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La Vid Verdadera

En Puerto Rico, no tenemos temporadas marcadas como en otros países.  No cae nieve, por ejemplo.  En otros países, hay que ir sacando los abrigos.  Viene ese proceso de preparación porque no hay tal cosa como orar para que no llegue el invierno.  El invierno va a llegar, lo que pasa es que entre temporada y temporada hay un espacio que te da oportunidad de prepararte, de modo que en la temporada que viene, saques el mayor provecho.

Esas temporadas tienen un efecto en la naturaleza.  El invierno lo mata todo, pero no de manera permanente, sino que mata lo que no necesita, para que cuando llegue la primavera, vuelva a florecer.  Durante cada temporada, hay métodos diferentes de preparación para poder disfrutarlas.

Hay una gran diferencia entre temporadas y ciclos.  Los ciclos dependen de decisiones personales y tú puedes evitarlos.  Puedes evitar seguir dando vueltas y vueltas en el mismo ciclo.  No puedes evitar temporadas; lo único que puedes es disfrutar o sacarles el máximo a ciertas temporadas en tu vida.  Hay temporadas cuando eres niño, temporadas cuando eres pre-joven, cuando eres joven, cuando eres adulto; son temporadas que vas a vivir, lo que no deberías es vivir los mismos ciclos en diferentes  temporadas.  En otras palabras, no debes vivir ciclos de pobreza, por ejemplo, de joven, de adulto y de viejo.  Vas a ser joven, adulto y viejo, pero no debes vivir ciclos de pobreza y depresión en todas las temporadas.  Tú puedes decidir romper con esos ciclos.

Cuando hablamos de temporadas, lo que tenemos es que prepararnos para ellas.  Y no todas las temporadas se ven iguales.  Si un día pasas por un viñedo, vas a notar que hay una temporada donde el viñedo se ve feo, se ve seco, no se ven flores ni frutos ni hojas.  En ese tiempo es que tiene que salir el labrador a podar y a cortar.  El labrador corta y poda, y no es el mismo proceso.  Hay ramas que tiene que cortar y tirarlas; otras, las va a podar, las va a arreglar, preparándose para lo nuevo que viene.  Una de las técnicas implica dejar dos ramas, cortando o podando todas las demás, esas dos se amarran a unos cables, y esas son las que van a florecer en la próxima temporada.  Cada rama comienza a producir nuevas ramas.  Pero en ese punto, lo que se ve es un montón de árboles secos.  Pero el viñador ve una gran cosecha.  Lo que no sirve, lo bota.  Todos ven algo seco, pero él ve el fruto que viene.

Hay temporadas en tu vida donde todo se ve seco; Dios ha ido cortando poco a poco ciertas cosas que no sirven, te ha dado el honor de ser podado porque Él tiene expectativa de que tú vas a dar más fruto.  Quizás hoy, cuando miras tu vida, tu viñedo, ves muchas cosas secas; cuando haces inventario, hay cosas que se fueron, que no están, gente que no existe, negocios que tuviste que cerrar, y te ha causado tristeza, dolor; no te has dado cuenta que no fue el diablo que te las quitó, sino que fue Dios quien las podó de tu vida porque hay algo nuevo que Él va a hacer.  Él es el labrador por excelencia, que está esperando que tú des fruto y que des más fruto.  Hoy se ve todo seco a tu alrededor, pero debe haber expectativa de que hay una nueva temporada para tu vida, y que en lo nuevo de Dios vas a dar nuevo fruto.

Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. 2 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. 3 Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. 4 Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.5 Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. 6 El que en mí no permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden.7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho. 8 En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos. 9 Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor.”  Juan 15:1-9

Jesús comienza a usar esta analogía del viñedo para explicarles cosas difíciles a sus discípulos.  Lleva años tratando de mostrarles las cosas profundas del Reino, y utiliza todo a su alrededor para llevar su mensaje.  Jesús viene de bajar del aposento alto, de lavarles los pies a sus discípulos, de tener esa última cena; va camino a la cruz, están en el tiempo de la Pascua, luego viene el Pentecostés, el tiempo de la cosecha, de la vendimia, de la prosperidad; así que Jesús está llevando a sus discípulos de una temporada a otra.  Saliendo del aposento, donde había tratado de explicarles cosas profundas, se encuentra con un viñedo, y les explica claramente: el Padre es el labrador, yo soy la vid y ustedes son los pámpanos, esas ramas.  Utilizó ese momento para explicarles tres cosas muy importantes:

  1. Les muestra que fueron limpiados.  Judas acababa de salir, ya no estaba.  Eran doce, ahora quedaban once.  Fueron limpiados, podados; uno se fue.  Pero ellos estaban allí, y si permanecían en aquella nueva temporada, darían fruto.  La pregunta es si querían permanecer.  En otras palabras, la invitación era: permanezcan, aunque no entiendan todo lo que va a ocurrir, aunque otros ya no estén; y la promesa es que, si permanecen, van a llevar más fruto.  Una de las cosas que produce fruto en un cristiano es la consistencia, la permanencia en el Señor, a pesar de lo que se vea a su alrededor.  Eso es lo que te asegura que Dios te va a dar fruto, y que vas a llevar más fruto.
  2. Les habla del carácter.  Esto es algo que Dios hace a través de toda la Biblia, hablando de nuestra relación con Él, haciendo uso en ocasiones de analogías con animales, por ejemplo.  Pero muchos de los animales que usa para compararnos no son los que la gente quiere ser.  La gente quiere ser un león, pero el único león de Judá es el Dios Todopoderoso; tú no eres león, tú eres oveja.  Los animales que la Biblia utiliza para hablar del cristiano son los más dóciles.  Somos ovejitas, animalitos simples que Dios tiene que cuidar.  Cuando se habla de águilas, el águila por excelencia es Él.  Él es el que dice: yo los llevé a ustedes en alas de águilas.  Y a través de toda la Biblia, Dios también nos compara con los árboles.

Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; 2 sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. 3 Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará.”  Salmos 1:1-3

En el Nuevo Testamento, Jesús hace un milagro a un hombre que estaba ciego; le pone lodo, lo manda a lavarse en el estanque y cuando el hombre se limpia, Jesús le pregunta qué ve, y el hombre responde: veo a los hombres como árboles.  Nosotros esos árboles que Dios quiere que demos fruto.  ¿Qué diferencia hay entre un animal y un árbol?  Muchas cosas; entre ellas, la forma en que se alimenta.  El animal se alimenta de afuera hacia adentro.  Todo animal se convierte en depredador en algún momento dado; necesita otro más débil para poder sustentarse.  Y tú no fuiste creado para comerte a los más débiles.  Todo el que se alimenta de la debilidad de otro, se vuelve depredador.  Tú eres árbol, y como tal, tienes la capacidad de producir de adentro hacia afuera.  Tomas lo que está en la tierra, lo bueno y lo malo, lo procesas, y cuando sale afuera, sale un fruto que todo el mundo puede disfrutar.  Tú no te alimentas de afuera hacia adentro, sino de adentro hacia afuera; y es tu conexión con Dios la que te da esa gran victoria.  Por eso es que él dice: permanece en mí para que des fruto; te vas a alimentar de adentro hacia afuera.

Lo más grande de un cristiano no son los dones; nunca te sorprendas por los dones.  Dios usa hasta un burro cuando necesita llevar un mensaje; y hay quienes son burros, y Dios los usa porque si lo necesita para hablarle a alguien, lo va a hacer.  Lo que te debe sorprender de la vida de una persona es el fruto.  La Biblia dice: por sus frutos los conoceréis.  Nunca juzgues a alguien por sus dones porque pueden tener un buen don y un mal fruto.  Dios lo usa porque el don nadie se lo puede quitar, y Dios va a usar el don que quiera como quiera para llevar su mensaje, lo que tú debes admirar es el fruto de la consistencia, de la permanencia, del carácter en la vida de una persona, porque eso es lo que realmente demuestra si es cristiano o no, y cuán maduro es.  Por eso, hace falta una relación a largo plazo con la gente, porque ahí es que tú ves la madurez de un cristiano, cuando da fruto a través de todos los tiempos.  Esa es la diferencia.

  1. Les enseña que hay temporadas donde tienen que haber recortes.  Tiene que haber eliminación de ciertas cosas que tienen que ser quemadas por completo, y las que permanecen deben ser podadas o limpiadas para que produzcan más.

