
El rector dirigió un mensaje especial a los graduandos, animándonos a enfrentar la vida profesional con calma, esfuerzo y valores firmes. Les recordó que la prisa de la vida moderna no debe gobernar su rumbo y que detenerse para reflexionar es un acto de sabiduría, no de pérdida.
También los exhortó a desconfiar de los atajos que prometen rapidez a costa del carácter. Subrayó que los logros que perduran requieren dedicación, disciplina y paciencia.
Con énfasis, los llamó a ejercer su profesión con integridad.
El mundo no necesita solo profesionales capaces, sino íntegros y confiables. Si deben elegir entre lo fácil y lo correcto, elijan siempre lo correcto.
Asimismo, les recordó que el crecimiento real es un proceso, una escalera que se sube peldaño a peldaño. Les citó Salmo 126:5 como promesa y motivación para lo que viene:
“Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán.”



