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Las Predicaciones más duras para nuestra vida

Hoy en día podemos escuchar predicaciones en nuestras iglesias que son duras para nuestra vida, en las cuales el Espíritu Santo por medio de su palabra habla directamente a nuestra vida y nos redarguye por nuestros errores y pecados (2 Timoteo 4:2) que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.

La palabra redargüir significa en términos bíblicos aquellas enseñanzas que nos hacen corregirnos a nosotros mismos, y este día vamos a reflexionar en aquellas predicaciones que muchas veces son sin palabras, que no las recibimos dentro de una iglesia, ni son dadas por un predicador, pero que el Señor las usa para redargüir nuestro corazón, para que volvamos a sus caminos, para que regresemos a nuestra iglesia, para que volvamos a nuestros ministerios y que retomemos el llamado que el Señor nos hizo.

Veamos por medio de la palabra de Dios de dónde vienen las prédicas más duras para nuestra vida:

I) NOS PREDICA NUESTRA SILLA VACÍA EN LA IGLESIA (HEBREOS 10:25) No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.

Que triste es ser parte de aquellos que tienen por costumbre dejar de congregarse, de aquellos que por algún motivo han dejado su silla vacía en su iglesia, porque esa silla vacía nos dice que:

Hemos tenido algo más importante que hacer que congregarnos en la casa de Dios (Lucas 14:15-20) Oyendo esto uno de los que estaban sentados con él a la mesa, le dijo: Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios. 16 entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. 17 y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. 18 y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. 19 otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. 20 Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. Tenemos que comprender que cada vez que se abre la puerta de una iglesia Dios tiene preparado un banquete espiritual para su pueblo, Dios ha dado un mensaje a un pastor para que alimente a sus ovejas, Pero lastimosamente muchos al igual que en la parábola de nuestro Señor Jesús, tenemos, según nosotros, algo mejor que hacer, y nuestra silla queda vacía, al igual que nuestro corazón.

Creemos que no necesitamos de la ayuda del Señor, que nosotros podemos solos (Juan 15:5) Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. La silla vacía nos predica sobre nuestra soberbia y sobre nuestra autosuficiencia, creyendo que no necesitamos buscar del Señor, que no necesitamos su ayuda, que nosotros solos podemos enfrentar las situaciones de nuestra vida sin necesidad de buscar al Señor, pero como lo vemos en el texto que hemos leído, eso nos es así, separados del Señor no podemos.

No hemos tenido un corazón verdaderamente agradecido con el Señor (Lucas 17:15-17) Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, 16 y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. 17 respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? En la silla de nuestra iglesia hemos clamado, hemos llorado, hemos sido fortalecidos en nuestros tiempos de angustia, en nuestros tiempos de enfermedad, pero lastimosamente muchos de nosotros cuando el Señor ha obrado milagros en nuestra vida, cuando ya ha respondido nuestras oraciones, en lugar de permanecer, nos apartamos, ya no vamos, no tenemos un corazón agradecido con el Señor. La silla vacía que has dejado en tu iglesia te está predicando hoy y te dice: ¿DÓNDE ESTÁ TU AGRADECIMIENTO?

II) NOS PREDICA EL UNIFORME DE SERVIDOR DEL MINISTERIO DE LA IGLESIA QUE ABANDONAMOS (LUCAS 9:62) Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.

En muchas iglesias cuando un hermano o una hermana comienza a servir o a tener un privilegio en su iglesia usan un uniforme que los identifica como servidores de un ministerio, de ujieres, de iglesia infantil, de evangelismo, de tráfico, de diáconos, etc.

Podemos recordar que alegría fue para nosotros comenzar a servir, a trabajar con amor para nuestro Dios, a servirles con amor a nuestros hermanos de la iglesia, recordar la dedicación que poníamos para preparar nuestras clases y ayudas visuales para los niños de la Escuela Bíblica, y los que predican la palabra se pueden recordar del amor y dedicación con las que preparaban los bosquejos de sus predicaciones.

Hasta que nuestro corazón se llenó de soberbia, y comenzamos a poner atención a los comentarios de las personas, y nos molestó que no nos felicitaran, que no reconocieran nuestro excelente trabajo, y esa soberbia trajo en nosotros desánimo.

