Cristo viene ya! Esta proclamación resuena con una urgencia innegable, recordándonos que el fin de todas las cosas está cerca. En estos tiempos cruciales, es fundamental que nos enfoquemos en dos aspectos esenciales de nuestra vida espiritual: la oración y el amor.
Oración. La oración es nuestro vínculo directo con Dios, nuestra fuente de fortaleza y guía en momentos de incertidumbre. A través de la oración, buscamos la presencia de Dios, intercedemos por los demás y nos alineamos con Su voluntad. En estos tiempos cruciales, la oración no solo nos sostiene, sino que también nos prepara para la venida de Cristo. Nos ayuda a mantenernos firmes en la fe y a estar atentos a las señales de Su retorno.
Amor. El amor es el mandamiento supremo que Jesús nos dejó. Amar a Dios sobre todas las cosas y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. En tiempos de crisis, el amor se convierte en un faro de esperanza y un testimonio vivo del carácter de Cristo. Amar significa servir, perdonar, y construir puentes de reconciliación y paz. Es a través del amor que manifestamos la presencia de Cristo en nuestras vidas y en nuestras comunidades.
La inminente venida de Cristo nos llama a vivir con una urgencia santa, aprovechando cada momento para crecer en nuestra relación con Dios y para extender Su amor a los demás. Nos invita a ser vigilantes, a estar preparados, y a vivir con la expectativa de Su retorno, manteniendo nuestras lámparas encendidas y nuestros corazones llenos de fe.
Que esta proclamación de «¡Cristo viene ya!» sea un llamado a renovar nuestro compromiso con la oración y el amor, viviendo cada día con la esperanza y la certeza de que el Rey de reyes pronto regresará.