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La pregunta de la frustración

Marcos 8-14-21 Nunca Jesús fue más franco con sus discípulos como en esta historia. De hecho, sus palabras les ofendieron, tanto que los puso a escoger entre seguirle o retirarse. Ahora vea la continuidad de esta historia, pero en un contexto totalmente diferente. ¿Qué está pasando en este capítulo?

A medida que nos acercamos a los versículos para responder a la pregunta de hoy, haríamos bien en analizar los eventos que nos traen a este punto. En los versículos 1-8  Jesús toma siete pequeños panes y unos pocos pececillos y ¡alimenta a 4.000 personas! En el mismo vers. 8 los discípulos recogen las sobras y llenaron siete canastas.

Con esas sobras podían alimentarse los doce algunos días más. De allí llegamos a nuestro texto del vers. 14 de la discusión de los discípulos porque se les había olvidado traer pan para el viaje. Jesús va con ellos cruzando el lago y los discípulos siguen pensando en el pan. La preocupación más grande era el olvido del pan.

Esto originó una gran frustración de parte de Jesús al hacer seis preguntas de las diez de este texto. ¿Por qué tantas preguntas? Porque ellos no habían entendido lo de las doce y siete cestas llenas que habían sobrado. Los discípulos todavía no creían en estos dos grandes milagros.

Mi propuesta para este mensaje es para que veamos la “incredulidad de los creyentes”, y la justificada frustración de Jesús a través de las preguntas hechas, especialmente la del vers. 21. Por qué Jesús hizo tantas preguntas en un solo texto.

Este texto va a servir para entender el resto del pasaje y las lecciones dadas por Jesús. En la medida que vamos avanzando, veremos la advertencia hecha por Jesús acerca de la levadura, mientras la preocupación de los discípulos era acerca del pan olvidado. Y hay en esto una pregunta obvia ¿cómo se les olvidó a los doce traer el pan sabiendo la escasez de todos en el grupo?

Nadie se acordó de traer su comida. Y mientras este olvido va a ser la preocupación mayor para todos, ellos tuvieron un olvido mayor, porque allí está Jesús quien en dos ocasiones les demostró la provisión de abundante pan. He aquí algo para analizar y ver las lecciones para nuestra vida.

A menudo no somos distintos a los discípulos. Con mucha frecuencia nos olvidamos en reconocer las bendiciones recibidas y del dador de las bendiciones. La carencia del pan de un solo día hace olvidar la oración de Jesús: “el pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”, y eso es lo que él hace.

2. “Y no tenían sino un pan consigo en la barca”.
Esta frase sigue siendo interesante. Una cosa fue el olvido del pan y otra es el hecho de ver este pan en el barco. Alguien había dejado allí, y por lo visto no estaba mal, porque la discusión ahora es quién se va a comérselo. Antes de alimentar a los cinco mil, Jesús había planteado a sus discípulos “dadle vosotros de comer”. Fue entonces cuando Andrés trajo los cinco panes y los dos peces.

Me imagino ahora a Andrés haciendo la misma observación: ‘En la barca hay un solo pan, y qué es eso para los doce’. La preocupación de ellos era todo acerca del pan, sin tomar en cuenta a Jesús. Hay aquí unas lecciones respecto a esta experiencia para ser comentadas. Considere lo siguiente. ¿Qué es lo malo de olvidar las bendiciones?

Veamos estos ejemplos. Nos sobrevino un dolor, y salimos de él íntegros, pero nos olvidamos de quien estuvo allí. Nos atacó la tentación, y no caímos, pero nos olvidamos quien estuvo allí para ayudarnos. Tuvimos un gran problema que parecía insoluble, y lo resolvimos, pero pronto nos olvidamos de Aquel que estuvo allí para ayudarnos. El problema del ser humano es preocuparse de las pequeñeces, olvidando al Dios que hace las grandes cosas.

Seguramente Jesús escuchó la conversación de los discípulos acerca del olvido de los panes. Jesús pudo haberse unido a esa conversación, pero en lugar de eso les da el mandamiento de guardarse de la levadura de los fariseos y de Herodes. ¿Por qué Jesús introdujo este tema? ¿Por qué les interrumpe su “preocupante” conversación de los panes? Si vamos al versículo 11 al 12 encontramos la respuesta.

