¿Quieres leer toda la Biblia este año sin quedarse atascado en Levítico? Estos consejos te servirán para lograrlo. ¿Deseas orar más este año? Bien, esto puede ayudarte a mejorar tu vida de oración.
Pero tengo una noticia para ti: aunque profundizar en la Biblia y la oración es indispensable para el crecimiento espiritual, es posible llevar adelante esas resoluciones y no crecer realmente. ¿Quién no conoce a personas que estudian sus biblias y oran bastante en soledad, pero son inmaduros espiritualmente?
Esto ocurre por al menos dos razones. Primero, porque el crecimiento espiritual es un milagro del Señor. No es algo mecánico que creamos por nosotros mismos. No hay fórmula del tipo «hoy leo X cantidad de capítulos en la Biblia + oro X cantidad de minutos durante el día = hoy soy X por ciento más parecido a Jesús que ayer».
Las disciplinas espirituales, como leer la Biblia y orar, son llamadas medios de gracia. Pero no porque generan por sí solas la gracia del crecimiento espiritual de manera automática. En cambio, son llamadas así porque son medios que el Señor ordenó en Su Palabra y se deleita en usar, según Su voluntad soberana, para hacer en nosotros lo que no podemos hacer por nuestra cuenta, que es crecer a imagen de Su Hijo. Es posible leer mucho y orar mucho, pero esto es infructuoso cuando lo hacemos con un corazón legalista que depende de sus propias fuerzas y no espera en la gracia de Dios.
La segunda razón que quiero mencionarte es el punto de este artículo: leer la Biblia y orar no son los únicos medios de gracia ordenados por Dios para nosotros. También fuimos diseñados para crecer en comunidad, no en soledad. «El hierro con hierro se afila, / Y un hombre aguza a otro» (Pr 27:17), y un creyente es edificado por otros a medida que buscamos vivir juntos para la gloria de Dios (Ef 4:15-16).
La vida cristiana no se vive en la cima de una torre alta, aislado del resto de los mortales, mientras sigues un plan de lectura bíblica y otras como un monje, por más que a veces sea necesario apartarnos para la comunión a solas con Dios. La vida cristiana se vive y se cultiva en su mayor parte en comunidad presencial: con gente real que te va conociendo tal como eres y que te desafía y edifica para tu crecimiento espiritual a medida que también sirven para el crecimiento de ellos.
Involúcrate más
Es por eso que, en mi libro sobre la vida cristiana en la era digital y distraída, escribí todo un capítulo sobre el valor de la iglesia local —la expresión visible, para otros y en tu vida, de la iglesia universal que está formada por todos los cristianos en el mundo—, porque hoy somos tentados a diario a subestimar su importancia.
Pero para el creyente no es suficiente reconocer el valor de la comunidad de fe en donde Dios lo puso, muy por encima de escuchar sermones en línea o tener contacto a distancia con otros cristianos en redes sociales. Necesitas cultivar tu relación con tu iglesia local para buscar tu crecimiento y ayudar a otros también a crecer. Esto debería ser una resolución tan vital como profundizar en la Biblia y la oración.
En otras palabras, no basta decir «La iglesia local es crucial para mí»; necesitamos vivir según esa verdad diseñada y ordenada por Dios.
En el resto de este escrito te daré dos ideas simples, pero con grandes implicaciones, sobre cómo puedes empezar a involucrarte más en la vida de tu iglesia, asumiendo que ya eres reconocido como miembro en ella. (Si solo asisto de vez en cuando y no eres miembro, te animo a que empieces por congregarte todos los domingos y hablar con los pastores sobre cómo puedes avanzar hacia la membresía).
1) Planifica estar más tiempo los domingos con la iglesia
Cuando te reúnes con la iglesia, Dios no te llama a ser un simple espectador pasivo o mantener una relación consumista con respecto a la reunión de Su pueblo. No fuiste hecho para conformarte con eso. Mira lo que enseña el texto por excelencia para hablar sobre la importancia de congregarnos:
Consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca (He 10:24-25, énfasis añadido).
Los evangélicos solemos enfatizar la parte de «no dejar de congregarnos» cuando hablamos de este pasaje bíblico. Pero el texto no solo nos llama a reunirnos con la iglesia, sino que también nos llama a hacerlo para servirnos «unos a otros». De hecho, hay quienes hacen lo primero (ir a la iglesia) sin cultivar una relación vibrante o genuina con el pueblo de Dios que sea propicia para el crecimiento espiritual.
