Andrés había terminado la Universidad donde había cursado la carrera de Ingeniería en Sistemas y un postgrado en Mercadeo, decidió iniciarse como profesional independiente, luego de haber trabajado algunos meses como empleado de una multinacional, muy prestigiosa en él área de las telecomunicaciones.
Admiraba mucho a los creadores de los sistemas de redes sociales que se encuentran en internet y decidió hacer su propia red social a la que llamo “caritas.com”, la cual poco a poco fue ganando adeptos por su forma fácil de crear perfiles de usuarios, con una interface muy amigable e intuitiva.
En un corto tiempo la red social de Andrés creció a niveles inimaginables y con las frescas ideas de mercadeo e ingeniería aprendidas por Andrés en la Universidad se empezó a convertir en unos de los líderes del mercado latino. Su red crecía en forma descomunal y pronto su sistema contaba, con más de un millón de usuarios, en la misma forma, su prestigio y fama comenzaron a crecer al igual que su cuenta bancaria, debido a que muchas empresas querían pautar con publicidad en su sitio en internet.
Pronto Andrés se convirtió en prestigioso ejecutivo de su ciudad y los reconocimientos comenzaron a llegar, la cámara de comercio de su ciudad lo eligió como el ejecutivo del año y las revistas, periódicos y la televisión, hablaban sobre él.
La Universidad donde había estudiado, le concedió un titulo “honoris causa” y lo ponían como modelo de éxito.
Él, humorosamente afirmaba que había tendido las redes y obtenía una “pesca milagrosa”, la cual llenaba sus bolsillos.
Entre sus éxitos se contaban, hermosas chicas que siempre lo acompañaban, mansiones, avión privado, autos lujosos, y todo lo que el dinero podía comprar, hacia fiestas suntuosas y gastos exagerados.
Su negocio iba cuesta arriba, las bases de datos de sus usuarios podían ser vendidas a quien pagara el precio por la información, hasta el propio gobierno empezó a interesarse en la compra de la información, ya que era muy completa. Andrés había creado una opción de usuarios “Premium”, tipo “VIP”, que tengan derechos especiales en la red, por un pequeño costo adicional.
A su vez estos usuarios debían entregar alguna información adicional, a la ya colocada en sus perfiles, donde se incluía lo habitual, fotos, gustos, e información general.
Hasta las empresas de seguros podían comprar esta información, para localizar a los usuarios de tarjetas de crédito o deudores morosos del sistema financiero.
Pronto la red se acercaba a las famosas redes globales, sus usuarios ya superaban los 150 millones.
Hasta entidades como el FBI, la Interpol, que estaban interesados en la información que tenia, con el propósito de establecer posibles sospechosos de actos terroristas o similares.
Todo para Andrés y su “pesca milagrosa”, era negocio y había podido vender la información de su propia madre si alguien le pagaba.
Un buen día Andrés amaneció con la noticia que su sistema había sido hackeado y que la información de cientos de sus usuarios estaba publicada en internet, lo cual causo una avalancha de acusaciones y de retiros, que genero una publicidad negativa para su negocio, ya que algunos eran miembros prestantes de su comunidad. La situación pronto empeoro, llegaron demandas y se empezó a descubrir que la información de sus usuarios también incluía, entre otras tarjetas de crédito y cuentas bancarias de las cuales no debería tener derecho a conocer.
Las demandas empezaron a crecer en la misma forma como su red había crecido en los años anteriores, hasta el gobierno intervino, he incauto las bases de datos, sospechando que tenía más información de la que aparentaba y aprovechando las circunstancias, ya que desde hacía un tiempo estaba bajo vigilancia y muy interesados en la información que poseía.
Andrés, termino en la cárcel, en una hermosa celda de lujo, la cual podía comprar con los millones que había acumulado. Podía pagar hasta guardaespaldas dentro de la cárcel para protegerse de los demás reclusos que le empezaban a odiar por hacer tanta ostentación.
Con el pasar de los días, sus bienes empezaron a ser decomisados y su dinero pronto desapareció, al igual que las posibilidades de vivir cómodamente en prisión.
Termino siendo trasladado entonces, a una celda normal compartida con otros dos reclusos y allí se sintió crucificado entre dos ladrones, Daniel y Gabriel, ambos eran asesinos, el uno era ladrón de bancos y había asesinado a varios guardias en sus huidas de los bancos asaltados, era despiadado y de mal genio, en la celda se hacia su voluntad, el otro había matado al amante de su mujer, se sentía arrepentido y era bastante retraído.
En estas condiciones, Andrés, pasó a convertirse en un preso más y peor aún, ya que muchos se burlaban de su caída.
Por más que reflexionaba, Andrés no comprendía que había sucedido y se mantenía, triste y pensativo, su familia ya no lo visitaba y sus amigos ya no existían, se encontraba solo en el mundo y su mágica red había sido destruida.
Andrés poco a poco entendió la banalidad del mundo, que la fama, el prestigio, el poder, son pasajeros, que el dinero y las posesiones van y vienen y por mucho que te esfuerces las cosas pueden cambiar de un momento a otro.
Que si edificas tu vida sobre la arena pronto llega el agua y se la lleva y que debes edificar sobre la roca, que es la única que no se mueve a pesar de las circunstancias externas.
Andrés a “regaña dientes”, se fue amoldando a su nueva vida y solicito que se le trasladara, al grupo de presos que enseñaban en la pequeña biblioteca de la prisión, la cual contaba con unos computadores para instrucción.
Allí, comenzó a encontrar más gratitud y afecto que en sus años de ejecutivo poderoso, los reclusos agradecían su esfuerzo por enseñarles y como contraprestación le ayudaban en lo que podían. Entre ladrones y asesinos se sentía ahora, más cómodo y alegre que fuera de allí, en este ambiente había más sinceridad y aunque al comienzo pensó que todos eran unos resentidos, poco a poco fue cambiando su forma de pensar y a disfrutar más de su condena.
Él, entendió que esta, era la verdadera “pesca milagrosa”, muchos de ellos se reunían a orar en grupos, asistían al culto que realizaba semanalmente un pastor, a leer la biblia, a apoyarse y a compartir mutuamente.
Su red social en internet, se había convertido en algo más, en una red de solidaridad y de afecto incondicional, sin apariencias de ninguna clase.