En múltiples ocasiones en la palabra de Dios, se inspira al creyente a producir, a que dé fruto. Se habla del fruto del espíritu, y del fruto de nuestro trabajo. Vemos todo tipo de expresión que demuestra la importancia de la productividad en tu vida.
“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, Ni estuvo en camino de pecadores, Ni en silla de escarnecedores se ha sentado; 2 Sino que en la ley de Jehová está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. 3 Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará.” Salmo 1:1-3
El salmista hace entonces una comparación, diciendo que a los malos les pasará lo contrario. A través de la palabra del Señor, vemos cómo se compara al hombre con un árbol, y se nos impulsa a dar fruto en nuestra vida. A veces perdemos de vista lo que Dios quiere que manifestemos en nuestra vida, y cómo debemos dirigir nuestras decisiones. Pero habemos quienes tenemos una consciencia de que tenemos que progresar, prosperar.
El mundo está lleno de información acerca de cómo manejar tu vida y cómo hacerte más productivo o más eficiente o efectivo. Dos palabras muy conocidas y que buscamos los que deseamos tener un avance en nuestra vida económica, son eficiencia y efectividad. Cuando hablamos de eficiencia, hablamos de hacer las cosas correctamente; es cuando con menos puedes producir más. Cuando hablamos de ser efectivos, es escoger las cosas que son correctas. Alguien puede ser eficiente, pero no efectivo. El que vende drogas, por ejemplo, mientras más eficiente sea, más vende y más tiempo tarda en morir por la vida que escogió; pero no es efectivo porque no está poniendo esa eficiencia en algo correcto, en algo que valga el esfuerzo. Así que no es efectivo ni mucho menos productivo.
Una persona que desea alcanzar cosas para el Señor, tiene que mantener un equilibrio en su vida y en todo lo que hace. A veces buscamos eficiencia y efectividad, pero no la productividad que proviene del Espíritu de Dios. Has estado obsesionado tratando de ser eficiente, buscando que tu maquinaria funcione correctamente, buscando ser efectivo, buscando el producto, la empresa correcta; pero te has olvidado de ser productivo, lo cual proviene de tu interior, de una relación con Dios.
Muchos cristianos están afanados por conocer la eficiencia o la efectividad de sus empresas o de sus vidas, y eso no está mal; pero como cristianos lo que debemos buscar es fruto, que haya productividad en tu vida. Hay dos extremos: Gente que es vaga, que no hace nada, que están esperando a ver qué pasa y no tienen ningún tipo de resultados; por otra parte, hay personas con ambición, que son impulsivos, apasionados, para ellos todo es trabajo, y logran obtener ciertas cosas. La Biblia nos habla de ambos, nos habla de los errores que ambos pudieran cometer. Lo curioso es que ambos van a buscar eficiencia y efectividad, pero ninguno productividad.
El perezoso busca cosas que le faciliten el trabajo, de manera que haga el menor esfuerzo posible. El ambicioso busca todo tipo de equipos para producir más, pero puede que no esté siendo productivo; así que produce más, es eficiente, pero en cosas incorrectas. El balance de estos dos extremos lo encontramos en ser una persona productiva.
Tú puedes vivir una vida de éxito, de bendición, a un largo periodo de tiempo, siendo eficiente y efectivo, teniendo tiempos de descanso y tiempos de esfuerzo, siendo productivo a largo plazo, viendo la obra de Dios en tu vida. Y encuentras esa vida de éxito en el balance de estos dos extremos.
Tienes que aprender a confiar en Dios. Conéctate con Él en el lugar correcto, sin dejar de ser responsable, pero con la confianza y la seguridad de que es Él y tu relación con Él, combinado con el esfuerzo que tú hagas, lo que hará producir en tu vida lo que Dios quiere que tú produzcas.
No busques eficiencia o efectividad, busca ser productivo. Sé una persona que dé los frutos que Dios quiere que tú des, los del espíritu, para que se manifiesten en todas las áreas de tu vida. ¿Qué tienes que hacer? Te lo dice Salmos 1: Deja de estar caminando con los malos, con los que hablan mal de otros; el que produce vive en la ley de Jehová. Una persona productiva es capaz de buscar lo que Dios dice en su palabra, lo que Dios quiere que hagamos, deposita su confianza en Él. No es una persona vaga, que no hace nada mientras espera a ver qué pasa. Tampoco es aquel que piensa que es por su esfuerzo y busca lo eficiente y efectivo para producir más. Se trata de ser productivo en el orden divino; dependiendo de Dios y haciendo tu esfuerzo, tu trabajo, pero sabiendo que tienes que confiar en la mano poderosa de Dios.
Te motivamos hoy a que decidas producir, ser productivo. Que tu meta sea la productividad que viene de una relación con Dios.