espíritu que vaya llenando más y más todas las áreas de nuestro ser, y que nos vaya iluminando para que nosotros entonces podamos usar esa energía, ese poder tan grande que habita dentro de nosotros.
La Presencia del Espíritu Santo en nuestra vida no nos exime a nosotros de un grado de responsabilidad muy grande que tenemos de manejar con reverencia, con sumo cuidado, con delicadeza ese poder que Dios nos ha confiado.
Si nosotros no mantenemos esa unción del Espíritu Santo viva en nosotros, si no dejamos que ella cambie nuestras imperfecciones y moldee nuestro carácter, si no usamos la sabiduría que viene de la Presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas, entonces el Espíritu de Dios va a quedarse simplemente allí como un gran recurso que no estamos usando a lo máximo.
Por eso yo creo que el apóstol Pablo cuando le escribe a Timoteo, le dice a Timoteo: «Te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por medio de la imposición de mis manos.» ¿Por qué le dice Pablo a Timoteo que avive el fuego del don de Dios?
Porque el don de Dios está en nosotros, es un don, es una dádiva, es algo que Dios pone en nosotros pero a nosotros nos toca, tenemos la responsabilidad de avivar ese don en nuestra vida cada día, y avivar quiere decir ponerlo en manifestación.
La palabra que se emplea en el griego original, traducida avivar en el español, es una palabra que implica como abanicar, como se abanica un fuego para que crezca y se expanda, y se ensanche cuando lo que hay es un fuego pequeñito, una brasa y queremos que se prenda en fuego la madera, y entonces la abanicamos de manera que esa brasa pues se convierta en fuego activo.
Así mismo, la brasa del Espíritu de Dios habita en nosotros. Tenemos todas esas imperfecciones, todo ese caos como decíamos en el texto de Génesis capítulo 1, pero entonces tiene que darse un proceso creativo, un proceso de ordenamiento donde Dios poco a poco va tomando todas esas áreas de negatividad, de desorden en nuestra vida y las va ordenando una a una, y convirtiéndolas en un mecanismo ordenado y coherente que funciona efectivamente para llevar a cabo los propósitos de Dios.
Saúl yo creo que al recibir la unción del Espíritu Santo de parte de Samuel no entendió que ahora él tenía que permitir que Dios comenzara a obrar en él y a tratar con sus defectos para que él pudiera entonces ser usado verdaderamente por Dios, y que el enemigo no pudiera tener oportunidad de entrar en su vida y hacer las cosas destructivas que el diablo siempre quiere hacer en la vida de aquéllos que Dios quiere usar.
Vemos que estos hombres que Dios usó grandemente y que llenó con Su Espíritu Santo, por ejemplo: vemos a Saúl, a David, a su hijo Salomón, todos ellos cometieron gravísimos errores. Salomón terminó en un desastre espiritual como idólatra, introduciendo la idolatría a Israel aunque Dios le dió una unción terrible de sabiduría y lo prosperó en grandes maneras; pero yo creo que en la medida en que estos hombres no sometieron su vida, su carácter y permitieron que pecados sistémicos moraran dentro de ellos, en esa medida el enemigo tuvo oportunidad de hacer daño.
Pero lo importante que señalemos es esto: tú no tienes que ser perfecto para que el Espíritu de Dios se mueva dentro de ti. Lo que tienes que hacer es estar dispuesto y abierto, y dejar que el Señor venga a tu vida, pero una vez que Él venga a tu vida tienes entonces que dejar que Él obre en todas las dimensiones de tu vida para que tú puedas usar poderosamente ese Espíritu de Dios. La responsabilidad está en tus manos y Dios espera que tú cooperes con Su Espíritu para llevar la manifestación de Su Espíritu a su máxima plenitud. Dios te bendiga y hasta nuestra próxima meditación.
Por lo cual te recuerdo que avives el fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos.
2 Timoteo 1:6