En un tiempo donde las luchas espirituales y desafíos son intensos, la oración se erige como un muro de protección, no solo para quienes ejercen autoridad espiritual—como apóstoles, pastores, profetas, maestros y evangelistas—sino también para todos aquellos en posiciones de influencia en los ámbitos gubernamental, educativo, empresarial, y social. La oración es el escudo que cubre y protege a quienes están al frente de la batalla, y este poder de protección es accesible para todos los creyentes que buscan al Señor en oración constante y ferviente.
El Salmo 91 nos recuerda que hay un refugio seguro bajo la sombra del Altísimo. Cuando oramos, nos posicionamos en ese lugar de resguardo, y nuestra oración extiende esa cobertura a los líderes y servidores que dedican sus vidas a guiar, enseñar y proteger a otros en el camino espiritual. Al orar, construimos un «vallado de protección» espiritual, una muralla invisible que resguarda no sólo a los líderes espirituales, sino también a quienes interceden. Es un acto de amor y obediencia a Dios, que nos fortalece y preserva.
Orar por los Pastores y Ministros: El Valor de sus Lágrimas
La Palabra de Dios nos muestra que cada lágrima cuenta en Su Presencia. En Salmo 116:8, vemos que Dios guarda las lágrimas y escucha los clamores de Sus siervos. Pastores y ministros a menudo llevan el peso de su congregación, y sus lágrimas interceden por la vida espiritual de aquellos a quienes cuidan. Son lágrimas que hablan de entrega, de amor profundo, y de un compromiso por ver el reino de Dios manifestarse en la vida de cada persona que confía en ellos.
Estos siervos del Señor, llamados a ser instrumentos limpios y llenos del Espíritu Santo, necesitan de nuestras oraciones más que nunca. Especialmente al finalizar el año, cuando muchos se preparan para conferencias, misiones y viajes, enfrentando retos adicionales y llevando las cargas de quienes sirven, es crucial rodearlos con oraciones de protección y bendición.
Una Cobertura para los Líderes y sus Familias
Oremos por los apóstoles, pastores, profetas, maestros, evangelistas y líderes en cada área de influencia, para que Dios mantenga sus corazones fuertes y sus mentes claras. Clamemos por sus vidas y sus familias, pidiendo que sean guardados bajo la sombra del Omnipotente, y que Su protección cubra cada paso que den.
La oración no solo sostiene a los líderes; crea un refugio espiritual para cada uno de nosotros. Que cada intercesión sea como un incienso fragante delante de Dios, levantándose en honra y agradecimiento por aquellos que, con sus lágrimas, cubren y guían al pueblo de Dios.