Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos. Deuteronomio 4:9
Jehová por medio de su siervo Moisés quería asegurarse de que el pueblo no olvidara todo lo que le había visto hacer: milagros, señales y prodigios; así que instó a los padres a que enseñaran a sus hijos los grandes proezas del Señor. Esto servía para trasmitir de una generación a otra las historias que narraban la obra de Jehová en la tierra. Así mismo, nosotros como padres, abuelos, maestros, líderes tenemos la misma tarea: dar a conocer a nuestro Dios a nuestros hijos, conocidos y amigos lo que ya conocemos del Señor.
El hablar de su Palabra, no sólo estamos dando a conocer a Dios a la juventud para que transformen sus vidas, sino dándoles las herramientas necesarias para que puedan enfrentar los desafíos que vienen, pues esta es la manera para que no se olviden de Dios y no se aparten de Él. Pidamos a Dios que avive nuestro espíritu, para compartir que Jesús es la única respuesta para esta generación.
Por eso, la Palabra no deja de correr a las naciones, sino mas bien prospera y se dá a conocer a todos en el mundo, cumpliendo de esta manera lo escrito en Isaías 11:9: porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar. Dios lleno de amor te bendiga grandemente en este día, Amén.
