Cuando comencé a caminar con el Señor, empecé a sentir mucha decepción con los círculos evangélicos en los que estaba. Aunque conocí a cristianos genuinos que fueron bendición para mí, con el tiempo también veía hipocresía en mi entorno y podía darme cuenta de que había falsos maestros en las iglesias donde crecí.
Mi pasión por Dios me llevó a querer un cristianismo más auténtico. Por eso me interesaba entender el cristianismo del primer siglo. ¿Qué pasaría si pudiéramos viajar en el tiempo a la iglesia en la época de los apóstoles? ¿Encontraríamos una iglesia libre de hipócritas y falsos maestros? No estamos tan seguros de eso.
La primera carta de Juan habla sobre cómo vivir en una época donde hay confusión sobre el carácter de Dios, el significado de andar en la luz y lo que Cristo hizo por nosotros. Juan escribió a una audiencia perpleja ante los falsos maestros que habían salido de ella: hombres sin santidad, con mala doctrina y con las pretensiones de un conocimiento más profundo de Dios al que solo ellos tenían acceso.
¿No te resulta familiar esta descripción? Nosotros vivimos en una época como la del primer siglo, en donde muchas personas que dicen ser cristianas están negociando el evangelio, viviendo vidas opuestas a la verdad de Dios y pretendiendo ser al mismo tiempo más espirituales y santos que los demás.
Sin importar cuántos años llevamos caminando en la fe, siempre necesitamos un entendimiento claro del evangelio y lo que significa caminar como creyentes. Siempre necesitamos escuchar estas palabras desafiantes que Juan escribió para nosotros guiado por el Espíritu Santo: «Si decimos que tenemos comunión con [Dios], pero andamos en tinieblas, mentimos y no practicamos la verdad» (1 Jn 1:6).
¿Qué es practicar la verdad?
Ahora bien, ¿qué significa «practicar la verdad»? Es hacer lo bueno en vez de lo malo; significa que nuestras acciones sean consistentes con el carácter de Dios. Considera cómo lo explica Jesús:
Porque todo el que hace lo malo odia la Luz, y no viene a la Luz para que sus acciones no sean expuestas. Pero el que practica la verdad [lo contrario a hacer lo malo] viene a la Luz, para que sus acciones sean manifestadas que han sido hechas en Dios (Jn 3:20-21, énfasis añadido).
¿Puedes ver el contraste que nos presenta el Señor?
La Biblia es clara al mostrarnos que practicar la verdad es lo opuesto a hacer lo malo. En otras palabras, la vida cristiana es incompatible con una vida de pecado y contraria al carácter de Dios. El que dice «soy creyente, soy salvo», pero su vida no ha sido cambiada de una vida de pecado a una de santidad, debería preguntarse en qué cree y de qué fue salvo.
Reconociendo la esencia del pecado
En este punto, es necesario entender de qué se trata en realidad el pecado para comprender mejor el llamado a practicar lo opuesto.
El pecado no se trata simplemente de romper una serie de reglas —como muchos cristianos y no cristianos asumen con facilidad—, sino del desprecio orgulloso del Dios que nos hizo para Su gloria, para compartir Su gozo eterno con nosotros. De hecho, Él nos explica la esencia de la maldad y el pecado con estas palabras:
Porque dos males ha hecho Mi pueblo:
Me han abandonado a Mí,
Fuente de aguas vivas,
Y han cavado para sí cisternas,
Cisternas agrietadas que no retienen el agua (Jr 2:13)
La esencia del pecado es preferir a otras cosas en lugar de Dios; esto es idolatría. De eso se trata andar en tinieblas, incluso cuando decimos que somos creyentes. Por ejemplo, robamos porque no vemos a Dios como suficiente para nosotros y dudamos de Su cuidado. Codiciamos porque creemos que lo que deseamos nos hará felices a nuestra manera. Hablamos mal de los demás porque así lucimos mejor y pensamos que eso nos saciará.
Cada pecado, en esencia, tiene que ver con despreciar a Dios y no considerarlo como digno de nuestra confianza y adoración. Por eso es incompatible caminar en tinieblas haciendo lo malo y tener comunión con Dios al mismo tiempo; son dos cosas totalmente opuestas.
¿Estás practicando la verdad?
Entonces, ¿qué significa esto si decimos caminar con Dios? Significa que no importa qué tanto decimos tener comunión con Dios, si vivimos contrario a la verdad —contrario a Su Palabra— entonces somos mentirosos ante Dios y los demás.
Somos como la publicidad falsa de una hamburguesa, que cuando la compras es diminuta y diferente a lo que se te prometió. Somos como ese perfil en Instagram de la influencer de moda entre los jóvenes y no tan jóvenes, que tiene una vida «perfecta» en redes sociales para ganar el «me gusta» de los demás, pero todo no es más que un espejismo. Somos como Judas, quien escuchó todos los sermones de Jesús y estuvo muy cerca de Él, pero su corazón nunca estuvo entregado en obediencia a Él.
Si andamos en tinieblas, entonces no tenemos comunión con Dios (v. 6). Esto aplica obviamente a los no creyentes, pero si somos creyentes debemos entender lo que esto significa para nuestra relación con Dios.
Aunque los creyentes ya somos perdonados por Dios y librados de la condenación, nuestra experiencia de esa comunión con Dios va de la mano con la integridad de nuestro caminar en la luz porque cuando vamos a Él nos hace criaturas nuevas con un corazón nuevo para Su gloria. Cuando pecamos, nuestra condición como Sus hijos no cambia, así como el estado de mi hijo en mi familia no cambia cuando desobedece. Pero lo que sí cambia es que cuando pecamos nuestro corazón se inclina a una dirección opuesta al corazón de Dios. Eso afecta nuestra comunión con Él.
Entonces, si estás leyendo esto mientras buscas salir de un estancamiento espiritual o buscando adorarle y conocerlo cada vez más, esto es algo en lo que debes reflexionar. ¿Qué tanto puede decirse que estás practicando la verdad?
La prueba de tu comunión con Dios
Para concluir este artículo con algo práctico, podemos hacer esa última pregunta de otra manera: ¿Cómo puedes saber que estás practicando la verdad en tu vida? Considera lo que Juan continúa diciendo en el siguiente verso: «si andamos en la Luz, como Él está en la Luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesús Su Hijo nos limpia de todo pecado» (v. 7).
Juan viene hablando en el versículo anterior sobre la comunión con Dios… pero ahora nos dice que si andamos en la luz, practicando la verdad, entonces tenemos comunión unos con otros. Uno esperaría que dijera comunión con Dios, pero ahora nos habla de la comunión con otros creyentes.
¿Te das cuenta de lo que significa este paralelo y cambio que hace Juan en lo que está diciendo? Significa que la prueba de que tenemos comunión con Dios al practicar la verdad está en que tenemos comunión con nuestros hermanos. Esto es porque el Señor no solo nos recibe en Su presencia, sino que también nos incorpora a Su familia, el pueblo de Dios.
La forma en que caminamos con nuestros hermanos en la fe es evidencia de si tenemos comunión con Dios y de que en Cristo estamos limpios de pecado. Por eso fue tan trágico ver que mucha gente se fue de las iglesias durante la pandemia y muchos continúan marchándose hasta el día de hoy; no valoraron la comunión con la familia de Dios porque no tenían comunión real con Dios.
Hermanos, la iglesia del primer siglo necesitaba recordar la práctica de la verdad y nosotros también.