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La importancia del estudio de la Biblia

Hay mucho que pudiéramos decir acerca de la importancia del estudio de la Biblia, pero nos gustaría usar la Palabra misma para dar algunas pinceladas sobre por qué este tema es de suma importancia para el creyente.

Para comenzar, el estudio de la Biblia es importante porque es indispensable para nuestro crecimiento. No podemos crecer espiritualmente sin estudiar, entender y aplicar la Palabra. Por eso el apóstol Pedro escribe en su primera carta: «deseen como niños recién nacidos, la leche pura de la palabra, para que por ella crezcan para salvación» (1 Pedro 2:2). En la Biblia Textual, este versículo dice: «…para que por ella crezcáis en salvación», y esta es una mejor traducción porque la idea no es que leamos la Biblia solo para ser salvos, aunque la Biblia contiene el mensaje de salvación, porque de lo contrario qué beneficio tendría leerla para aquellos que ya son salvos. Por tanto, más que para salvación, la Biblia es útil para crecer en salvación y no hay crecimiento si no la deseamos y la consumimos. De ahí que Pedro nos exhorta no simplemente a leerla, sino a desearla y desearla con pasión porque ese deseo nos llevará a la Palabra con frecuencia y con esa misma frecuencia seremos alimentados por Ella.

Otra razón por la que el estudio de la Biblia es importante es porque para estar bien equipados necesitamos la Palabra de Dios. Muchos desean servir al Señor enseñando las verdades del evangelio, ya sea en algún ministerio dentro de la iglesia o fuera de ella, pero para enseñar a otros necesitamos estar bien equipados y para esto necesitamos estudiar la Palabra de manera que podamos conocer, entender y aplicar la Palabra. En 2 Timoteo 3:16-17, Pablo escribe: «Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra». Como creyentes, necesitamos estar bien equipados y quien nos equipa para toda buena obra es el Espíritu Santo por medio de la Palabra inspirada por Dios que es útil para enseñar, reprender, corregir e instruir en justicia.

Además, el estudio de la Biblia es importante porque es esencial para nuestra madurez espiritual y emocional. Note lo que dice el siguiente pasaje de Hebreos: «Pues aunque ya debieran ser maestros, otra vez tienen necesidad de que alguien les enseñe los principios elementales de los oráculos de Dios, y han llegado a tener necesidad de leche y no de alimento sólido. Porque todo el que toma solo leche, no está acostumbrado a la palabra de justicia, porque es niño. Pero el alimento sólido es para los adultos, los cuales por la práctica tienen los sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal» (Hebreos 5:12-14). En este contexto, tanto la leche como el alimento sólido se refieren a la Palabra de Dios, pero en diferentes niveles de profundidad, que a medida que el creyente la consume, madura espiritualmente y aprende a discernir el bien y el mal.

La mayoría de las veces que tomamos una mala decisión se debe a una falta de discernimiento. Pero resulta que el discernimiento lo da el Espíritu de Dios y este nunca lo da divorciado de la Palabra de Dios. El Espíritu Santo usa la Palabra que hemos consumido previamente para iluminar nuestra mente y ayudarnos a discernir correctamente. De manera que, el autor de Hebreos esta reprochando la falta de discernimiento y, por consiguiente, madurez espiritual de un grupo de creyentes debido al poco consumo de la Palabra de Dios. Si quiere ser guiado por el Espíritu de Dios y tener mayor discernimiento, debe comenzar por consumir más de la Palabra de Dios.

Algunos conceptos claves para un buen estudio de la Biblia

Al leer y estudiar la Biblia, ¿cómo podemos estar seguros de que estamos interpretando los textos adecuadamente? En la Palabra encontramos evidencia de que aun en los tiempos de Cristo hubo necesidad de interpretar las Escrituras porque desde entonces el hombre se ha equivocado al interpretar la revelación de Dios. En Lucas 24 vemos al Cristo resucitado conversar con dos discípulos que iban camino a Emaús y cuenta el relato que: «Comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les explicó lo referente a Él en todas las Escrituras» (Lucas 24:27). En otras palabras, ese día Cristo hizo hermenéutica de los textos que estos discípulos ya conocían pero que evidentemente no habían entendido.

La hermenéutica es una ciencia de interpretación que fija los principios, normas y reglas en la interpretación de textos, en nuestro caso, de los libros de la Biblia y por eso se habla de hermenéutica bíblica. La palabra hermenéutica viene del griego «hermeuo» que significa explicar, traducir, interpretar. Es un termino interesante porque en la  mitología griega, Hermes era el mensajero de los dioses, el inventor del lenguaje y la escritura, y es de esa raíz gramatical que viene el término hermenéutica, la ciencia que nos ayuda a entender el mensaje de Dios en la Biblia.