Jesús está indignado con los fariseos porque le habían pedido señales del cielo. Ellos no veían las señales ya hechas, sino que buscaban otras para ver si él era el mesías de acuerdo con sus propias “señales” proféticas. Debido a su propia reacción, Jesús les está diciendo que se cuiden de la levadura de ellos.

La levadura, de acuerdo con los conocedores de ella, hablan de una bacteria (hongo) que se alimenta de la masa y luego desprenden un gas que hace que el pan se fermente. Al producirse la fermentación, eso será el primer paso para la descomposición. De esta manera, levadura es una imagen de algo malo, corrupto, pecaminoso. Jesús les advierte a sus discípulos de cuidarse de los fariseos y de Herodes, porque ambos representan al mundo con sus pasiones y también con su poder ambicioso.

Con esto los discípulos revelaron cuán lejos estaban de entender a su Señor en la tremenda advertencia hecha recientemente. Otra vez, ellos estaban tan metidos en la preocupación del pan que no entendieron a su Maestro y su indignación por la actitud perversa de los fariseos, al seguirle pidiendo otras señales y no ver las que eran tan evidentes.

Al hablar de esta manera, y no reconocer la frustración del Señor, sus mentes revelaron cuán enfocados estaban en el mundo, por lo tanto, no vieron el lado espiritual de las palabras de Jesús.

Pero no seamos duros con los discípulos. Cuántas veces nosotros actuamos de la misma manera. Por un lado, el Señor tratará de enseñarnos su palabra, pero seguimos fallando en entenderla. Y es por esa falta de entender las advertencias del Señor que nos impide avanzar en una madurez mayor.

¡No, no somos distintos a los apóstoles! Somos tan rápidos en descartar lo que vemos y escuchamos, sin darnos cuenta de que Dios está tratando de hacernos crecer, enseñarnos y desarrollarnos para su gloria. Las advertencias del Señor son para que nos cuidemos de no imitar lo malo. No confundamos sus advertencias con nuestras preocupaciones.

He aquí algunas posibles preguntas hechas por ellos cuando Jesús les ordenó guardarse de la levadura de los fariseos y de Herodes. “¿Jesús nos estará reprendiendo porque no trajimos pan?”. “¿Nos está diciendo que no compremos pan de los fariseos o de los herodianos?” o “¿está Jesús diciendo que no debemos tener compañerismo con los fariseos y los herodianos?”. Por supuesto que ninguna de estas preguntas es correcta.

Jesús no está hablando de pan real. Simplemente está usando la levadura del pan como una metáfora, como un símbolo del mal. La reacción de los discípulos le dice tanto al creyente de hoy. Cuántas veces usted ve a su Señor en las cosas ordinarias de la vida ¿Ha pensado en la manera tan íntima de cómo Dios está tan involucrado en su vida, pero lo ve como rutinario o accidental o porque realmente él está obrando?

Mis amados, debemos aprender a ver más allá de lo obvio, y buscar la mano invisible de Dios obrando en nosotros y a nuestro alrededor. Cuando nuestro nivel de visión es solo lo material, nuestra vista se acorta y nos cuesta entender la obra espiritual de Dios en medio nuestro. Necesitamos ver más al “pan de vida” en lugar del pan que pronto perece.

Ciertamente Jesús no fue entendido por la gente. Vea cómo este tema se repite (8:21; 6:52). Los líderes religiosos no lo entendieron, tampoco su pueblo, ni las multitudes, ni la familia, y tampoco sus discípulos. La frustración de Jesús no pudo ser mayor. ¿Sabe usted cuánto tiempo les costó a los discípulos entender a Jesús?

Aun después de su resurrección los discípulos no lo entendieron (Hechos 1:6). Tuvo que venir el Espíritu Santo para ellos tener un conocimiento cabal acerca de Jesús. La actitud de los discípulos nos ayuda a corregir los elevados pensamientos que podríamos albergar en cuanto a nuestra propia sabiduría y a mantenernos sencillos y con mentalidad humilde.

Necesitamos pedir sabiduría al mismo Señor para comprenderlo. Podemos pasar tanto tiempo en el evangelio sin comprender todavía a Jesús.

