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Llamados a Influir con Verdad y Presencia

“Y Eliseo estaba sentado en su casa, y con él estaban sentados los ancianos...” (2 Reyes 6-32)

“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno… y decía a gran voz: Teman a Dios y denle gloria…” (Apocalipsis 14:6–7)

En tiempos de crisis y confusión, Eliseo no huyó ni se escondió. Tampoco estaba aislado por temor o indiferencia. Estaba en su casa, sí, pero rodeado de líderes. Su posición era espiritual, su influencia, profética. Eliseo discernió lo invisible, mientras el mundo natural se desmoronaba. Era un hombre con los ojos puestos en lo eterno, y sus palabras ofrecían dirección y esperanza en medio del caos.

Hoy, Dios está llamando a Su Iglesia a asumir esa misma postura: una Iglesia posicionada, no por estatus humano, sino por autoridad espiritual. Una Iglesia que no se acomoda ni se diluye, sino que está presente entre los que toman decisiones: en los hogares, en los medios, en la educación, en la justicia, en las calles y en las naciones.

No estamos llamados a dominar con fuerza humana, sino a influir con verdad, con humildad, con presencia viva, con la sabiduría del cielo y la voz del Espíritu. Como Eliseo, debemos estar donde se discierne lo que viene, donde se ora lo que no se ve y se proclama lo que Dios ha dicho, aunque aún no se manifieste.

El ángel que vuela en medio del cielo en Apocalipsis no trae una novedad, sino el evangelio eterno. Este mensaje no cambia con las modas, ni se adapta a los intereses del mundo. Es un llamado urgente a la humanidad:
Teman a Dios. Denle gloria. Vuélvanse al Creador.

Un llamado a la salvación con urgencia
Este llamado no es sólo personal; es colectivo, global y profético. En medio de la corrupción moral, el caos social y la idolatría moderna, Dios levanta una voz clara: el tiempo se acorta, y el juicio se acerca. Pero antes del juicio, viene la misericordia. Antes que la espada, viene el mensaje:

“He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación.”
(2 Corintios 6:2)

No se trata solo de salvarse “del infierno”, sino de volver al diseño original del Creador, de vivir una vida en comunión con Él, con sentido eterno, con libertad verdadera. Es un llamado a la reconciliación con Dios y con Su propósito.

Presencia con propósito
Tú y yo no fuimos redimidos para quedarnos al margen. Somos embajadores del Reino, lámparas encendidas, trompetas que anuncian salvación. Nuestra influencia no se mide por seguidores o plataformas, sino por fidelidad a la Palabra, por oración persistente, y por un testimonio que encarna a Cristo.

Influir con verdad no es imponer, es manifestar el Reino. No es controlar, es servir con autoridad espiritual. No es popularidad, es presencia. Y donde hay presencia de Dios, hay salvación, transformación y dirección.

Conclusión. Influir no es opcional
Como Eliseo, como el ángel de Apocalipsis, como la Iglesia primitiva, somos llamados a estar presentes y activos. Con voz, con testimonio, con amor y con verdad. No podemos guardar silencio. No podemos escondernos. El evangelio eterno sigue corriendo, y nosotros somos portadores de esa gloria.

Influye con verdad. Camina con presencia. Proclama salvación.

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