Yo los llamo en mi mente profesantes ninjas: llegan los domingos a la iglesia y se marchan apurados luego de la reunión sin que nadie sepa que estuvieron allí. Nadie sabe quiénes son, qué hacen y qué creen. Por eso los llamo profesantes, ¡porque nadie en la iglesia los conoce lo suficiente como para tener una idea de si en verdad son creyentes! Simplemente no participan de una relación edificante con la iglesia.
No conozco una forma más práctica de empezar a cultivar esa relación que llegar unos minutos antes a la reunión dominical y quedarte un rato después para platicar o que otros puedan acercarse a ti para conocerte. Puede que no tengas un llamado al ministerio pastoral o que no formes parte de un ministerio formal en la iglesia que tenga participación durante la reunión, pero puedes procurar servir a los demás y dejarte servir mejor cada domingo simplemente siguiendo este consejo.
Aprovecha ese tiempo antes y después de la reunión dominical para hablar con tus hermanos: para conocer y saber cómo están, cómo puedes orar por ellos, cómo puedes servirles, darles palabras de aliento y ánimo en la fe, o darles también la oportunidad de servirte mejor en tu crecimiento mientras les cuentas tus alegrías y luchas, les pides que oren por ti y escuchas sus consejos. También puedes acercarte a los visitantes o nuevos miembros para conocerlos mejor y que puedan percibir por medio de ti el amor de la iglesia, especialmente cuando son personas diferentes a ti.
Admito que este consejo puede ser difícil de seguir para muchos, en especial si vives lejos de la iglesia o tienes niños pequeños. Pero mi esposa y yo nunca nos hemos arrepentido del esfuerzo en ser más planificados para poder llegar antes a las reuniones de la iglesia y quedarnos hasta después siempre que sea posible. Profundizar las relaciones vale.
2) Asiste una vez más durante la semana
Busca una reunión, actividad o ministerio en que puedas servir (o al menos asistir) durante la semana, aparte de la reunión del domingo, y comprométete con participar.
La mayoría de las iglesias tienen al menos una reunión más durante la semana. Puede que sea una reunión de oración, una reunión de algún ministerio enfocado a grupos de la iglesia (jóvenes, mujeres, etc.) o tal vez reuniones de grupos pequeños. Escoge al menos una actividad adicional y sé firme en tu asistencia y compromiso.
La vida de la iglesia es más que lo que ocurre en el contexto de una reunión dominical (aunque nunca es menos que eso). Así que no te conformes solo con ver a tus hermanos los domingos. Por lo general, en las otras reuniones de la iglesia hay más oportunidades para cultivar relaciones más cercanas que fomenten la edificación mutua entre hermanos en la fe. Recuerda que Dios no solo obra en medio de Su pueblo los domingos. Él también se deleita en edificarnos en comunidad todos los días de la semana.
Muchos otros consejos que pudiéramos mencionar para cultivar nuestra relación con la iglesia —como planificar verte con hermanos durante la semana para hablar y orar— pueden fluir naturalmente de hacer algo tan sencillo como estos dos que comparto contigo. Si haces esto, no te sorprendas de verte cada día más involucrado en la vida de tu iglesia local y de tener amistades más profundas en la fe.
Espera en la gracia de Dios
No puedo terminar este escrito sin volver al comienzo: tu crecimiento espiritual y el de tus hermanos en la fe no es generado de manera mecánica solo por reunirnos. La vida en comunidad es un medio de gracia indispensable para crecer, pero reunirnos y esperar arder automáticamente de amor por Dios y nuestro prójimo es como juntar un montón de carbones creyendo que eso por sí solo causará fuego.
Dependemos del Señor, el Único que puede encenderse y se deleita en hacerlo porque para esto entregó a Su Hijo por nosotros: no solo para salvarnos del infierno, sino también para acercarnos a Él y, al hacerlo, acercarnos también a otras personas que han sido acercadas a Él por Su gracia redentora. Para nuestro gozo y crecimiento en comunidad. Para Su gloria.
Así que ora por esto y busca cultivar tu relación con tu iglesia con un corazón que espera en la gracia de Dios. Ora para que Él te ayude a involucrarte en la vida de tu iglesia para crecer día a día mientras sirves en el crecimiento de otros. No podemos hacer esto en nuestras propias fuerzas. Esas son buenas noticias: así toda la alabanza por nuestro crecimiento en comunidad es para Aquel que es digno de toda adoración.