Una afirmación como esta requiere explicación. Es cierto que los misioneros han servido en el mundo latino, y que nuestra región ha visto un movimiento importante de plantación de iglesias en los últimos cincuenta años. Sin embargo, el efecto de “sal y luz” de la iglesia ha sido muy mínimo. Por eso podemos afirmar que Latinoamérica necesita escuchar el Evangelio una vez más. Podemos afirmar que Latinoamérica ha escuchado acerca del pecado y de nuestra necesidad de arrepentimiento. También se ha hablado de una eternidad en el cielo o el infierno, y de la Biblia como el libro inspirado por Dios. Sin embargo, pienso que la mayor parte de América Latina no conoce el Evangelio del que habló Pablo en Gálatas 1:8: “Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara otro evangelio contrario al que os hemos anunciado, sea anatema”.
Yo puedo hablar de pecado y tener la definición correcta, pero si no comprendo cómo soy perdonado, no tengo el Evangelio. Puedo hablar de cielo e infierno y un juicio final, pero si no entiendo cuál es el camino y cómo llegar allí, no voy a tener vida eterna. Puedo decir que la Biblia es el libro inspirado por Dios, pero si no la predico, no estoy presentando el Evangelio. Como de seguro usted conoce:
• Una versión del Evangelio no es el Evangelio.
• Hablar acerca del Evangelio no es el Evangelio.
• Mencionar las promesas del Evangelio no es el Evangelio.
Solo el Evangelio es el Evangelio, y solo el Evangelio es poder de Dios para salvación. El poder del pecado es para condenación.
América Latina y la Reforma
Cuando vemos la historia de los últimos 500 años, es increíble ver cómo la Reforma pasó por alto a Latinoamérica. ¿Por qué sucedió esto? Es una buena pregunta, especialmente cuando te percatas de que en el año 1556, un grupo de catorce pastores y estudiantes de teología fueron enviados a Brasil desde Ginebra por Juan Calvino. Esta expedición no tuvo mucho fruto. Luego de su llegada, “uno de los pastores escribió que había escuchado a algunos de sus compatriotas gloriarse en su libertinaje con algunos de los nativos, y hasta se unieron en su canibalismo”. Después el protestantismo fue prohibido en lo que era una colonia francesa en aquel tiempo. España y Portugal colonizaron la mayor parte de América Latina, y se esforzaron para que el protestantismo no avanzara en las tierras recién descubiertas. La Santa Inquisición jugó un papel significativo en México, Colombia y Perú. La fe protestante llegó a América Latina en tres o cuatro olas, desde principios de 1800’s hasta 1960:
1) La primera ola consistía en protestantes inmigrantes a inicios del siglo XIX. No eran misioneros y en su mayoría formaron iglesias para ellos mismos. No tenían interés en que los demás se convirtieran.
2) La segunda ola vino durante la segunda mitad del 1800. Eran misioneros que se sentían compelidos a hacer trabajo misionero por los avivamientos que ocurrían en Europa y Estados Unidos. Trabajaron con personas de escasos recursos y poca educación.
3) La tercera ola llegó a finales del siglo XIX, con el movimiento fundamentalista que se oponía a la modernidad. Se apartaron de la cultura general y su impacto no fue muy grande. Así llegamos a los últimos 50 años. ¿Qué ha pasado desde entonces? Quiero mencionar tres eventos principales:
1) La explosión del movimiento pentecostal.
2) Las campañas evangelísticas usando las 4 Leyes Espirituales.
3) La evangelización de la clase media y alta en los últimos años. Algo nuevo en países del tercer mundo.
Antes de hablar de la explosión pentecostal, permítame hacer un par de comentarios acerca de las campañas evangelísticas de las décadas de 1970 y 1980. Fueron impulsadas por la Cruzada Estudiantil para Cristo (Campus Crusade for Christ), usando las “4 Leyes Espirituales”. Con el respeto que merece el creador de estas leyes, voy a mencionarlas con la muy conocida “oración del pecador” para que podamos ver dónde está el problema:
1. Dios te ama y tiene un plan maravilloso para tu vida.
2. El hombre es pecador y está separado de Dios. Por eso no puedes conocer ni experimentar el amor de Dios y el plan que Él tiene para tu vida.
3. Jesucristo es la única provisión de Dios para el pecador. Solo a través de Él puedes conocer y experimentar el amor de Dios y su plan para tu vida.
4. Debemos recibir a Jesucristo como Señor y Salvador para poder conocer y experimentar el amor de Dios y Su plan para nuestras vidas.
