Ya hemos hablado un poquito sobre la venida del Espíritu Santo a la Iglesia – el cumpleaños de la iglesia.
El Espíritu Santo dio audacia a los nuevos creyentes para compartir el evangelio y para predicarlo en las lenguas de las muchas naciones representadas en Jerusalén durante la fiesta de Pentecostés.
¡Pero el Espíritu hace mucho más por nosotros! Como veremos, como el Espíritu nos señala a Cristo, Él también en humildad nos sirve por Él.
Pablo nos habla de la obra del Espíritu – y la obra del Padre y del Hijo también – en este texto desde su carta a los Efesios. No vamos a tomar el tiempo para estudiar este pasaje palabra por palabra, pero vamos a ver lo que dice sobre el Espíritu.
Yo, pues, prisionero del Señor, les ruego que ustedes vivan de una manera digna de la vocación con que han sido llamados. Que vivan con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándose unos a otros en amor, esforzándose por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.
Efesios 4:1-3 La unidad del Espíritu en la Iglesia. ¡Cómo necesitamos unidad y paz! El Espíritu Santo obra en la Iglesia (tanto su iglesia local como la Iglesia mundial) para darnos eso.
Y el Apóstol nos va a contar más sobre esa unidad.
Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también ustedes fueron llamados en una misma esperanza de su vocación; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos. Efesios 4:4-6
Nuestra unidad está basada en la verdad de nuestra fe, la obediencia a esa fe – y en el Dios Triuno que adoramos.
Pero a cada uno de nosotros se nos ha concedido la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por tanto, dice:
“Cuando ascendió a lo alto, llevo cautiva un gran número de cautivos, y dio dones a los hombres.”
Esta expresión: “Ascendió,” ¿qué significa, sino que El también había descendido a las profundidades de la tierra? El que descendió es también el mismo que ascendió mucho más arriba de todos los cielos, para poder llenarlo todo.
Efesios 4:7-10 Ahora el enfoque cambia a la victoria de Cristo. Como un rey triunfante, desfila por la calle principal de la ciudad, dando dones. ¿Cuáles son los dones?
Y El dio a algunos el ser apóstoles, a otros profetas, a otros evangelistas, a otros pastores y maestros, a fin de capacitar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Efesios 4:11-13
Él nos dio – ¡personas! Gente que puede edificarnos en la fe y enseñarnos acerca de Jesucristo.
Es interesante que la Biblia habla de las habilidades dadas a las personas en la iglesia como dones del Espíritu Santo. El Espíritu y el Hijo trabajan para edificar la iglesia local (Hebreos 2:4; 1Corintios 12:4-11).
Entonces ya no seremos niños, sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error.
Más bien, al hablar la verdad en amor, creceremos en todos los aspectos en Aquél que es la cabeza, es decir, Cristo, de quien todo el cuerpo, estando bien ajustado y unido por la cohesión que las coyunturas proveen, conforme al funcionamiento adecuado de cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo para su propia edificación en amor.
Efesios 4:14-16nY así a través del Espíritu nos ayudamos mutuamente a crecer – y crecer juntos – en la Iglesia de Jesucristo.
Esta semana, al animar a otros creyentes, a medida que los ayuda a servir a sus comunidades, mientras trabajamos juntos para compartir el evangelio – estamos trabajando en el poder del Espíritu Santo. ¡Qué maravilloso es el regalo de Dios!