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La parábola de la oveja perdida

En Lucas 15:3-7 y Mateo 18:12-14 encontramos uno de los relatos más conmovedores contenido en los evangelios, me refiero a la Parábola de la Oveja Perdida. Lastimosamente en varias ocasiones ha sido mal interpretada; es mi intención por tanto darle una interpretación seria, objetiva (sin menospreciar las otras interpretaciones) y capaz de despejar dudas más que generarlas.

LEAMOS AMBOS RELATOS

Mateo 18:12-14 Reina-Valera 1960 (RVR1960)

12 ¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?13 Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron. 14 Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.

Lucas 15:3-7 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
3 Entonces él les refirió esta parábola, diciendo:

4 ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?

5 Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso;

6 y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido.

7 Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento.

QUÉ ES UNA PARÁBOLA

Una parábola era “un recurso pedagógico que los maestros antiguos utilizaban para transmitir a sus alumnos grandes verdades en relatos pequeños tipo cuentos”. Las parábolas contenían historias que más parecían leyendas, mitos urbanos o situaciones inventadas. Las parábolas podían ser muy antiguas y conocidas por la gente (parte de la sabiduría popular) o bien eran creadas por los maestros en el preciso momento en que enseñaban a su audiencia; por tanto las parábolas pertenecían al genero de ficción, aunque esto no significa que lo narrado en la parábolas no haya sucedido, quizá sí pero de manera diferente. Los maestros acomodaban lo sucedido y lo transformaban en cuentos atractivos, historias fáciles de digerir, todo con el fin de transmitir una verdad clara, sencilla, práctica y recordable. Jesús era un experto contador de parábolas, por eso se dice de él: “Enseña como quien tiene autoridad y no como los escribas”, refiriéndose posiblemente a la forma de su enseñanza, a su contendido y a su testimonio de vida; tres ingredientes que hicieron de Cristo el Maestro de maestros.

TRES CARACTERÍSTICAS DE LAS PARÁBOLAS

  1. Las parábolas se refieren siempre al campo de la acción y no al de las ideas: Me refiero a que las parábolas estaban diseñadas para que la audiencia fuera motivada a accionar más que a pensar, sin desmerecer lo segundo.
  2. Las parábolas se dirigen a personas en desacuerdo con Jesús y constituyen un método de diálogo que evita el enfrentamiento directo. Por tanto la parábola era un recurso no solo pedagógico sino relacional. Se podían decir a través de ellas verdades incómodas pero “masticables”.
  3. Las parábolas eran tremendamente persuasivas porque se fundamentaban en experiencias conocidas por todos, por tanto las verdades contenidas en ellas eran accesibles, fáciles de recodar y sobre todo, confrontativas.

¿POR QUÉ DOS VERSIONES DE LA MISMA PARÁBOLA?

Porque así ambas versiones se complementan permitiendo a los lectores tener una vista más cabal de lo sucedido.

  • La versión en Mateo: Fue dirigida a los discípulos que rodeaban a Jesús, sus cercanos, sus seguidores más fieles.
  • La versión de Lucas: Fue dirigida en respuesta a los fariseos y escribas que murmuran contra Jesús porque éste comía con pecadores.

No se debe pensar que Mateo y Lucas oyeron una parábola diferente de Jesús, sino que cada uno ––como suele pasar con nosotros lo humanos––, interpretó la misma parábola desde sus propios puntos de vista.

Según los expertos en Biblia el relato de la Parábola en Mateo es la primera versión en ser escrita (por eso es más corta), de la cual se tomó años después el historiador Lucas para escribir su propio relato, añadiendo elementos que no encontramos en la parábola mateana. Y sin embargo hay una tercera versión de esta Parábola hallada en el evangelio deuterocanónico Según Tomás, pero de eso no nos ocuparemos en este estudio.

Ahora bien, tanto el relato de la parábola de Mateo o Lucas contienen tres elementos comunes, a saber:

  • Un hombre que tiene cien ovejas pierde una
  • Al darse cuenta, deja las otras noventa y nueve para ir en busca de la oveja perdida.
  • Al encontrarla siente alegría por ella, con mayor gozo que por las noventa y nueve que no se extraviaron.
  • ¿DE QUÉ TRATA LA PARÁBOLA?