¡Qué expresión tan fuerte para ser dirigida a sus fieles discípulos! La raíz griega de la palabra “corazón” es kardia, y se refiere al centro de la vida, las emociones, los impulsos, el deseo y, en última instancia, el carácter. Jesús no dijo que habían endurecido sus mentes, aunque también eso era cierto. Pero es el corazón el que se endurece.

La palabra para “endurecido” proviene de una raíz griega conocida como poroo, y literalmente significa “estar cubierto con un callo grueso como una pata de elefante”. Y si bien eso puede ser una metáfora, ese callo cubre el corazón y la mente, y hace que la persona termine endurecida en su mente y en su espíritu. ¿Piensan ustedes que estas palabras no ofendieron a los discípulos?

¿Por qué tantas preguntas de parte de Jesús? Porque Jesús notó en ellos una muy visible incredulidad. Ellos habían vistos los milagros. Ellos habían oído a Jesús en sus palabras con las que venían los milagros. Pero ellos se habían olvidado de todo y esto había generado una gran falta de fe.

Mis hermanos, Jesús notó con esto que los discípulos estaban colapsando. El no ver, ni oír y no recordar las cosas hechas por el Señor es algo grave. Pero ¿somos nosotros diferentes a los discípulos? ¡No, somos iguales! Jesús está frustrado porque ve a sus doce discípulos envueltos en las pequeñeces por la falta de pan, y no han sido capaces de ver los peligros de la “levadura de los fariseos y de Herodes”. Jesús les está diciendo: ustedes necesitan ver, oír y recordar las razones de mis milagros y el porqué de mis palabras. La incredulidad no solo está en los incrédulos, sino también en los creyentes. Nada es más peligroso que estar ciego, sordo y olvidado en el mismo grupo donde está Jesús.

De las diez preguntas hechas por Jesús en este capítulo, esta última es la usada para el mensaje de hoy, siendo la más importante. ¿Qué era lo que no entendían los discípulos? Ellos vieron la alimentación de los 5.000 y de los 4.000, y recogieron 12 y 7 sestas después de haberse satisfecho.

Ellos oyeron a Jesús todo decir: “Yo soy el pan de vida”. Pero ahora están seriamente preocupados porque se les olvidaron “las arepas” para el almuerzo (hablo como venezolano). Jesús está tratando de enseñar a sus discípulos que no es lo que tienes o lo que puedes hacer lo más importante. Todo en tu vida espiritual se reduce a dos cosas: a quién conoces y quién camina contigo. Si Jesús está en tu barca, no tienes por qué preocuparte de dónde vendrá el pan.

Jesús nos está diciendo que no vivamos centrados en asuntos terrenales como el pan. Pero, ese es a menudo el caso. Él quiere que entendamos que la falta de pan no es nuestro verdadero problema. Nuestro verdadero problema es de ceguera, de sordera y de “memoriera” (palabra inventada por mí mismo). Jesús enfrentó en este pasaje a dos grupos incrédulos: los fariseos y los discípulos, de allí su frustración.

En dos mensajes, casi conectados, hemos visto dos sorprendentes reacciones de Jesús. La semana pasada vimos por qué sus palabras ofendieron a sus seguidores, y ahora le vemos con una frustración por la insólita preocupación de los discípulos. Así pues, el asunto de este pasaje no es la levadura de los fariseos y la de los herodianos.

El problema de fondo confrontado por Jesús es la falta de fe de sus propios discípulos. Su preocupación fue por un simple almuerzo, y olvidarse del estaba con ellos, quien también había dicho: “Yo soy el pan de vida”, pero también, quien después de 40 días sin comer, dijo: “No solo de pan vivirá el hombre”.

Hoy Jesús se acerca y a lo mejor nos hace la misma pregunta: “¿Cómo aún no entendéis?”. Mis amados, la preocupación por el pan no debiera impedirnos ver al Dios de la provisión, y al que multiplicó los panes y los peces en dos ocasiones, hasta estar saciados y hasta llenar 12 y 7 cestas para el resto de los días. Que nuestra ceguera espiritual no nos convierta en “creyentes incrédulos”.

Fuente:
PASTOR Julio Ruiz

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