La necesidad del arrepentimiento está ausente en estas leyes. Estos principios son verdaderos; no hay engaño en ellos, pero están incompletos. Es más evidente en la oración: “Señor Jesús, te necesito. Gracias por morir en la cruz por mis pecados. Yo te abro la puerta de mi vida y te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por perdonar mis pecados y darme vida eterna. Toma control del trono de mi vida. Hazme el tipo de persona que tú quieres que sea”. Estas Leyes no son herejías, la oración del pecador no es anti-bíblica; pero si ese es todo el entendimiento que yo tengo del Evangelio, ese compendio puede costarme la vida eterna. En las Cuatro Leyes no se menciona nuestra necesidad de arrepentimiento, aunque en la oración el pecador está agradeciendo a Dios por perdonar sus pecados. No se puede agradecer un perdón que no se ha pedido ni sin arrepentimiento. Millones de personas pueden haber repetido esta oración sin haber mostrado evidencia alguna de vidas transformadas. Yo llamaría a esto un evangelio reducido o práctico, pero no es el Evangelio.
En nuestros tiempos muchos han sido tímidos en compartir las buenas nuevas de Jesucristo y han tenido temor de que las demandas de la vida cristiana alejen a las personas, esto es una forma de avergonzarse del Evangelio. No debemos ser así porque sabemos que el Evangelio “es poder de Dios para la salvación de todo el que cree; del judío primeramente y también del griego” (Romanos 1:16).
En la mayoría de las naciones de nuestro continente los pentecostales representan 3/4 partes de la población protestante. En el presente, solo en Centroamérica y Suramérica hay cerca de 500 millones de personas que se identifican como cristianos. Hay de 40 a 60 millones de protestantes, y del 65 al 75% de esa población es pentecostal. La mayor parte que escuchamos hoy en esos púlpitos, en la radio y la televisión, es el evangelio de la prosperidad con su hermana, la falsedad del “proclámalo y recíbelo”; una nueva versión de una vieja mentira.
El evangelio de la prosperidad es la “receta correcta” para una generación tan egocéntrica y codiciosa como la nuestra. Este tipo de evangelio es un archienemigo de la cruz, como ha dicho John Piper: “es una abominación a Dios”. Ofrecerle a cualquiera, especialmente a un inconverso, riquezas materiales en base al dinero que han dado, es guiarlos al infierno. La mayoría de las iglesias en esta nueva corriente provienen del campo pentecostal. No todas sus iglesias lo hacen, pero esta teología ha cometido otros excesos. El énfasis en las manifestaciones sobrenaturales y en la guerra espiritual de hoy día sirve para distraer al pueblo de la Palabra de Dios. Muchos en estos círculos creen que para poder predicar la Palabra deben ir antes, con un grupo de personas, a expulsar a los demonios del área, porque de lo contrario la predicación de la Escritura no será suficiente. La suficiencia de las Escrituras no es creída ni proclamada. Abundan los casos de falsas profecías, predicciones, que nunca se han materializado bajo la fórmula de: “Así dice el Espíritu de Dios a las iglesias”. Además, hemos visto un abuso de los dones del Espíritu que no concuerda con las directrices de 1 Corintios 14.
Latinoamérica necesita ser re-evangelizada porque el Evangelio bíblico es la única fuerza capaz de cambiar el corazón del hombre y de influenciar la sociedad donde vivimos. Quizás esta ilustración nos ayude a ver lo que deseo comunicar: Las vacunas contienen una versión atenuada de un virus real, cuando el virus de la enfermedad penetra en el cuerpo, el sistema inmunológico del paciente crea anticuerpos en contra de la enfermedad y el paciente no es afectado. Muchas personas han sido inoculados con una versión debilitada del evangelio, por eso cuando escuchan el Evangelio bíblico lo rechazan, porque han desarrollado “anticuerpos” en contra de esa verdad. ¡Qué triste realidad! Es por esta razón que muchos esfuerzos evangelísticos en los últimos 50 años, bien intencionados, han dirigido a muchas personas en dirección al infierno en vez de a la gloria.
Entonces, ¿qué hacemos?
Proponemos una nueva estrategia para evangelizar a América Latina, una estrategia tan antigua como el Evangelio: predicar el Evangelio a tiempo y fuera de tiempo. Recordemos la Gran Comisión dada por nuestro Señor: “Y acercándose Jesús, les habló, diciendo: Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. (Mateo 28:18-20)
Como le ha sido dada toda autoridad a Cristo, no tenemos nada que temer cuando vamos en su nombre; nada nos faltará y no necesitaremos nada más que el Evangelio de “poder de Dios para salvación”. Hemos sido enviados y debemos ir. Ir es obedecer, quedarnos es desobedecer. El mandato es ir a hacer discípulos; seguidores comprometidos con Cristo; creyentes radicales que salgan y transformen al mundo para Dios; enseñándoles a obedecer TODO lo que Él ha mandado. Tengamos presente lo que el Señor Jesús dijo y que Lucas recoge en 6:40: “Un discípulo no está por encima de su maestro; mas todo discípulo, después de que se ha preparado bien, será como su maestro”.