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Las adversidades sobre la roca

Por mucho tiempo he escuchado la expresión “Un hogar sobre la roca” y al principio de escucharla me decía: “pero si ambos somos cristianos, se supone que nuestro hogar está sobre la roca”, déjame decirte que no siempre es así, mi esposo y yo teníamos unos planes maravillosos para cuando nos casáramos, habíamos diseñado una vida donde todo sería perfecto; así que en el 2007 nuestro sueño comenzó a hacerse realidad, nos casamos y estábamos felices en nuestra “vida perfecta”. Sin embargo, Proverbios 19:21 nos dice: “Muchos son los planes en el corazón del hombre, mas el propósito del Señor permanecerá”, así que nuestro “diseño perfecto” no era tan perfecto porque sólo diseñamos todo lo bueno, magnifico y maravilloso que queríamos hacer como pareja, como familia, como siervos de Dios, pero se nos olvidó incluir “las adversidades”. Sólo habían pasados 2 años cuando las adversidades comenzaron a tocar las puerta de nuestro hogar, llegaron una a una, cada adversidad superaba la otra.

En mi escrito anterior les contaba cómo parte de esas adversidades estaban relacionadas con la pérdida de 2 embarazos, a pesar de esto Dios nos dio el privilegio de ser padres, nos dio una hermosa niña, la cual amamos con todo nuestro corazón y estamos agradecidos de Dios por ella. No les voy a negar que fueran momentos muy difíciles para nosotros como pareja, como cristianos y como humanos. En nuestra mente finita y nuestro pecado, no entendíamos porqué tenía que pasarnos esas cosas a nosotros si “somos cristianos”,  no estábamos preparados para recibirlas, no por falta de oración porque a decir verdad en ese tiempo éramos muy “religiosos” y sumamente activos en la obra de Dios, creo que rayábamos en lo exagerado, pero no entendíamos que JESÚS se glorificaría en cada una de ellas, que nuestros cimientos comenzarían a enraizarse sobre la roca que es CRISTO.

Había una realidad y era que las adversidades estaban sobre nosotros ¿y ahora qué hacemos? Entonces, Dios comenzó a trabajar en nuestros corazones. Fueron muchos días y noches de oración buscando fervientemente a Cristo a través de su palabra para que Él nos ayudara, tuviera misericordia de nosotros y que se acordara de nuestra aflicción. Comenzamos a entender que las aflicciones tocarían nuestra puerta, sin pedir permiso entraran a ella. En nuestra búsqueda de respuesta fuimos a la palabra de Dios, allí encontramos muchas. 1 Pedro 4:12-13 la razón de las aflicciones en la vida de los creyentes: “Amados, no os sorprendáis del fuego de prueba que en medio de vosotros ha venido para probaros, como si alguna cosa extraña os estuviera aconteciendo; antes bien, en la medida en que compartís los padecimientos de Cristo, regocijaos para que también en la revelación de su gloria os regocijéis con gran alegría”.

Todos en algún momento hemos experimentado una situación que nos aflige, pero ¿Qué haces cuando la adversidad llega? ¿A dónde vas a refugiarte? ¿Qué es lo primero que viene a tu mente? 1 Pedro 5:6-10 nos dice qué hacer, y nos da una maravillosa esperanza: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él os exalte a su debido tiempo, echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros. Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar. Pero resistidle firmes en la fe, sabiendo que las mismas experiencias de sufrimiento se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. Y después de que hayáis sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia, que os llamó a su gloria eterna en Cristo, El mismo os perfeccionará, afirmará, fortalecerá y establecerá.”

La mayoría de las veces, aún cuando somos creyentes, cuando las aflicciones llegan a nuestra vida, hacemos todo lo contrario a lo que nos dice en el texto que acabamos de compartir. En nuestra humanidad asumimos el papel de víctimas, nos llenamos de ansiedad y perdemos las esperanzas. Sin embargo el creyente, aquel que confía plenamente en la voluntad de Dios, debe poner su esperanza en la certeza de que algo bueno saldrá de esta situación.

Romanos 8:28 nos dice “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”, no como un pensamiento positivista, sino como una convicción que proviene de la fe en la soberanía de Dios. Pero si Cristo no es el centro de nuestras vidas y de nuestro hogar, si Él no es la meta suprema, entonces sucederá que nuestra casa se desplomará, pues la misma no ha sido edificada sobre la roca, que es Cristo.

¡Que el Señor nos ayude a poner todas nuestras esperanza en Cristo Jesús!

Fuente:
Talía Pérez de Tavarez | hacedoresdeluz

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