    Comúnmente se ha enseñado ––y aceptado–– que “el centro de esta parábola es la oveja perdida que es hallada por su pastor que salió a buscarla”, pero no es así. De hecho en ninguna de las dos versiones se menciona la palabra “pastor”, y esto es intencional porque Jesús no quería asociar esta parábola al trabajo que los pastores deben realizar en las iglesias; tampoco fue la intención de Jesús que se asociara esta parábola con aquellos cristianos que habiendo sido parte de una congregación luego se alejaron. Por tanto el centro de este cuento no es la oveja perdida, tampoco lo es el hombre que salió en su búsqueda; si bien ambos personajes son metáforas del Reino de Dios.

    El meollo central de la parábola es “el gozo que sintió aquel hombre por la oveja hallada”; es ése y no otro el centro de la enseñanza de Jesús en esta parábola. Nos presenta a un Dios que se pone contento cuando una de sus criaturas vuelve a sus brazos…, por eso hace fiesta, para celebrar al perdido encontrado. Entiendan esto: según esta parábola “para Dios todos los hombres son de su redil, cristianos o no”. Eso incluía a los fariseos, los escribas, los publicanos, las prostitutas…, ¡absolutamente todos!

    INTERPRETEMOS A LOS PERSONAJES

    • Las 100 ovejas: El número cien no es antojadizo, el Maestro lo eligió porque representaba un rebaño medio; es decir, en aquellos tiempos los rebaños de ovejas podían componerse de 20 cabezas a 200. El número cien es utilizado para ilustrar a un hombre, el dueño de las ovejas, que no es rico y no es pobre, sino “medio”. De esta manera se aseguraba que la mayoría de los oyentes se identificaran con la parábola porque les parecía que les estaba hablando a ellos.
    • La Oveja perdida: Esta oveja es anónima, no tiene nombre como tenían algunas a quienes los pastores bautizaban. Es anónima pues representa a cualquiera de nosotros. No es especial como algunos intérpretes han sugerido (evangelio gnóstico del segundo siglo); es una más de las que se pierden (las ovejas suelen ser animales que se extravían a menudo). El extravío de esta oveja representa a todos aquellos que consciente o inconscientemente están alejados de Dios, de sus bondades, de la vida que Dios diseñó para ellas. Se trata de personas que no saben que están perdidas, o bien sí lo saben pero les gusta estar en esa condición y “algunas no quieren ser encontradas”.
    • El hombre que salió a buscarla: Si bien no se menciona que es un pastor es obvio que así es. Y esto resulta aún más contraproducente ya que para los tiempos de Jesús el oficio pastoral se había desvirtuado siendo considerado junto con el de los publicanos un oficio vil, que solo lo ejercían la gente sin estudios, sin aspiraciones en la vida o incluso ladronzuelos de pueblo. Y no obstante en el evangelio de Juan, Jesús se comparó a un pastor, ¿por qué? Para demostrar a los religiosos de su época que Dios escoge lo vil, lo despreciado, lo marginal del mundo para avergonzar a los que se creen mucho. Por último, el hombre que salió en busca de la oveja perdida representa a Dios, ese mismo Dios que en el huerto del Edén salió a buscar a Adán y Eva que estaban escondidos luego de haber pecado…, ¡es Dios quien sale en nuestra búsqueda, no al revés!
    • Los amigos y vecinos del hombre: Difícil interpretación, pero al parecer se refiere a hombres y mujeres que han entendido el verdadero significado del Reino de Dios; personas que entienden el contentamiento de Jesús cuando un pecador se arrepiente, y no lo juzgan por haberse perdido, no critican su estilo de vida prodigo, al contrario, lo reciben con gusto en el redil del que nunca debió salir (no me refiero a una iglesia local).ALGUNAS LECCIONES DE ESTA PARÁBOLA
      1. El Dios del perdón y la misericordia: esta parábola puede enseñarnos que Dios es todo misericordia y todo perdón, un Dios dispuesto a desacomodarse para que la extraviada se acomode. En Lucas leemos que el hombre tomó en sus brazos a la oveja y luego la puso en sus hombros para cargarla (no así en Mateo), simbolizando el amor de Dios por la humanidad entera, no solo por los descarriados porque a fin de cuentas… “todos somos ovejas perdidas”. Aún si nos congregamos fielmente u ostentamos títulos ministeriales, para Dios siempre seremos criaturas que se extravían fácilmente, pero Él perdona y nos ayuda a salir de las fosas que nosotros mismos hemos cavado.
      2. La Búsqueda de lo que se Perdió: esta parábola nos muestra a un Dios en quien radica la “iniciativa salvífica”; o sea, es Él quien sale al encuentro, es Él quien nos busca, es Él quien recorre el mundo para encontrarnos, tal acto jamás es primero en nosotros sino en Él.
      3. Pastoral Universal: esta parábola también nos enseña que “los más maduros” en la fe son los que deben salir en búsqueda de los inmaduros. Nótese, no los pastores de oficio solamente (como algunos convenientemente interpretan), la pastoral es un trabajo de todos. El sacerdocio universal del creyente se ejerce justamente cuando salimos de nuestra esfera eclesial para ir a buscar a los desamparados, los invisibles de la sociedad, a los pobres, a los imposibilitados de acceder a la vida buena. Entonces los que somos más afortunados salimos de nuestra fortuna para compartir con los marginados lo mucho que Dios nos ha dado, y eso incluye no solo un “Dios te bendiga” ––que suele ser la forma más fácil y económica de callar nuestra consciencia––, sino también compartir nuestros alimentos, nuestro dinero, nuestros vestidos “con los de afuera”; pues esta parábola no apunta a la comunidad eclesial sino a las otras ovejas, “las que están en el mundo”.
      4. El Cuidado de las otras 99: esta parábola nos enseña que Dios ama tanto a los extraviados como a quienes permanecen junto a Él. Mucho se ha criticado el hecho de que tanto Mateo como Lucas mencionen que las 99 ovejas quedaron “desamparadas en la montaña o el desierto” mientras que el hombre iba en busca de la perdida. Pero no es así, todo pastor experimentado en esa época contaba con corrales de campo, ya sea en el desierto o la montaña, donde guardaba a sus ovejas justamente para casos como éste (esos corrales eran fabricados con materiales que el lugar les brindara y eran fabricados en el momento justo, no antes ni después). Si bien los evangelistas ––Mateo y Lucas–– no registran esto no es necesario, y les diré porqué: Para que ese pastor hubiese llegado a tener 100 cabezas de ganado ovejuno es porque tomaba los resguardos siempre, era un buen pastor que velaba por sus ingresos financieros (las ovejas de un pastor eran su sustento). Así que este pastor (aunque sin estudios, según la tradición) no iba a ir en búsqueda de una oveja “a la loca” descuidando 99 ingresos financieros a la suerte del campo… este pastor no era tonto ni despilfarrador; de haberlo sido jamás habría tenido 100 ovejas.