Además de aplicar los principios de la hermenéutica al estudiar e interpretar la Biblia, necesitamos hacer una exégesis del texto. La exégesis tiene que ver con explicar, exponer e interpretar un texto. Se trata de extraer el significado original del texto, es decir, lo que Dios quiso decir en su momento. Oír la Palabra como la oyeron sus receptores originales. La diferencia entre hermenéutica y exégesis es que la hermenéutica nos da las reglas de interpretación y la exégesis es el ejercicio que hacemos haciendo uso de las reglas de interpretación para saber lo que un texto significa.

Cristo a menudo usó elementos de la vida cotidiana para enseñar a sus discípulos, pero ellos no siempre entendieron lo que estaba tratando de comunicarles. Como ilustración tenemos la parábola del sembrador (Lucas 8:4-15). Cuando Cristo les contó esta parábola a sus discípulos, les habló de un sembrador que salió a sembrar su semilla y cómo esa semilla cayó en unos casos junto al camino, en otros casos sobre la roca y en otros en tierra fértil. Cuando terminó de hablar, «sus discípulos le preguntaban qué quería decir esta parábola» (Lucas 8:9). Es entonces cuando Cristo hace una exégesis y les explica cómo los diferentes terrenos en que cayó la semilla representan diferentes grupos de personas que escucharon y respondieron a la predicación de la Palabra de diferentes maneras (ver Lucas 8:12-15).

Hoy, al leer y estudiar esta parábola, no podemos darle ninguna otra interpretación a esa semilla y a esos terrenos que no sea esta. Sin embargo, los predicadores del evangelio de la prosperidad usan este texto y textos como Gálatas 6:7 que dice: «todo lo que el hombre siembre, eso también segará», para enseñar que cuando ofrendamos estamos sembrando para el reino de los cielos y cuando sembramos ese dinero, Dios nos devolverá bendiciones económicas. Eso es introducir al texto lo que queremos que el texto diga y a eso lo llamamos eiségesis. En otras palabras, mientras la exégesis extrae el significado original del texto, la eiségesis manipula el texto para que diga lo que nos conviene. Y esa es la razón por la que necesitamos una ciencia como la hermenéutica bíblica, que establece los principios, normas y reglas de interpretación de los libros de la Biblia.

¿Por qué la Biblia necesita ser interpretada y para qué?

La Biblia representa la sabiduría de Dios expresada en lenguaje humano (antropomórfico). Fue dada en un idioma que no es el nuestro, en un tiempo pasado y en una cultura diferente a la nuestra. Por tanto, el trabajo del intérprete debe ser acercar la audiencia a la Palabra y la Palabra a la audiencia. Eso es algo muy serio. Tanto es así que en 2 Corintios 2:17, Pablo escribe: «Pues no somos como muchos, que comercian con la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios y delante de Dios hablamos en Cristo». En las cartas de Pablo podemos ver que el apóstol tuvo sumo cuidado de entregar a su audiencia lo mismo que había recibido de Dios, sin agregarle ni quitarle nada a las Escrituras (1 Corintios 11:23; 15:3). Asimismo, en 2 Timoteo 2:15, Pablo nos exhorta a manejar con precisión la palabra de verdad y la razón es muy sencilla, la Palabra es la mente de Dios revelada y como tal, debe ser tratada con respeto, cuidando siempre de no distorsionar el mensaje de Dios.

La Biblia necesita ser interpretada para descubrir lo que el autor dijo, por qué lo dijo, cuándo lo dijo y para qué lo dijo de manera que, después que la Palabra sea entendida correctamente, pueda ser aplicada correctamente. Cuando estudiamos e interpretamos la Biblia, la idea no es llenar nuestra mente de mero conocimiento intelectual, pues la misma Palabra de Dios nos recuerda que el conocimiento envanece (1 Corintios 8:1), sino ganar sabiduría para poder tomar las verdades de la Palabra y aplicarlas a las distintas circunstancias de la vida cotidiana. El estudio de la Biblia sin una correcta comprensión y aplicación del texto bíblico no produce una verdadera transformación en nuestra vida.

Finalmente, podríamos dar muchas otras razones por las que es importante estudiar la Biblia e interpretarla correctamente, pero por ahora vamos a concluir diciendo que el propósito final es conocer mejor a Dios para amarlo por encima de todas las cosas, para saber qué espera de nosotros y cómo podemos obedecerle. Deuteronomio 11:1 dice: «Amarás, pues, al Señor tu Dios, y guardarás siempre Sus mandatos, Sus estatutos, Sus ordenanzas y Sus mandamientos». Cristo lo simplificó aún más cuando dijo: «Si ustedes me aman, guardarán Mis mandamientos» (Juan 14:15). No podemos obedecer a Dios si no le amamos y no podemos amarle sin conocer Su Palabra porque la Biblia es la revelación de quién Dios es. Entonces, cuánto más la estudiamos, más lo conocemos, más lo amamos y más lo obedecemos. Esta es razón suficiente para anhelar Su Palabra y consumirla diariamente.

Fuente:
Dr. Miguel Núñez

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