Yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. En esta visión, Juan ve la «santa ciudad», que se refiere a la nueva Jerusalén, un símbolo de la perfecta comunión entre Dios y su pueblo. Esta ciudad desciende del cielo, lo que indica que es un don divino, no una construcción humana. Está «dispuesta como una esposa ataviada para su marido», lo cual evoca la imagen de una novia que se prepara con esmero y belleza para su esposo. Esta metáfora simboliza la pureza, la belleza y la preparación cuidadosa de la ciudad para recibir a Dios. Apocalipsis 21-2-4
Versículo 3: «Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Una voz poderosa desde el cielo proclama una promesa fundamental,el tabernáculo de Dios con los hombres. Esto significa que Dios hará su morada permanente entre su pueblo. La palabra «tabernáculo» recuerda el tabernáculo del Antiguo Testamento, donde Dios habitaba en medio de Israel. Ahora, esta promesa se cumple plenamente en la nueva Jerusalén. Dios no solo estará presente, sino que morará con su pueblo de una manera íntima y continua, estableciendo una relación cercana y eterna con ellos.
Versículo 4: «Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. Este versículo ofrece una promesa de consuelo y esperanza. Dios enjugará todas las lágrimas, simbolizando el fin de todo sufrimiento y tristeza. La ausencia de muerte, llanto, clamor y dolor indica una transformación radical de la realidad presente. Las «primeras cosas», es decir, las circunstancias actuales de sufrimiento y muerte, habrán pasado. Esta es una visión de la redención y la renovación completa, donde el mal y el dolor no tienen cabida en la nueva creación de Dios.
Reflexión
Estos versículos en conjunto presentan una visión de esperanza y renovación. La nueva Jerusalén es un símbolo de la restauración final y perfecta del pueblo de Dios, un lugar donde la comunión con Dios es completa y eterna. La eliminación de todo sufrimiento y dolor resalta la plenitud de la redención y la promesa de vida eterna en la presencia de Dios. Esta visión nos invita a anticipar con esperanza el cumplimiento de todas las promesas de Dios y a vivir en la certeza de su amor y su fidelidad.