Abordaremos el tema de la visión, pues es muy importante para la vida de todo cristiano entender en qué consiste, la Palabra dice: Donde no hay visión, el pueblo se desenfrena, pero bienaventurado es el que guarda la ley (Proverbios 29:18), ya que si no tenemos una visión clara de a dónde nos dirigimos, nos vamos a desenfocar sin llegar a cumplir con el propósito para el cual el Señor nos llamó, como dice la carta a los romanos: Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos (Romanos 8:29), por lo que debemos esforzarnos para llegar a ser como Jesús, como dice la carta a los gálatas: sufro dolores de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros (Gálatas 4:19).
Nos perdemos en las cosas rutinarias de la vida porque no tenemos una visión clara, una meta en Dios; es como aquel oficinista que llega cada día a su trabajo y su único incentivo en la vida, es llegar a recoger su cheque a fin de mes.
Por otro lado, tenemos a aquellos que luchan por sus sueños, como el atleta que no se cansa de practicar hasta que logra obtener el oro olímpico, en ellos siempre hay un deseo constante de superación hasta ver la realización de su sueño, como lo debe de haber en nosotros.
La Biblia dice que el Señor ya preparó obras para nosotros, tal como dice Pablo: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para hacer buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas“ (Efesios 2:10).
Es importante descubrir esas obras para poderlas realizar, muchos de nosotros por no comprender la voluntad de Dios, nos ocupamos de estudiar, trabajar, hacer deportes, etc. sin tomar en cuenta cuál es la voluntad del Señor.
Podemos tomar el caso de un joven que se enamora de la persona incorrecta y al unirse a ella, estorba el desarrollo del plan que Dios dispuso para él, claro está, que finalmente, Dios cumplirá su deseo, pero la persona deberá sufrir las consecuencias de sus errores, como podemos ver en el caso del profeta Jonás, a quien Dios había enviado a Nínive.
Cuando el Señor habló a Abram, le dijo: “Vete de tu tierra, de entre tus parientes y de la casa de tu padre, a la tierra que yo te mostraré. Haré de ti una nación grande y te bendeciré y engrandeceré tu nombre y serás bendición. Bendeciré a los que te bendigan y al que te maldiga, maldeciré. Y en ti serán benditas todas las familias de la tierra” (Génesis 12:1-3).
Y agrega más adelante: “Después de estas cosas la palabra del Señor vino a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram, yo soy un escudo para ti; tu recompensa será muy grande. Abram lo tenía todo, pero no tenía con quien compartirlo, por lo que se quejó con el Señor y Él, llevándolo fuera le dijo: Ahora mira al cielo y cuenta las estrellas, si te es posible contarlas. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y Abram creyó en el Señor y Él se lo reconoció por justicia” (Génesis 15:1-5,6).
Pasaron los años y la promesa no llegaba y se cansaron de esperar; Sara tomó a su sierva y se la entregó a Abram, luego de un tiempo nació Ismael, burlador y contrario a la visión que el Señor les había entregado.
El Señor dijo a Habacuc: “Escribe la visión y grábala en tablas, para que corra el que la lea. Porque es aún visión para el tiempo señalado; se apresura hacia el fin y no defraudará. Aunque tarde, espérala; porque ciertamente vendrá, no tardará. He aquí el orgulloso: en él, su alma no es recta, mas el justo por su fe vivirá“ (Habacuc 2:2-4).
Nuestra confianza no debe estar puesta en nuestras fuerzas para que se cumpla la visión, pues como vimos en el relato, Sara quiso ayudar a Dios, dejando por un lado lo que Él les había prometido; Ismael, el fruto de su transgresión vino a convertirse en enemigo del pueblo de Dios, por esto dice la Escritura: “La bendición del Señor es la que enriquece y Él no añade tristeza con ella” (Proverbios 10:22).
Como podemos ver, en su tiempo, el Señor prosperará la visión; en contra posición a esto, podemos ver al apóstol Pablo, diciendo al rey Agripa, cuando testificaba de Jesucristo, que no fue desobediente a la visión celestial que Ananías le había entregado de parte de Dios,predicando el Evangelio tanto a judíos como a gentiles, llegando a convertirse en el perito arquitecto de la iglesia.
El Señor le dijo al profeta Isaías: “Acordaos de las cosas anteriores ya pasadas, porque yo soy Dios y no hay otro; yo soy Dios y no hay ninguno como yo, que declaro el fin desde el principio y desde la antigüedad lo que no ha sido hecho. Yo digo: Mi propósito será establecido y todo lo que quiero realizaré” (Isaías 46:9-10).
Finalmente podemos tomar esta enseñanza para nuestras vidas, ya que Abraham confió en el cumplimiento de la promesa, pues Dios le dijo que llegaría a se el padre de muchas naciones.
Abraham creyó en el único Dios con poder para dar vida a los muertos y llamar a las cosas que no existen, como si existieran, creyó en esperanza contra esperanza, a fin de llegar a ser padre de muchas naciones, conforme a lo que se le había dicho. Por lo tanto, sigamos el ejemplo de estos hombres, quienes en obediencia cumplieron su visión y su misión, por eso Pablo escribió estas líneas:
“No que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante, prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. Así que todos los que somos perfectos, tengamos esta misma actitud; y si en algo tenéis una actitud distinta, eso también os lo revelará Dios; sin embargo, continuemos viviendo según la misma norma que hemos alcanzado”(Filipenses 3:12-16).
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¡Bendiciones en Cristo Jesús !