“No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará”. Gálatas 6:7
Considero que una de las características mas importantes del verdadero hijo de Dios tiene que ser la sinceridad.
Uno de los personas bíblicos que mas admiro es el rey David, pues pese a todos los errores que cometió, comprendió lo importante que es ser sincero delante del Señor. En ocasiones fuero situaciones duras que tuvo que pasar para comprender este principio, pero se dio cuenta que no había forma de ser conforme al corazón de Dios si no es por medio de la sinceridad.
Y es que ¿A quien no le gusta que le sean sinceros?, creo que todos nosotros buscamos que las personas que nos rodean sean sinceras con nosotros, aunque la sinceridad muchas veces puede ser un poco dura, debemos aprender a que por medio de ella llegaremos a ser mejores personas y mejores cristianos.
Hoy en día vivimos un tiempo en donde la sinceridad se esta ocultando, en donde el pecado se esta convirtiendo en un experto para aparentar y en donde la verdadera relación personal con Jesús se esta perdiendo.
La verdad es que en una relación donde no hay sinceridad, es una relación que poco a poco se ira desgastando y lejos de fortalecerse se puede echar a perder.
Ahora yo te pregunto y me hago a mi mismo la siguiente pregunta: ¿Estaremos siendo sinceros con Dios?
No hay nada como llegar delante de su presencia, reconocer nuestra dependencia total de El y decirle: “Señor te necesito”.
El otro día me daba cuenta que por momentos nos olvidamos de ser sinceros con nosotros mismos y mas aun con Dios. Creemos que vivir una vida acomodada en lo espiritual es lo que agrada al Señor y realmente eso es un engaño.
Dios anhela que cada día busquemos la perfección, si bien es cierto cometemos grandes errores, eso no quiere decir que no vayamos y nos levantemos y busquemos nuevamente hacer las cosas perfectamente como Dios manda. Pero el no ser sinceros con Dios y con nosotros mismos nos lleva a querernos engañar, creer que con asistir a una Iglesia y Alabarlo es suficiente como para merecernos cualquier favor de Dios, cuando realmente nos estamos olvidando que fuera de las cuatro paredes también hay un mundo en el que debemos ser luz y en donde tenemos que ser la sal que le de sabor.
Amados hermanos, te pido con todo mi corazón, que seas sincero con Dios, que reconozcas tus errores y debilidades delante de El, que no quieras tapar el sol con un dedo y creer que todo esta bien, cuando muy dentro de ti sabes que las cosas no están saliendo como tendrían que ser.
Es momento de restaurar nuestro altar con el Señor, de comenzar a vivir la vida cristiana que Dios quiere que vivamos, que comencemos a mantener una verdadera relación personal con El y que como consecuencia nos sintamos seguros bajo sus alas.
Mientras no seas sincero contigo mismo y con Dios, las cosas no saldrán como quisieras, es necesario romper con toda rutina que me esta llevando a engañarme a mi mismo y tratar de engañar a Dios, amados ¡No nos engañemos!, Dios no puede ser burlado.