Lastimosamente muchos de nosotros nos llamamos SIERVOS DE DIOS, pero cuando nos tratan como SIERVOS, nos enojamos, nos sentimos indignados, pero tenemos que recordar que quien nos dio el ejemplo fue nuestro Señor Jesucristo (Juan 13:14-15) Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros. 15 porque ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.

Ahora cuando veas ese uniforme que ya no quisiste usar, recuerda que ese uniforme te está predicando, te está diciendo: Vuelve a tu ministerio, no seas soberbio, no menosprecies los privilegios que el Señor te dio, se humilde y recuerda que los llamamientos del Señor son irrevocables, no quedan sin efecto, él te ha llamado y te está esperando (Romanos 11:29) Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.

III) NOS PREDICAN NUESTROS HIJOS CUANDO NOS PREGUNTAN PORQUE YA NO VAMOS A LA IGLESIA (MARCOS 10:14) Viéndolo Jesús, se indignó, y les dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios.

Con cuantos de nosotros el Señor estará indignado porque no estamos dejado que nuestros hijos vayan a la iglesia para aprender de la palabra de Dios, le estamos sirviendo de tropezar para el crecimiento espiritual de nuestros hijos e hijas, y tenemos que saber que ser tropiezo de los niños puede traer duras consecuencias a nuestra vida (Marcos 9:42) Cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y se le arrojase en el mar.

Cuando el Señor nos pregunte por medio de nuestros hijos ¿Papá, porque ya no quieres ir a la iglesia? ¿Qué le vas a responder? porque tenemos que comprender que esas preguntas no vienen directamente de tus hijos, es nuestro Dios hablando a tu corazón por medio de ellos, para hacerte reaccionar, para hacerte reflexionar en la decisión que has tomado.

Tenemos que comprender que las palabras del Salmo 122:1 “Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos.” se tienen que hacer realidad primeramente en nuestra familia, en nuestra casa.

IV) NOS PREDICAN LAS BURLAS DE NUESTROS “AMIGOS” POR HABER VUELTO ATRÁS (JEREMIAS 20:10) Porque oí la murmuración de muchos, temor de todas partes: Denunciad, denunciémosle. Todos mis amigos miraban si claudicaría. Quizá se engañará, decían, y prevaleceremos contra él, y tomaremos de él nuestra venganza.

El texto nos muestra una verdad en la vida de nosotros los cristianos: “.. Todos mis amigos miraban si claudicaría…” la palabra claudicar significa ceder, rendirse o renunciar.

Cuando venimos a los caminos del Señor muchos están esperando que volvamos atrás, que volvamos a nuestra vida mundana, que dejemos la iglesia, para burlarse, para literalmente hacernos pedazos con sus comentarios, por eso nosotros debemos tener en nuestro corazón el anhelo de no volver atrás, de no dar lugar que las personas se burlen del cristianismo, de las iglesias y de nuestra relación con Dios.

Y si hemos vuelto atrás, seguramente vamos a recibir críticas y burlas, pero en lugar de enojarnos, tenemos que tomarlas como una predicación directamente a nuestra vida, cada una de esas palabras tienen en lugar de terminar de hacernos caer y alejarnos más del Señor, deben ser nuestra motivación para levantarnos, para volver a los caminos de nuestro Dios, y que esa tristeza que producen esas palabras en nuestra vida nos hagan tener un verdadero arrepentimiento en nuestra vida y que podamos volver nuevamente a la casa de nuestro Padre Celestial, al igual que el hijo prodigo. (2 Corintios 7:10) Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte.

CONCLUSIÓN: Verdaderamente hubiese sido lo mejor atender la voz del Señor por medio de un mensaje en nuestra iglesia, por medio de nuestra lectura Bíblica, pero no quisimos entender, entonces Dios ha tenido que predicarnos por otros medios, y gracias al Señor que en lugar de desecharnos nuestro Dios nos sigue buscando, él nos sigue amando y nos sigue hablando. La pregunta que debemos hacernos hoy para terminar es ¿Estoy comprendiendo lo que Dios me está hablando por estas predicaciones tan duras para nuestra vida?

Fuente:
Pastor Oscar Flores

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