En el barrio Manganagua, un grupo de feligreses mantiene un proyecto de cultivo con técnicas hidropónicas, que aprovechan para enseñar a niños y adolescentes a cuidar el medioambiente
Aproximadamente cada 15 días, unas 20 familias terminan el servicio religioso de los martes en la noche y pueden salir con algunas hortalizas. La producción es orgánica y se les entrega gratuitamente tanto a ellos, a visitantes o a la gente del barrio. ¿De dónde las consiguen? Pues del techo de la iglesia.
Lechuga, espinaca, cilantro, col, perejil, apio, ají, romero y plantas de té son parte del inventario que se cultiva en un espacio de 250 metros cuadrados, en la parte superior del edificio que alberga a la Iglesia Comunitaria Altos de Sión (ICAS), en el barrio capitalino Manganagua.
Con un presupuesto de entre RD$5 mil y RD$6 mil al mes, y el cuidado de dos personas, la feligresía mantiene el proyecto, que aprovecha para enseñar a niños y adolescentes a apreciar la tierra y a cultivar alimentos con prácticas saludables.
La iglesia -de unos 300 miembros- tiene alrededor de una década con el proyecto que llama Horticas. A falta de un patio, lo instalaron en el techo y ambientaron como un semi-invernadero, con el fin de que otros se motiven a replicarlo, ya sea en lo alto o en tierra.
La idea le surgió a Domingo Méndez, quien tiene más de 25 años como pastor de la iglesia. Al ser oriundo de Enriquillo, Barahona, su alma campesina lo movió a cultivar en la ciudad e instruir a otros en el aprovechamiento de la luz solar.
“Solo con creatividad se pueden tener productos orgánicos, sin pesticidas, sin abonos contaminantes, y ahora mismo eso es lo que más se vende: productos contaminados”, expresa Méndez.
“Solo con creatividad se pueden tener productos orgánicos, sin pesticidas, sin abonos contaminantes, y ahora mismo eso es lo que más se vende”.
El pastor también compara el país con otros: “Sabiendo que hay escasez de alimentos y de terrenos donde producir, pensamos que si los chinos, coreanos y japoneses pueden cultivar sobre techos y en paredes, ¿por qué nosotros no?”.
A partir de 1996 la congregación que dirige se abrió a la comunidad con diferentes programas con el fin de ir más allá de unas horas de culto. Así, en el Centro Comunal Altos de Sión se imparten cursos de costura, Informática, decoración de interiores y otros, algunos de ellos en coordinación con el Instituto de Formación Técnico Profesional (Infotep). Adiestran a niños y jóvenes de la iglesia y del barrio, y entre los planes de formación se incluye el cultivo en el huerto.
“Estamos en Manganagua, una zona que tiene una parte muy deprimida, incluso teníamos bandas, los famosos Pan Viejo, y algunos de ellos se convirtieron (al cristianismo) y empezamos a trabajar con ellos y con la comunidad”, recuerda el pastor.
Compartir es una de las misiones que Méndez cita como característica de una persona cristiana. La misma feligresía sostiene el proyecto y aporta para comprar la tierra, el estiércol, las semillas y otros materiales.
“La idea es hacer un huerto experimental que sirva como escuela, de instrucción, para que después, cualquier persona en su patio, en su frente, pueda producir”, enfatiza Méndez.
De hecho, indica que ya otros se han motivado y se han instalado huertos en Tamayo, Barahona; en Santa Rosa, Baní; en Peralta, Azua; y en Consuelo, San Pedro de Macorís. La mayoría está en patios.
Méndez aspira a que el número de huertos aumente.