
Les invito a entrar en la presencia de Dios, ese lugar donde la batalla cesa, donde la mente se aquieta y el corazón encuentra descanso.
Allí, en el secreto de Su presencia, se renuevan las fuerzas, se disipan los temores y se enciende una fe viva que nos sostiene.
¡El lugar de Su presencia es refugio seguro, es tierra santa, es abrigo para el alma cansada!
Que hoy podamos todos ser envueltos por ese manto glorioso que cubre, protege, sana y restaura. Que nos rodee Su paz como un río, y que Su voz suave nos guíe en cada paso.
No importa lo que enfrentes, ni cuán fuerte sea la tormenta: si estás en Su presencia, estás en terreno de victoria.
Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado. Isaías 26-3.