      CONCLUSIÓN
      La parábola de la oveja perdida, cuyo título está mal ya que no fue dado por Jesús sino por los copistas que siglos más tarde se encargaron de poner puntos, comas y hacer separación de párrafos a los relatos bíblicos, trata acerca de la alegría de Dios cuando uno de sus hijos vuelve a tener comunión con Él.

      Es por tanto incorrecto tomar esta parábola para azotar a aquellos líderes espirituales que no salen a buscar a los descarriados (porque ese no es el móvil de este cuento bíblico), y también es incorrecto tomarse de esta parábola para justificar cada vez que nos alejemos de Dios porque sabemos que Él nos perdonará al encontrarnos (hay feligreses que les encanta salirse de la vida congregacional y luego desde “el mundo” lanzar reclamos a sus pastores que no fueron a buscarlos, que doctrina más chueca…, ¡esta parábola no es para ustedes!). Cuidado, no juguemos con Dios, Él es todo perdón, todo misericordia, pero sigue siendo fuego consumidor, su paciencia sin bien es hiper, mega, súper grande, también tiene un límite que Él mismo se ha impuesto por amor a nosotros.

Demos gracias al Dios de la vida que se alegra cuando un descarriado vuelve al carril, a la vida que Él soñó para todos.

Por Gabriel Gil
Teólogo, Pastor, Coach-mentor, Escritor
Enseñando habilidades para la vida

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