El salmo 23 habla acerca del Mesías de manera profética, y tenemos que verlo en el contexto de los salmos 22 y 24. Podemos ver en él también lo que podemos esperar de Dios en nuestras vidas. Y podemos ver también cosas más profundas.
“3 Confortará mi alma;
Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
4 Aunque ande en valle de sombra de muerte,
No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;
Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” Salmos 23:3-4
Ahora bien, si Dios te guía por sendas de justicia, ¿por qué vas a estar en un valle de sombra de muerte? Si la seguridad es que el pastor, Jesús, nuestro Dios, nos va a guiar por sendas de justicia por amor de su nombre, ¿por qué razón, mientras Él te guía por sendas de justicia por amor de su nombre, estás viviendo un valle de sombra de muerte?
El valle de justicia es un camino muy peculiar que todo creyente decide vivir, y que muchas veces, en esa decisión, cuando decidimos seguir a Dios por su justicia, toda nuestra vida a nuestro alrededor se vuelve oscura y se llena de temor. Muchos hoy están preocupados por la condición social de su país y del mundo, pero la única razón por la que hoy estás preocupado es porque antes eras parte de esa oscuridad, pero hoy, como estás caminando por la justicia de Dios, te estás dando cuenta de lo oscuro del mundo que estás caminando.
Ahora tu mente está clara y te das cuenta con todo lo que tienes que trabajar, con todo lo que tienes que luchar. Esa es una de las batallas más grandes que tenemos los creyentes porque, mientras más maduramos en el Señor, mientras más la luz de Dios se manifiesta en nuestras vidas, más oscuro vemos el camino a nuestro lado, a nuestro alrededor. Antes, cuando tú estabas en el mundo, no te importaba lo que pasaba, no te ocupaban las cosas que sucedían; tú eras parte del problema. Ahora tu mente y tu perspectiva han cambiado.
Las sendas de justicia por las que Dios te guía es cuando tú empiezas a caminar conforme a su palabra y su deseo. El camino no se vuelve más fácil. Todo lo contrario. Muchas veces, se vuelve más oscuro. Ser cristiano y creyente en este tiempo no es fácil. Cada vez que tú tomas una decisión y caminas firme, te das cuenta de la oscuridad que hay en el mundo a tu alrededor. Pero la certeza que tú tienes que tener es que Él va contigo. Aunque andes en valle de sombra de muerte, no vas a temer porque Él va contigo. No tienes que temer por lo que va a pasar contigo familia, con tus hijos, en esta sociedad en estos tiempos. Tú tienes que tener la seguridad de que, mientras más oscuro se ponga, más Dios va a mostrar su luz sobre tu vida y te va a guiar en cada paso que des.
Cada vez que tú tratas de caminar más en las cosas de Dios, se pone difícil, se pone duro. Mientras más maduras en Dios, más complicado se pone porque comienza dentro de ti la lucha entre el bien y el mal.
El camino de los discípulos, caminar con Jesús, no fue fácil; y menos cuando él no estaba al lado de ellos para cuidarlos. El camino fue uno complicado. En la Biblia no se nos promete felicidad. La Constitución de los Estados Unidos te promete la oportunidad de perseguir la felicidad. Pero en la Biblia, hay sufrimiento. Creemos en prosperidad, pero para prosperar, hay que sufrir. El problema es que la gente quiere prosperar sin trabajar. No digas que eres cristiano, si no podemos ver tu cruz. Lo más grande del Evangelio es el sacrificio voluntario que hacemos de cargar con nuestra cruz y crucificar nuestra carne a diario. Ya no vivimos para nosotros; antes, hacíamos lo que nos daba la gana, pero ya no; ahora, controlamos nuestra mente, nuestros pensamientos. Antes los problemas te amargaban; ahora te das cuenta que son parte de la vida y que tienes que vivir para Dios, que Él te va dar la victoria, pero que es en tu aceptación voluntaria de la responsabilidad que tienes que tomar sobre tu vida y tu camino lo que eventualmente te da la felicidad.
La felicidad que tienes es de que Dios va contigo dondequiera que tú vayas, y que te has atrevido a vivir para Él y solo para Él. Todo aquel que piense que el Evangelio es una forma espiritual de buscar la felicidad está pensando de forma errónea. Dios te promete prosperarte, bendecirte; y definitivamente, la vida del cristiano, eventualmente, es una de alegría. Pero Dios lo que hace es cambiar tu llanto en gozo, tus problemas en bendición, cuando atraviesas con ellos o por ellos, a través de la gracia de Dios.
Cada vez que tú caminas por la senda de justicia, tú ves el camino oscuro en que vives. Te das cuenta que estás caminando en la oscuridad de un tiempo que trata de rodear tus pensamientos, tu mente y tus decisiones. Pero ahí es cuando más que nunca debes tener la seguridad de que Dios va contigo y que ningún mal tocará tu vida. Aunque andes en valle de sombra de muerte, no temerás mal alguno.