No nos gusta recortar.  Vemos los recortes como pérdida, como fracaso.  Pero aplica este principio en tu vida personal, financiera, empresarial; una de las cosas que tú debes aprender es a despedir personas.  Hay gente que consume y no produce absolutamente nada.  Gastan el dinero y el espacio de alguien que te pudiera producir más.  Hay gastos que tienes que reducir, cosas que tienes que eliminar, si quieres avanzar en tu vida.  A veces, te entristeces porque no te gusta cortar, te da pena con la gente que tienes que cortar, pero si no lo haces, ni ellos ni tú crecen ni avanzan.  En cada recorte en tu vida, tienes que saber que es Dios quien sabe por excelencia lo que tú debes cortar.  Porque si el labrador corta de más, daña la viña.  Así que, el labrador sabe qué cortar, cómo hacerlo, cuánto cortar y cuándo hacerlo.  Y tú tienes que unirte a Dios y pedirle revelación para saber qué cosas tienes que cortar, qué tienes que eliminar y qué no.  No se trata de tú cortar por cortar, de quitar por quitar, sino de quitar lo correcto, en el momento correcto, con expectativa de que, cuando lo hagas, tendrás mucho más fruto.

Y el labrador por excelencia es Dios.  Tienes que dejarte llevar por Él a la hora de cortar para no cortar al empleado incorrecto.  No hagas recortes por emociones o por falta de fe.  Déjate dirigir por Dios.  Ante temporadas difíciles, muchos cortan a Dios primero.  Dejan de ir a la iglesia, de diezmar, de orar; piensan que tienen que invertir su tiempo en otras cosas, que esto les consume demasiado tiempo.  Pero si tú cortas aquello que te puede producir, ¿qué puedes esperar?  Absolutamente nada.  Entonces, no es cortar por cortar, sino tener la sabiduría de cómo cortar, cuánto cortar y cuándo hacerlo.  Y eso te lo puede dar solo el Padre celestial.  Él sabe por excelencia lo que sirve y lo que no sirve en tu vida.

Jesús no dejá a interpretación esta analogía.  Claramente, dijo que hay tres personas envueltas:

  1. El Padre es el labrador.
  2. Él es la vid verdadera.
  3. Las ramas.

Parece simple y poco problemática esa expresión, pero no para aquella gente.  Aquello no era cualquier cosa porque él estaba reemplazando a la nación de Israel.  En el Antiguo Testamento, la vid era una referencia al pueblo de Israel, el pueblo de Dios.

8 Hiciste venir una vid de Egipto; echaste las naciones, y la plantaste.”  Salmos 80:8

La vid era Israel.  Todo el que se conectara a la vid, al pueblo de Israel, disfrutaba de la bendición del pacto.  El pueblo de Israel llegó a ser gigantesco porque, mientras Abraham caminaba, comenzó a añadir gente.  Pero todo el que se añadía, tenía que circuncidarse porque era la señal del pacto donde se estaban uniendo a la nación de Israel, y al hacerlo, se conectaban a la nación de Israel y con el verdadero Dios, y por lo tanto, su bendición estaba sobre ellos.  Ahora, Jesús dice: la nación de Israel no es la vid, yo soy la vid verdadera; tienes que conectarte conmigo.

Hay celebraciones en las que se abre una botella de una bebida en particular, pero tú no sabes si es de Champagne porque Champagne no es todo lo que bote espuma.  Champagne es referencia a un lugar en Francia de donde salen unas uvas.  Los franceses le pusieron el nombre a las cepas de acuerdo al lugar de donde salen, así que Champagne no es cualquier cosa, sino lo que sale de la región de Champagne, Francia.  Lo demás es vino espumoso.  Lo que pasa es que hay quien toma vino espumoso, creyéndose que es Champagne.  Se parece, pero no es lo mismo.  Si no viene de esa región, no es Champagne.  Y Jesús está diciendo: si te conectas a otra región, tú no eres Champagne.  Los demás botan también espuma, pero no es lo mismo.  Esto es otra cosa.  Los demás son vino espumoso.

La calidad de lo que tú eres depende de dónde tú estés.  Si te unes a Jesús, la vid verdadera, vas a dar fruto verdadero, real.  Por eso es que tú no puedes estar conectado a cualquier sitio; las religiones no son las mismas, las iglesias no son las mismas, la gente no es la misma.  Depende de la región donde tú estés conectado son los nutrientes que tú vas a recibir; asegúrate de recibir lo que tú necesitas para producir lo que Dios quiere que tú produzcas.

Deja de ser vino espumoso.  Atrévete a ser Champagne.  Conéctate a la verdadera vid, que es Cristo Jesús, y permanece en él para que no tan solo des fruto, sino que des el fruto correcto.

Fuente:
Pastor Otoniel Font

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