“11 Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido.” Hebreos 11:11
El autor nos está hablando de Abraham, e introduce a Sarah, y más adelante vuelve a Abraham, para decirnos que la próxima etapa de fe de Abraham fue obedecer cuando Dios le pidió a Isaac. Nunca pidas a Dios algo si no estás dispuesto a vivir sin eso. No pongas tu fe en algo que tú no estés dispuesto a entregar. No tengas fe para comprar una casa que no estés dispuesto a dejar. No te ates nunca a nada en la tierra. Lo más importante no es el resultado de tu fe, sino la fe que te dio el resultado. El problema es que la gente se ata al resultado de la fe, y no aprecian la fe que les dio el resultado. Y, cuando tú te amarras al resultado de la fe, perdiste la fe con que obtuviste el resultado, y ahora tu confianza la traspasas a lo que tienes, y no a aquello que fue lo que te dio lo que ahora tienes. Todo lo que Dios te da, tienes que estar dispuesto a entregarlo. Te lo pueden quitar, lo puedes perder, o lo puedes dar. Y es mejor que tú lo des, porque si lo das, se multiplica; Si te lo quitan, te da coraje. Pero algo que no te pueden quitar, es la fe con la que lo obtuviste; Así que, puede que no lo tengas hoy, pero mientras tengas la fe con la que lo obtuviste, lo puedes volver a tener; Mientras que, quien te lo haya quitado, ahora lo tiene, pero cuando lo pierda, se quedará sin nada, porque no tiene la fe para obtenerlo.
Muchos desean lo que tú tienes, pero no tienen la fe que tú tienes. Lo más importante no es obtener algo, sino la fe que te lleva a alcanzarlo.
Tuvo que haber un momento dado en que Sarah tuviera la misma fe de Abraham, para que él pudiera alcanzar lo que tenía que alcanzar. Tú no puedes alcanzar grandes cosas, hasta que no tengas la misma fe. Hay gente que quiere obtener tus resultados, sin tener la misma fe. Quítate la presión de darles a tus hijos lo que tú no tuviste; Si ellos no se esfuerzan y no trabajan por obtener algo, no se lo merecen; Porque no es el resultado lo que importa, sino la fe con lo que lo obtienes. Tus hijos necesitan tener la misma fe que tú tienes.
Hay cosas en la vida que no van a pasar si tú no tienes la misma fe. Uno de los problemas en los matrimonios, es que no tienen la misma fe; Es uno el que carga al otro. Nunca habrá grandes resultado en tu vida hasta que no aprendas a tener la misma fe. Un matrimonio, una relación, necesita tener la misma fe; Uno solo no puede cargar la relación. Cuando uno solo carga la fe, las cosas se atrasan, toman más tiempo. Cuando Dios promete darle un hijo a Abraham, le promete dárselo con Sarah. Era con Sarah que pasaría el milagro. Hay cosas que Dios te promete a ti, basado en la gente con la que tú estás; Y, si esa gente no está, no tienes derecho a esa promesa; Pudieras tener un Ismael, pero no un Isaac.
Hay promesas que no son para ti, sino para ustedes. Y mientras ambos crean, Dios cumple su promesa y el milagro se da; Si no creen y se separan, Dios te lleva a un nuevo lugar, una nueva relación, y allí tendrás nuevas promesas, pero a aquel Isaac no lo podrás tener porque era promesa de aquella relación. Tendrás que ayudar a quien esté contigo a tener la misma fe, porque mientras no se tiene la misma fe, no se puede tener la promesa.
Y lo que tienen que creer es que fiel es el que prometió. Tú no debes estar buscando otras opciones en otros lugares, porque lo que tendrías serían Ismaeles en tu vida, y tú no te puedes conformar con tener Ismaeles en tu vida, cuando Dios tiene para ti un Isaac. La promesa que Dios te dio es con tu cónyuge, con tus hijos. Y Dios te ha conectado a través de estos mensajes, para que tú comiences a pensar de una manera diferente, para que abras tus ojos a las nuevas realidades que Dios tiene para ti, para darte una promesa más grande de la que tú jamás hubieras tenido. Dios te conecta a un lugar donde hay una promesa, y nuestra oración hoy es que se active esa misma fe y que te atrevas a creer que Dios te puede prosperar, que Él puede cambiar tu situación. Pero tiene que haber esa conexión divina, porque la promesa de Dios no se cumple hasta que no hay la misma fe.