¿Por qué tu necesitas aliento para este valle? Porque cuando llega la oscuridad a tu vida, y el miedo se apodera de ti, pierdes todo ánimo, toda fe; y comienzas a querer dejar de caminar por ese valle.
Hay momentos que te hacen perder el aliento, la capacidad de seguir hacia adelante. Has sentido el desánimo de seguir sirviendo a Dios porque, mientras más le sirves, piensas que más complicado se pone. Comienzas a cuestionarte de qué sirve servir a Dios, si vas a pasar estos problemas. Diezmas, ofrendas, y te preguntas por qué Dios permite que te pasen ciertas cosas. Y comienza el desaliento en tu corazón. El salmista decía: no me voy a desalentar; voy a creer que Dios va a hacer conmigo lo que yo hacía con mis ovejas; cuando yo las llevaba por sendas de justicia para llevarlas a pastos fértiles, se volvía oscuro el camino, y mis ovejas tenían que depender de que yo había salido con dos herramientas. Los pastores salían con una vara y con un cayado; y cada herramienta tenía su razón de ser. La vara era para defender a las ovejas de los otros depredadores que vinieran a atacarlas. En ese momento oscuro donde el león o el oso aprovechaban para tratar de robarse una oveja, el pastor salía y defendía y ahuyentaba a aquel que podía venir con la intención de comerse una de sus ovejas. Quizás tú ni cuenta te has dado de cuántas cosas Dios te ha librado, en medio de la oscuridad. Dios ha peleado por ti más batallas de las que tú piensas. Gente que se ha ido de tu vida, fue Dios que los sacó con su vara, diciendo: tú no te vas a acercar, no le vas a hacer daño. Cosas que desaparecieron de tu vida, fue Dios peleando por ti, defendiéndote.
Mientras más oscura se pone la noche, más confianza tú tienes que tener en la vara de Dios, que es la que te defiende de todos tus enemigos. Tú vas con Él, Él va contigo, y su vara te va a defender de todo enemigo que venga a atacarte.
Pero también Él tiene un cayado porque, si peligroso y riesgoso es el enemigo que viene de afuera, peligroso era cuando una oveja se descarriaba. Es fácil que, en los momentos de oscuridad, una oveja pierda el paso, es fácil que diera un paso en falso, que comenzara a caminar por el lugar incorrecto. Qué hacía entonces el pastor? No usaba la vara para darle y que tomara el camino correcto, sino que tomaba el cayado y con la curva halaba la oveja por las patas o por el cuello, y las ponía a caminar por el lugar correcto. De la misma manera, de vez en cuando, Dios te encamina a ti. De vez en cuando, tú necesitas algo o alguien que te hale y te ponga a caminar en el lugar correcto.
Tú necesitas un halón para caminar en el lugar correcto porque, si sigues por el camino en el que vas, un paso que des en falso, puede hacer que se pierda todo lo que Dios te ha dado.
En el valle de la sombra de muerte, Dios siempre va a usar su cayado para traer dirección a tu vida, para mantenerte por el camino correcto. Nunca rechaces la corrección de Dios, a través de su palabra. Nunca rechaces la corrección de Dios a cada paso que tú das. Hoy es todo lo contrario; en el tiempo que estamos viviendo, es cuando más debemos decir: Señor, muéstrame el camino.
A los discípulos no se les puso más fácil; cada vez se les puso más duro. Pero cuando más difícil se puso, Dios derramó sobre ellos su Espíritu Santo para que los dirigiera en toda verdad, en toda justicia, para que los pusiera en el camino correcto.
Da gracias a Dios por tus padres, por tus abuelos, por tus pastores, por algún maestro, por alguien que algún día sembró una semilla en tu corazón; da gracias que el día que diste un paso en falso, eso que te dijeron, te hizo volver al camino de Dios, a caminar por el lugar correcto.
Tú no sabes de las cosas que Dios te ha librado. No sabes todas las batallas que Dios ha luchado por ti todo este tiempo. Tú no sabes, pero el riesgo más grande no es el enemigo que viene de afuera, sino cuando en el valle de la sombra de muerte, tú das un paso fuera de la voluntad de Dios; y por eso Dios tiene su cayado para corregirte. Cada vez que vas a la casa de Dios, cada vez que lees su palabra, cada vez que estudias su Biblia, cada vez que oras, te das cuenta que el Dios al que sirves corrige tu camino. La Biblia dice: lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.
La senda de justicia por la que tú has decido caminar y permitir que Dios te guíe, se vuelve oscuro cada vez que caminas, cada vez que maduras, cada vez que aprendes de las cosas de Dios y te das cuenta el mundo incierto en el que vives. Tu seguridad y tu aliento, tu inspiración viene de que Dios va contigo y de que su vara y su cayado te defienden y te corrigen. Esa es la tarea de todo padre: defender y corregir.