Cada 27 de septiembre se celebra en República Dominicana, el Día Nacional de la Biblia, declarado mediante la ley 204-84. Es una oportunidad para siempre dejar en las mentes de los interesados que el Sagrado libro no sólo narra historias de Dios, ni de la vida de Jesús. Es un manual de vida que guía a los seres humanos a fin de que estos puedan alcanzar una existencia plena y feliz, mediante un mensaje que conecta y alumbra la mente.
Sus contenidos y páginas, ofrecen consejos que permiten aprender sobre valores como la integridad y la honestidad, y fortalecen la práctica del amor entre Dios y sus semejantes, además nos permite conocer sobre el valor de la solidaridad, aprender a perdonar, a servir a los demás, y a no cansarse nunca de hacer el bien.
Leer la Biblia hace bien no solamente por ser cristianos, sino por ser humanos, porque ella nos enseña la sabiduría de los siglos, la sabiduría del «hacer y el ser». Examinar la Escrituras cada día nos hace bien en todos los sentidos; los que la leen y se instruyen, encuentran en el libro Sagrado una fuente confiable de enseñanza para la vida y el fomento de las relaciones personales y colectivas.
Así como los aspectos de la Constitución de un país constituyen una norma para construir una sociedad, y dan estabilidad a las reglas que determinan la forma en que se ejerce el poder público por parte de los órganos legislativos, ejecutivos y judiciales del Estado, en las Sagradas Escrituras se discuten narraciones, leyes y literaturas que fueron transmitidas, interpretadas, escritas, coleccionadas, y editadas que han servido de parámetro moral y espiritual para las naciones, como lo establece San Pablo en 2 Timoteo 3: 16-17, que resume en 4 verbos que indican: guía, camino, información y disciplina.
Es decir, la Biblia enseña: da dirección a los hombres y a los creyentes en cuanto al camino por el que deben andar. Redarguye: señala el error, indica cuando no vamos por el camino correcto. Corrige: proporciona la información y la ayuda que necesitamos para retomar el buen camino. Y finalmente instruye: ayuda para mantener al ser humano en el sendero por medio de la disciplina y la fijación de límites.
La Biblia es el único libro que por 20 siglos ha sido atacado al punto de querer destruirlo, sin embargo, permanece. Paradójicamente es el texto más impreso y traducido a más de doscientos idiomas. Si nos referimos a su eficacia, la Palabra de Dios con el pasar de los tiempos es responsable de transformar millones de personas al alrededor del mundo, cambiando y mejorando su carácter, superando los errores, y convirtiéndolas en personas de bien.
La celebración del 27 de septiembre no sólo debe ser vista como una festividad como otras tantas, sino una invitación a adentrarnos en sus páginas repletas de promesas, adéntranos en su contenido cultural que dispone de un mensaje de esperanza y consuelo en toda circunstancia.
Su lectura proporciona aliento, y la garantía de que Dios está presente y activo en la vida aquellos que pueden disfrutar de sus riquezas, la cual conecta con generaciones como especie de «brújula» que ofrece dirección y orientación.
Así que la Biblia no es un libro exclusivamente filosófico, poético, histórico o ideológico cuyas enseñanzas o métodos de vida se desgastan o cambian con el paso de los años; es un libro cuya utilidad práctica está vigente y sus principios, valores espirituales y morales son válidos hoy día.