Jesús no era solo divino sino también humano, así que después de un día largo y agotador,
“32 Cuando llegó la noche, luego que el sol se puso, le trajeron todos los que tenían enfermedades, y a los endemoniados; 33 y toda la ciudad se agolpó a la puerta. 34 Y sanó a muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba hablar a los demonios, porque le conocían, (Mr. 1:32-34), sintió la necesidad de orar.
Si Jesús tuvo necesidad de orar, cuando más nosotros. ¿Cuándo? En todo momento, veamos lo que Jesús nos manda:
Lucas 18:1 “También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar”
Veamos ¿Qué pasó a la viuda por su constante oración?
Lucas 18:2-8 “2 Diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. 3 Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. 4 Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, 5 sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. 6 Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. 7 ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? 8 Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”
Jesús nos puso como ejemplo esta parábola para mostrarnos, que si el juez siendo injusto, le concedió la petición a la viuda, mucho más nuestro Padre Celestial con su fidelidad nos concederá nuestras peticiones.
No hay que desanimarnos, estar orando sabiendo que Dios siempre contesta la oración. Debemos de estar orando en todo momento en la tribulación, en la aflicción, en los momentos buenos, en los momentos malos, en todo momento, ya sea para dar gracias, para pedir consejo, etc.
¿Cuántos ejemplos nos da Jesús de oración en la Biblia?
Lo que sí sabemos es que “muy temprano cuando todavía era de noche”, esto es, cuando todavía estaba oscuro y apenas comenzaba a clarear la mañana (Lc. 4:42), Jesús se levantó, salió de la casa (la suya o la de Pedro) y se fue a un lugar solitario o desierto, a un retiro tranquilo. Allí derramó su corazón en oración a su Padre celestial. Pudo muy bien haber sido en acción de gracias por las bendiciones ya recibidas y para pedirle la fuerza necesaria para realizar la gira por Galilea que estaba a punto de empezar.
Jesús atribuía gran importancia a la oración. Oró cuando fue bautizado (Lc. 3:21); oró antes de elegir a los Doce apóstoles (Lc. 6:12); en conexión con y después de la alimentación milagrosa de los cinco mil (Mr. 6:41, 46; cf. Mt. 14:19, 23); cuando estaba a punto de hacer una pregunta importante a sus discípulos (Lc. 9:18); en el monte donde fue transfigurado (Lc. 9:28); justamente antes de extender la cariñosa invitación,
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados …”
(Mt. 11:25–30; Lc. 10:21); en el momento antes de enseñar a los discípulos la oración del Señor (Lc. 11:1); en la tumba de Lázaro (Jn. 11:14, 42); por Pedro, antes de que lo negara (Lc. 22:32); en la noche de la institución de la Santa Cena (Jn. 17; cf. 14:16); en Getsemaní (Mr. 14:32, 35, 36, 39; cf. Mt. 26:39, 42, 44; Lc. 22:42); en la cruz (Lc. 23:24; 49 Mr. 15:34; Mt. 27:46; Lc. 23:46); y después de su resurrección (Lc. 24:30). Estas referencias deben considerarse como ejemplos de una vida de oración y acción de gracias mucho más amplia.
Unas pocas citas entresacadas de los Evangelios nos muestran cuán genuinas, íntimas, confiadas y desinteresadas eran las oraciones del Señor. Sus oraciones buscaban la gloria de Dios.
“Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó” (Mt. 11:25, 26).
“Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado” (Jn. 11:41, 42).
“Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti…”. “Padre santo, guárdalos en tu nombre…”. “Mas ruego… para que todos sean uno…” (Juan 17, oración sacerdotal de Cristo, por él, por sus discípulos inmediatos y por la iglesia universal).
“Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no como yo quiero, sino como tú… Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad” (Mt. 26:39–42 y sus paralelos en Marcos y Lucas).
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen…” “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lc. 23:34, 46).
Jesús también inculcó la oración a sus seguidores (Mr. 9:29; 13:18, 33; 14:38; cf. Mt. 7:7–11; Lc. 18:1–8), y les mostró cómo debían y cómo no debían orar (Mt. 6:6–8). En conexión con esto también les enseñó lo que conocemos como “El Padre Nuestro” (Mt. 6:9–15).
Si Jesús siendo divino tuvo necesidad de orar
Marcos 1:35 “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba”.
La segunda oración: en la víspera de su segunda gira de predicación por Galilea (Mr. 1:35; Lc. 4:42).
Fue un tiempo de oración en un lugar apartado.
Era la preparación para su primera ronda de predicación por Galilea
Y levantándose muy de mañana—es decir, el día después de este sábado notable; o, sea el primer día de la semana. Su elección de este día para inaugurar una nueva y gloriosa etapa en su obra pública, debe ser notada por el lector. aun muy de noche—“siendo todavía de noche”, o antes de la aurora—salió—sin ser visto, de la casa de Pedro, donde había dormido. Y se fue a un lugar desierto, y allí oraba—o, “continuaba orando”. El estaba por empezar su primer viaje de predicación y curaciones; y como en otras ocasiones solemnes (Lc_5:16; Lc_6:12; Lc_9:18, Lc_9:28-29, y cap. 6:46), pasaba cierto tiempo en oración especial, sin duda como preparación para dicho viaje. En cuanto a estos amigos, ellos sin duda esperaban después de un día de tantos milagros, que el día siguiente iba a ser testigo de manifestaciones similares.
Dondequiera que Cristo llega, viene a hacer el bien. Cura para que podamos ministrarlo a Él y al prójimo que es suyo y por amor a Él.
Cristo se fue a un lugar desierto. Aunque no corría peligro de distraerse o de tentación a la vanagloria, de todos modos se retiraba. Quienes desempeñan en público la mayor parte de su actividad, y de la mejor clase, a veces deben, no obstante, estar a solas con Dios.
¿Cuanto más nosotros siendo pecadores?
Cuanto más nosotros, en nuestra debilidad humana, necesitamos más de la oración.
Hay veces que apenas oramos cuando tenemos por delante una tarea difícil, ya sea de predicación, ministración, alabanza, etc. Pero el Señor Jesús nos muestra que a pesar del cansancio del día anterior donde hizo muchos milagros y expulsó muchos demonios, no se quedó descansando para reponerse, como diríamos nosotros. Sino todo lo contrario, las fuerzas las buscó en El Padre. Solo conectados de Él podemos obtener el coraje y las fuerzas necesarias para llevar cabo la obra que Él nos demanda.
¿Cómo y cuándo debe ser nuestra oración?
Efesios 6:18 “Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos”.
Orando en todo tiempo—griego, “toda estación”; dando a entender cuando se presente la oportunidad y cuando haya exigencia (Col_4:2). “Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias” En acción de gracias significa:
Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo. Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno. (Col. 4:5-6).
Pablo emplea las mismas palabras de Jesús en el Evangelio de Lucas:
Lc 21:36 “Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre”.
Pablo lo cita también Romanos 12-14, está hablando de la oración con acción de gracias: “12 Gozosos en la esperanza; sufridos en la tribulación; constantes en la oración; 13 compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad. 14 Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis.
1 Tesalonicenses 5:17 “Orad sin cesar”.